Bienvenida...

Guillermo Osuna Hi
18 julio 2020

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osunahi@hotmail.com

“El miedo no anda en burro”, afirma el dicho popular y se utiliza cuando vemos a una persona que se aleja de forma rápida del peligro, pero por lo que estamos observando en las calles, para un considerable segmento poblacional dicho refrán no aplica ya que les importa una pura y dos con sal el tema de la pandemia, moviéndose despreocupadamente ante las posibilidades de contagio de C19 y sin querer darse cuenta, que su irresponsabilidad nos puede conducir a una saturación hospitalaria de consecuencias inimaginables.

Claro, estas circunstancias han provocado que todos los pronósticos de las autoridades de salud estén resultando muy alejados de sus estimaciones, y contra eso, no hay nada que hacer, salvo una medida de autoridad extrema que imponga un riguroso confinamiento tardío.

Pero dejemos a un lado la difícil realidad que estamos viviendo y que parece no tener fin.

El año pasado el Supremo Tribunal de Justicia de España decretó una serie de sentencias carcelarias para las cabezas visibles del movimiento catalán que procuraba separar a la comunidad autónoma del país español para erigirse como una nación independiente.

Por supuesto, la determinación de la justicia española levantó ámpula y muchos personajes famosos hicieron escuchar su voz para protestar por las sentencias emitidas en contra de la insurgencia catalana. Entre esas voces, estuvo la del famoso entrenador de futbol Pep Guardiola, quien, entre otras cosas, acusó al estado español de llevar a cabo una deriva autoritaria, al emitir una sentencia judicial inaceptable en la Europa del Siglo 21.

La deriva autoritaria citada por Guardiola, tiene el antecedente de que fue referida en el 2017 por Miguel Bononat, uno de los dirigentes de la corriente Bloc i País que marcha en favor de la independencia catalana.

Esta semana, un grupo de periodistas, intelectuales y analistas políticos, dieron a conocer un manifiesto denominado “Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia”, en cuyo título, y a pesar de la sapiencia que se les atribuye, se fusilaron el concepto recientemente citado por el futbolista Guardiola.

Los firmantes de dicho manifiesto externan sus desacuerdos y su preocupación por el estilo de gobierno que está ejerciendo Andrés Manuel, asegurando que el autoritarismo del Ejecutivo federal amenaza la solidez de nuestra democracia y la vida de las instituciones autónomas, por lo cual, es urgente alentar un movimiento ciudadano que rescate la dignidad de la Cámara de Diputados.

Sin lugar a dudas, es sano que la disidencia del régimen actual se manifieste y señale los errores que está teniendo; de hecho es deseable e indispensable que la fuerza ciudadana procure hacer valer su empuje para que los gobernantes corrijan rumbo en beneficio del bienestar social.

Sin embargo, también hay que decir que no se vale hacer señalamientos evocando un mítico pasado, como es el caso del supuesto pluralismo dentro de la Cámara de Diputados, mismo que tampoco ha existido en el Senado. Jamás el conglomerado de diputados federales ha actuado con verdadero espíritu democrático y siempre han estado al servicio sometido del Presidente de la República en turno, salvo en los mandatos de los panistas Fox y Calderón, cuya mayoría legislativa sirvió a los intereses del PRI, actuando no como contrapeso sino como bloque de ahogamiento a las iniciativas presidenciales, sin importar que en ello se jugara el futuro del país, ¿acaso ya se les olvidó ese detalle a los hoy preocupados sesudos? Los cuales, también se dicen sorprendidos, como si fuera un hecho nuevo, la vieja práctica de prostitución política, a través de la cual, se consiguen mayorías, tal y como ahora lo hace el grupo mayoritario de MORENA.

Y justo ahí radica la hipocresía del grupo firmante del manifiesto de marras, los cuales, por cierto, jamás se manifestaron por la descarada corrupción que imperó durante el sexenio de Peña Nieto y de la que no pocos de ellos fueron beneficiarios.

Bienvenida la disidencia; pero la que actúa con honestidad y auténtica preocupación y ocupación social. ¡Buenos días!