Cambio social radical

Vladimir Ramírez
31 marzo 2020

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Las relaciones de la vida humana en sociedad se han modificado de formas inesperadas, el reloj de nuestro tiempo parece haberse detenido y no ha sido el ser humano la razón principal de la modificación de las relaciones sociales en el mundo. El día de ayer se anunciaba en medios de comunicación el mapa mundial del coronavirus: los números no se detienen y hasta el 30 de marzo las cifras estaban por encima de los 756 mil casos registrados y más de 36 mil muertos en 194 países. La mayor parte de las muertes se han producido en Italia, España y China, mientras que es Estados Unidos quien va arriba en las cifras del número de contagios. En México las cifras oficiales arrojan un resultado al día de ayer con 1094 casos confirmados y 28 defunciones.

La nueva realidad que nos acontece no es un problema social que se resuelve en la disputa política o en las artes de la negociación, es una crisis que a estas alturas de los acontecimientos, ha rebasado ya la condición y realidad social que se vivía hace apenas una semanas y que en otros países como en China inició en el mes de diciembre con la presencia del Covid-19. La civilización de nuestro tiempo se ve suspendida, atónita ante los sucesos fuera del alcance de toda tecnología y comprensión científica para superar definitivamente la situación de crisis, no hasta el momento.

Nos aferramos a salvar nuestras vidas sin querer cambiar nuestras relaciones de vida, intentarlo ha resultado fatal, todo indica que no es posible. Miles de personas enfermas por el contagio del Covid-19 están muriendo diariamente y la única manera de detener esta terrible tendencia de exterminio humano es dejar de hacer lo que hacíamos como sociedad y modificar las formas y las prioridades, ubicar la magnitud de los problemas que enfrentamos.

Para el investigador catalán y especialista en salud pública Joan Benach, el coronavirus es un problema de salud y desigualdad global que nos debe hacer comprender la crisis ecosocial actual que nos lleva al abismo. Querer salvar la situación de la economía mundial al mismo tiempo que enfrentarnos a una verdadera amenaza de salud pública, es no comprender la dimensión del problema, es no aceptar que las prioridades humanas y sociales están cambiando con la misma velocidad que avanza el coronavirus el mundo.

Esta crisis mundial de salud repercute en todos los ámbitos sociales y los modifica prácticamente en todos sus aspectos, nos obliga a reflexionar con mayor profundidad y a estudiar conceptos prioritarios para obtener mayor el entendimiento de nuestra nueva realidad, a valorar nuestra salud por sobre todas las cosas.

El concepto de salud, afirma Benach, abarca muchas dimensiones e indicadores: la calidad de vida, el bienestar y sentirse sano, la ausencia de enfermedad, los trastornos de salud mental o la muerte prematura son algunas de las más conocidas, pero también puede incluir el no sufrir abandono, la soledad o falta de cuidados, el sentirse feliz, la alegría de vivir, el sentido de la vida, o la ausencia de alienación por citar algunas otras más difíciles de estudiar. Pero por salud, ¿qué entendemos la mayoría de las personas? Para Benach, es una forma de vivir, autónoma e interdependiente, solidaria y gozosa que debe desarrollarse en un mundo habitable, sostenible y justo. Este es el reto.

Ahora bien, el futuro después de coronavirus, se vuelve una oportunidad para cambiar de rumbo y propósito de la vida humana y social. La actual experiencia nos obliga a revisar la prioridad social de la salud en todos sus sentidos. Sobre este concepto Benach lo clasifica en tres ámbitos: uno como salud individual, con la que estamos más familiarizados y que relacionamos con la enfermedad, la medicina y la sanidad; dos como salud pública, aquella disciplina que fomenta la salud colectiva con los conocimientos y tecnologías necesarias; y tres como salud de los grupos sociales, una visión que se relaciona con la estratificación de colectivos según su clase social, género, etnicidad, situación migratoria, edad, territorio, identidad sexual o cultural, o distintas formas de discapacidad, todo lo cual nos conecta con las desigualdades de salud.

Los planteamientos de observar y analizar con mayor claridad y precisión lo que nos está pasando ante la amenaza de salud humana, nos muestra una urgente necesidad de atender los ámbitos de la salud como cuidado responsable del ser humano. Como bien afirmara el físico Albert Einstein, en tiempos de crisis: “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”.

Lo cierto es que no podemos seguir viviendo de la misma manera como lo hemos estado haciendo, al menos, en los últimos 150 años. La ruta tiene que cambiar, los propósitos deben ser distintos y deben ser otras las prioridades que le den sentido a la vida humana en sociedad. Un cambio social radical como oportunidad ante la inevitable crisis que vivimos.
Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio el próximo viernes.