Cae PRI de Sinaloa en manos de ‘Alito’
Enviado del CEN asume mando tricolor

Alejandro Sicairos
09 diciembre 2022

Solo faltó que sonaran las notas de “Noche de paz” porque la escenografía de la concordia sí se montó ad hoc para anunciar que el acuerdo es que no hay acuerdo en definir quién presidirá al Partido Revolucionario Institucional en Sinaloa en el plazo 2022-2026, indecisión que por lo pronto provocó que Ramiro Hernández García, emisario de Alejandro Moreno Cárdenas, líder nacional del PRI, se apropiara de las ruinas priistas locales simulando una tregua que no soportará más allá de lo que dure el espíritu navideño.

No debiera dársele tanta confianza a aquello que no es resuelto del todo. Al concluir el período que en diciembre de 2018 abrió Jesús Valdés Palazuelos y del cual en junio de 2021 tomó la estafeta Cinthia Valenzuela Langarica, la designación de presidente del Comité Directivo Estatal pudo ocurrir de manera ordenada y creando bases de armonía donde el PRI retome la recomposición que requerirá para ser competitivo en la elección de 2024. Y hacerlo pronto ahora que el partido aún no está muerto, pero sí agónico.

Sí se vio bien que salieran juntos, aunque no estuvieran todos los que son, en la fotografía que más pareció la imagen de una posada decembrina que el cese de hostilidades que se quiso aparentar, buscando tiempo las dos partes en pugna para rearmar estrategias y aplicar la táctica de año nuevo conflicto también renovado. La liturgia del perdón, pero con fecha de caducidad para cuando Moreno Cárdenas envíe el siguiente coletazo dinosáurico.

El esfuerzo de Ramiro Hernández, el emisario de “Alito”, para camuflar las diferencias emanadas de la preocupación porque el Comité Ejecutivo Nacional implemente la ocupación del PRI de Sinaloa, acabó siendo la operación genial para concretar el burdo propósito sin generar convulsiones internas que evidencien las imposiciones y marrullerías. Finalmente, el delegado investido ahora como presidente provisional del priismo estatal, obedeció las órdenes de Moreno Cárdenas y las hace valer importándole un comino lo que desencadene la voluntad de su jefe.

Se oye bonito que Hernández García exprese que hará posible que el PRI transite por una ruta de unidad y acuerdos. “Todos tenemos prisa, pero no por tener prisa vamos a generar una dinámica que nos lleve a un conflicto”, dice sin ser claro en referir la premura del dirigente nacional por apropiarse de la lucha, que por cierto Moreno Cárdenas no libra, en rescate de la credibilidad y cohesión del Revolucionario Institucional. Magistral manera de jugarle el dedo en la boca a los que se oponían a que el centralismo secuestrara a estas siglas.

A pesar de todo donde vale destacar la resistencia de los cuadros priistas locales frente a la paciencia de Alejandro Moreno por consumar la adhesión del PRI local a su proyecto particularísimo de permanecer en el timón tricolor hasta 2024. El anterior enviado del CEN, Luis Enrique Benítez Ojeda, que traía las mismas palabras y prórrogas que Ramiro Hernández, acabó desertando en la tarea asignada de domesticar a la arisca militancia sinaloense y, además, regresó a su tierra, Durango, literalmente con la cola entre las patas.

Pero con la treta de darle tiempo al diálogo y acuerdos, el estado de cosas en Sinaloa ha evolucionado a la nada. El delegado Ramiro Hernández, hoy en funciones de dirigente provisional del PRI, propone el ardid del consenso sin especificar para beneplácito de quién será tal unanimidad que se prevé difícil de alcanzar. ¿Satisfacer a los priistas sinaloenses que se las han ingeniado para mantener a flote al partido o dejar contento al “Alito” empeñado en darle el tiro de gracia a estas siglas políticas?

Por eso en la conferencia de prensa de ayer, más allá del “todos hermanos” escenificado con pésima aptitud histriónica, lo que se percibió es que el abrazo fraterno tuvo el propósito de ocultar la daga con la cual se agredirán entre unos y otros en algunos días, quizás pasando Navidad o tal vez gustándoles el 2023 para abrirlo con las mismas guerras soterradas que hoy ponen en pausa. Ya se saben el ritual donde el niño Jesús nace entre villancicos y luego será crucificado en medio de las blasfemias de los traidores.

Sin los fundamentos de confianza, todo llamado a la unidad y fraternidad entre priistas de Sinaloa acabará siendo fingimiento. Inclusive podría tratarse de una buena intención o divisa sincera de quien eventualmente asume el timón local del Pritanic, sin embargo, carece del respaldo moral de “Alito” cuya palabra luce devaluada y en su cuenta de credibilidad ha hecho puros depósitos de descrédito. La verdad es que al campechano le vale la sobrevivencia del PRI; él es que quiere sobrevivir a expensas del partido.

Entonces, una vez que los priistas locales mordieron la carnada que Ramiro Hernández le puso al anzuelo de la mentira, escríbase como cláusula toral del pliego dizque de distensión la advertencia de que no es el PRI de Sinaloa el que necesita de cambios porque hay un segmento que se ha mantenido firme sosteniendo los endebles pilares para evitar que el partido colapse. Es el PRI de “Alito” el que está emplazado a retirar los polvorines de deshonras colocados en los cimientos del tricolor, antes de que exploten y hagan trizas lo poco, casi nada, que queda.

Lo que a cada quien le toca,

Les repartió Ramiro aquí;

Ganó para “Alito” el PRI,

A cambio de una bicoca.

Hasta ayer Álvaro Ruelas Echave seguía siendo la carta fuerte de Alejandro Moreno para dirigir al PRI de Sinaloa, impulsada por el Senador Mario Zamora Gastélum. Las demás propuestas son montaje, fachada, porque el diálogo que ofrece el dirigente provisional Ramiro Hernández es para convencer a los opositores a que acepten como aspirante único al mochitense que ayer mismo consideró como un gran paso la ocupación por el CEN del comité estatal priista. Un gran paso para él rumbo a la imposición, por supuesto.