Cerrar... toca cerrar (a la comunidad educativa)
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Juan Alfonso Mejía López
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El lunes 8 de junio hay Consejo Técnico Escolar (CTE). Desvalorizado por una mala comunicación atribuible a las autoridades en el pasado, el CTE suele entenderse como un día en que los maestros no dan clases y los niños se quedan en casa (más allá de la ironía del presente). Nada más falso. El Consejo es un espacio de intercambio de la mayor trascendencia para las niñas, niños y jóvenes, porque sus maestros tienen oportunidad de platicar entre ellos sobre la comunidad educativa. Pocas cosas ayudan a un docente tanto, como platicar con otro docente.
Ante las realidades de la pandemia por el Covid-19, los maestros asistirán al CTE de manera virtual. Sé que en el ambiente existen muchas cosas sobre las que hoy se interrogan los miembros de nuestra comunidad educativa: ¿cuándo será el regreso a clases?, ¿de qué forma vamos a regresar, presencial o virtual?, ¿cuándo se limpiarán las escuelas?, ¿qué pasará con el reforzamiento escolar?
Tiempos traen tiempos. Hoy toca cerrar el ciclo escolar, después habrá tiempo de centrarnos en otros temas. Por hoy, basta tener claro tres momentos: el cierre, las vacaciones y el regreso a clases. Para el primer caso, definamos con claridad cómo vamos a evaluar; después, claridad para el descanso, las circunstancias han sido intensas; y, finalmente, los protocolos que seguiremos para seguir adelante, siempre teniendo en cuenta nuestra realidad más próxima, la local.
La agenda del cierre marca fechas clave en el camino, la más importante de ellas, el 19 de junio; el lunes 22 de junio todos debieron haber bajado la cortina en educación básica; el 3 de julio en educación media superior. Para cerrar, los maestros primero deben evaluar.
Evaluar como si nada hubiera pasado, como si no hubiera pandemia, sería igual de insensato que imaginar a los padres convertidos en docentes de la noche a la mañana; o bien, asumir que nuestros hijos y alumnos no extrañan a sus amigos, sus maestros, su escuela y todo aquello que es su referente de próximo, de confianza. Todo lo contrario, su estructura de confianza y la de todos nosotros se ha visto trastocada porque nuestra cotidianidad dejó de ser la misma de la noche a la mañana. No podemos ser insensatos.
La pandemia, dentro de todas sus consecuencias, representa un desafío para la escuela y sus mecanismos tradicionales de evaluación. No sólo porque los padres algunas veces pudieran acompañar mejor a sus hijos que otras, porque las condiciones en los hogares difieren, sino simplemente porque la educación a distancia (televisión, radio, cuadernillo, internet), no es lo mismo que una clase presencial. Seamos claros, competimos contra un sistema de educación presencial que tiene 200 años de experiencia.
Esta historia nadie nos la está dictando, ni existen referentes, nosotros la estamos escribiendo. Toda evaluación representa un referente, un camino a seguir, siempre y cuando te esté dando los resultados que estamos buscando. Con pandemia y sin ella, queremos niñas y niños que cumplan con sus trayectorias educativas; trayectorias completas y exitosas. ¡No perdamos esto de vista!
Entonces, el punto fino de toda evaluación está en el aprendizaje clave que los niños deben obtener para seguir avanzando. ¡Eso es lo que estamos buscando! Por eso no se trata sólo de pasar a todos, ni de exigir con los mismos criterios como si se estuviera en un salón de clases. Estamos buscando un nuevo equilibrio, que le permita a los niños y niñas ganar confianza para seguir adelante; un nuevo equilibrio que busque combatir las brechas sociales entre nosotros; un nuevo equilibrio que haga de la escuela el mecanismo más certero para la inclusión.
Teniendo en cuenta que buscamos en todo momento mantener (o incrementar) las trayectorias educativas de nuestros hijos y alumnos, que los criterios bajo la pandemia desafían las prácticas de la escuela presencial y que estamos buscando aprendizajes clave, les comparto tres puntos específicos para una evaluación justa, pero objetiva:
El ciclo escolar se cursó de manera presencial en más del 70 por ciento, hagamos uso de esa riqueza, representa más de dos terceras partes de “aquél viejo mundo” antes del coronavirus.
Tienen evidencias que conjuntaron a lo largo de estas 10 semanas, algunos conjuntarán 11. Evidentemente, no es lo mismo pedir evidencia a los 10 días que a los 50. Lo importante es que los maestros conocen qué tan cerca o lejos están sus alumnos del aprendizaje clave necesario para su grado escolar.
El mejor referente siempre es uno mismo, no el grupo. Todo aprendizaje busca hacer de nosotros la mejor versión de nosotros mismos. Tomemos en cuenta dónde empezó el niño, la niña o el joven y después, pongamos atención sobre cuánto avanzó. El desarrollo se mide sobre uno mismo, no con referente a otro.
Llegamos hasta aquí, donde si bien no muchos lo dudaron, muchos más ni siquiera lo imaginaron. Mi más sincero agradecimiento para los docentes, quienes llevaron certeza a los hogares en tiempos de incertidumbre. Siempre permaneceré agradecido por vivir esta experiencia a su lado; a no dudarlo, forman parte de esos héroes sin capa.
Ahora, si me lo permiten, no duden porque yo no dudo. Cierren, concentrémonos en cerrar; dime cómo cierras y te diré las distintas opciones que tienes para regresar. Y no lo olviden, mi total confianza y libertad, confianza al momento de evaluar y libertad para bajar la cortina. Sé, por la esencia misma de sus biografías, que serán justos y todos estaremos listos para seguir aprendiendo.
Que así sea.