Campañas políticas
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Sabemos de campañas políticas regularmente cuando se avecinan procesos electorales, sin embargo, suelen estar siempre presentes aún cuando no las podamos identificar como tales, no quiere decir que no estén vivas en medios de comunicación y redes sociales. Aunque para la mayoría de las personas las campañas políticas se asocian con campaña electoral, esta última es sólo un propósito más después de haber conseguido primero una candidatura, y para ello es necesario mantener siempre activas diversas campañas políticas.
De acuerdo con la RAE, la palabra “campaña” tiene varios significados e interpretaciones, que se relacionan con el tiempo, la geografía y sus actividades, es decir, que en un espacio territorial determinado, se realizan un conjunto de actos y esfuerzos de índole diversa a conseguir un fin determinado dentro de un periodo de tiempo establecido.
Por su parte, el consultor político ecuatoriano Alfredo Dávalos López dice que el término campaña proviene del vocabulario militar que originalmente estaba ligado con el arte de la guerra, y tiene que ver con el tiempo en que un ejército cumplía ciertos objetivos dentro del campo de batalla, además del periodo en que las tropas permanecerían en el frente y el territorio enemigo. De hecho la campañas electorales y la guerra persiguen el mismo fin, pero con distintos medios.
Una campaña electoral es el cruce de tiempo y espacio en el que diferentes candidatos compiten en una batalla, no sólo por ganar una elección, sino por llegar a ejercer autoridad y representación en un territorio determinado, jurisdicción y población. Entonces una campaña electoral es más que una simple competencia de propaganda y persuasión, no sólo tienen presencia en periodos electorales sino que se mantienen activas de manera permanente, pues sus propósitos no se limitan al deseo de ganar una elección, sino en generar escenarios o propiciar ambientes a favor o en contra de posibles aspirantes o proyectos de gobierno en la búsqueda del poder.
Los proyectos de gobierno, están siempre respaldados por proyectos políticos, pues una lucha electoral no sólo se constituye en el interés político e ideológico de un candidato, sino que incluyen intereses económicos específicos y de estatus de distintos grupos, por esta razón es común presenciar campañas rudas dedicadas a defenestrar o perjudicar la figura pública de políticos y servidores públicos.
Por ello es común que existan las llamadas “campañas negativas”, que son distintas a las “campañas sucias”, que recurren mayormente a la ofensa, la desinformación, la calumnia y la distorsión de la vida privada de las personas. Según la especialista en comunicación política, la argentina Virginia García Beaudoux, se entiende como campaña negativa a la que, más que ocuparse de remarcar las virtudes de un candidato, apunta a resaltar los defectos del adversario. Se trata de socavar la reputación de un candidato u opción política mediante la evocación de imágenes y argumentos que degraden la percepción que los votantes tengan del rival. Se considera a una campaña como negativa cuando más del 60 por ciento de la publicidad desplegada tiene ese signo.
Estas campañas negativas se pueden distinguir, de acuerdo con el español Alejandro Pizarroso Quintero, especialista en ciencias de la comunicación, en tres distintos modos y formas de propaganda política: la propaganda blanca, como aquella en la que la fuente o emisor, está correctamente identificada y el contenido de sus mensajes tiende a ser preciso; la propaganda negra, donde la fuente emisora está deliberadamente falsificada, independientemente de la falsedad o veracidad del mensaje; y la propaganda gris, cuando de forma intermedia la fuente puede o no, ser correctamente identificada y la exactitud de la información es incierta.
Estos tres tipos de propaganda política son ahora muy comunes y también fácilmente identificables, pues cada vez más se puede diferenciar entre una fuente oficial de algún medio o institución debidamente constituido por una parte, y por la otra cuando sus emisores se esconden o tratan de disfrazarse para ocultar su identidad.
El fenómeno de las campañas negativas está cada vez más presente y no es indispensable tener como escenario un proceso electoral para que se muevan en los medios y redes sociales, el uso de información negativa o sucia para que un candidato o grupo político tome ventaja en las preferencias electorales antes y durante de cada elección.
Desde la idea neoliberal, quienes acuden a este tipo de estrategias políticas, se les suele llamar “políticos profesionales”, aquellos que viven y se sirven de la política; como los hay también de aquellos que viven en la política para servir, a los que hay que aprender a identificar como sociedad, a pesar de las campañas malintencionadas.
Desde luego que las campañas, cualesquiera que sean éstas, se establecen bajo criterios que dependen del nivel civilizado del ejercicio de la política, las campañas que predominan en una elección, son de alguna manera también un reflejo de lo que somos, determina también los atributos de la democracia y en gran medida el desempeño de los gobiernos y representaciones legislativas de nuestra sociedad.
Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio el próximo viernes.