Catherine Deneuve
¿Sabes cuántas comidas hay entre una situación normal y el caos?
Está formalmente calculado desde 1906: 9 comidas, 3 días. Así de rápido se detona un despapaye social.
A propósito de la anécdota de esta distinguida estrella con nuestro querido y fallecido amigo Ramón Ojeda Mestre, nos dice el Erny:
“Te cuento mi anécdota con la Deneuve. Siendo Chief Concierge del hotel JW Marriott en el DF, tuve la oportunidad de tener muchas vivencias con grandes personajes, en este caso, Madame Catherine Deneuve, hospedada con nosotros al igual que el resto de los participantes del Festival del Cine Francés en el DF (1997).
Un mediodía se aparece en el hotel el Embajador francés de ese tiempo, monsieur Bruno Delaye, un juerguista de primera, bohemio, bebedor de buen vino, mujeriego y aficionado a los toros, pues siempre salía retratado en la sección de GENTE del periódico Reforma, tirando rollo, jejeje. El diplomático se dirige a mí sosteniendo una gigantesca canasta de regalos repleta de exquisitos delicatessens mexicanos, y me dice, colocando un billete de $500 pesos en el bolsillo de pecho de mi traje: ‘Necesito un favor especial: que madame Deneuve reciba ahorita mismo esta canasta porque la voy a llamar por teléfono en este instante y quiero que ya la haya recibido cuando la llame’. ‘En este instante se la llevo’, le repliqué.
Me dirigí a la suite presidencial ($3 mil dólares por noche), toqué el timbre y salió la madame con su bata de toalla para el baño y confeccionada en algodón turco, unos lentes rojos para leer, pantuflas de toalla, y un kilo de tubos en su cabeza. Yo me pregunté: ‘¿es esta la mujer que fue llamada la más sexy del mundo?’, jajaja. Me dijo, ‘pásale ‘mon cherie’ a lo barrido’. Yo le dije: ‘soy tu fan desde tu película Los Paraguas de Cherburgo (1964) y súper fan de tu ex pareja Marcelo Mastroianni’. Y me dice: ¿por qué me hablas en inglés si yo hablo español?’ En eso me doy cuenta de que su cabeza está un poco ladeada y le pregunto: ‘¿te pasa algo en el cuello?’ ‘Sí, -me contesta-, dormí en mala posición, y estoy preocupada pues a las 6 de la tarde tengo una conferencia de prensa y no quiero lucir así’. Recordé que acababa de conocer a un eminente traumatólogo, muy buena onda, en el hospital Ángeles de Interlomas, y cuyo consultorio estaba cerca del hotel en la calle de Moliere.
Le dije a la Deneuve: ‘yo te voy a solucionar el problema, ya verás, tengo un amigo que te va a curar’. Bajé de volada a mi oficina-mostrador y le hablé a mi amigo el doctor y le dije: ‘deja de hacer lo que estés haciendo, vente al hotel en friega porque vas a tratar a Catherine Deneuve de una tortícolis’. ‘Ahí te voy, mi Erny’, me dijo el ‘doc’. Llegó el doc al hotel y lo acompañé a la suite, se lo presenté a la Deneuve y me retiré. Al rato el ‘doc’ me vino a buscar, le di mil pesos por sus servicios y me dijo: ‘asunto arreglado, al rato se le estabiliza su cuello’, y regresó a su consultorio. Cuando el reloj marcaba las 5 y media, el lobby estaba repleto de franchutes esperando que bajara la Deneuve para irse a la conferencia de prensa.
En eso sale del elevador la Deneuve luciendo súper guapa, bien peinada, vistiendo un vestido gris de seda entallado que la hacía verse despampanante. Todos en el lobby voltearon a verla, mientras la Deneuve se dirigió hacia mí, se me acercó, invadió mi espacio personal y me dio un beso francés en la mejilla mientras me susurraba en el oído ‘merci beaucoup’. Me lo dijo tan cachondo, que yo pensé que eso quería decir: te espero a la noche, jajaja. Sí Chuy. No pude dormir esa noche, no me la podía quitar de la mente fantaseando con ella”.