Cierro...

Guillermo Osuna Hi
28 diciembre 2019

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osunahi@hotmail.com

 

El regocijo de la recién pasada Navidad todavía flota en el ambiente y en los círculos familiares se habla de la organización de la velada de fin de año para recibir el 2020, cuya combinación de pares de dígitos iguales, me suena muy agradable.

Obviamente el inicio de un nuevo año mueve a mucha gente a plantearse objetivos personales. Algo así como un alud de promesas de campaña política, la cuales, se repiten año tras año y que luego no pasan del plano de las buenas intenciones.

En la conciencia de muchos, también renace la esperanza de un cambio de rumbo del país, aspiración ideal, cuya realización dejamos en manos del gobierno y soslayamos nuestra responsabilidad ciudadana, que implica colaborar con un cambio de conducta que nos convierta en individuos respetuosos de los derechos de los demás, cumplidores con nuestras obligaciones normativas de todos los ámbitos de gobierno y solidaridad con nuestros congéneres.

Un país de bienestar no solo demanda de un buen ejercicio de gobierno, también ocupa, indefectiblemente, de una ciudadanía participativa y propositiva.

El año venidero resultará crucial para medir los alcances de la llamada 4T, y por ello, al Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador le es urgente el ir concretando sus proyectos de gobierno, de otra manera, su oferta en los diversos rubros gubernamentales quedarán en el plano aspiracional; en uno más de los que llegaron prometiendo el oro y el moro, y al final de día, resulta que lo que querían era el voto y todo lo que significa el ejercicio del poder.

Para el 2020 los pretextos y las echadas de culpa hacia los antecesores estarán agotados; ya no tendrán validez para tratar de explicar, por ejemplo, el atraso educativo, el estado ruinoso del sector salud; el rezago demoledor en la generación de empleos; el estancamiento del crecimiento económico, y por supuesto, el difícil tema de la violencia, cuya numeralia del primer año de gobierno morenista, sume en un mar de dudas, la política de besos y abrazos como contra ofensiva a las violentas acciones de la delincuencia organizada.

Hay aciertos sin duda, de parte de la gestión de Andrés Manuel, como lo es el caso del tema del salario mínimo general, cuyos significativos incrementos rompieron el paradigma que aseguraba que cualquier aumento salarial se convierte en factor detonante de la inflación.

Otro tema en políticas públicas que ha sido exitoso de parte de este gobierno, es el rubro de la pensión universal sostenido por el programa 68 y más, aunque debo señalar que me hubiese encantado verlo enfocado hacia la gente que por jubilación recibe un salario mínimo general o tres tantos del mismo, para la cual, mil 270 pesos mensuales, les cambia el panorama de su ingreso, sin embargo, lo generalizaron, bajo la simple condicionante de la edad cronológica.

Las citadas acciones son las que alientan las esperanzas de que las promesas de Andrés Manuel serán toda una realidad, sin embargo, también hay que recordar que López Obrador es un experto en meter goles en su propia portería. Y como muestra ahí está el caso de Manuel Bartlett, un tipo de dudosa solvencia moral, pero sobre protegido por Andrés Manuel dejando en el aire su oferta de no meter las manos al fuego, exceptuando a su hijo menor y perjudicando seriamente su promesa de combatir la corrupción.

En lo personal me resulta altamente sospechosa tanta condescendencia de López Obrador hacia el hombre que con sus maquinaciones, le arrebató el triunfo a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en las elecciones presidenciales de 1988 para sentar en la silla presidencial a Carlos Salinas de Gortari.

Esperemos que asegunes como el citado sean los menos y que los resultados que rinda el autollamado “rayito de esperanza”, tengan un final feliz.

Cierro expresándoles sinceros deseos para que todos tengamos éxito y felicidad, como combustibles que nos ayuden a alumbrar nuestro camino para superar lo inevitable a lo largo del veinte veinte. ¡Feliz 2020!