Banxico se sale de la caja
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Alicia Bárcenas, de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), había recomendado a los tomadores de decisiones salirse de la caja para hacer frente a los efectos económicos negativos de las medidas para controlar la expansión de la pandemia de coronavirus. El Banco de México finalmente ha adoptado esta postura, de acuerdo con su comunicado de 21 de abril del año en curso.
Su Junta de Gobierno no sólo aprobó reducir la tasa de interés en medio punto, para dejar su tasa de referencia en 6 por ciento, sino que tomó medidas adicionales para proveer de liquidez a los mercados domésticos, fortalecer los canales de otorgamiento de crédito y promover el comportamiento ordenado de los mercados de deuda y cambiario del país. De acuerdo con sus estimaciones, en conjunto, las acciones autorizadas implican apoyar al sistema financiero hasta por 750 mil millones de pesos.
Recuérdese que la Reserva Federal de Estados Unidos, al igual que otros bancos centrales, no solamente había disminuido significativamente su tasa de interés de referencia, sino que también había decidido hacer todo lo posible para dar liquidez al mercado. En el mismo sentido, el Fondo Monetario Internacional había advertido ya de la necesidad de que los países proporcionaran a sus economías de suficiente liquidez. Hablar de liquidez es similar a hablar de aumento de la oferta monetaria, yendo más allá del precio del dinero (la tasa de interés).
Las decisiones del Banco de México son trascendentes no sólo por su pertinencia, dadas las circunstancias actuales de la economía, sino porque sacan a esta institución de la posición confortable en la que se había enclaustrado a sí mismo. De hecho, dada la evolución de la economía nacional en 2019, en ese entonces también debió haberse salido de la caja.
Banxico reacciona mucho ante la opinión de los analistas financieros, de aquí en adelante estos tendrán presente que la caja de herramientas de la banca central es mucho más diversa de lo que estaban acostumbrados a ver. Desde luego, la banca central está experimentando, y asumiendo mayores riesgos; pero habrá un proceso positivo de aprendizaje.
La economía del país, como otras, está sujeta a un doble choque (de oferta y de demanda agregadas). Las medidas de contención del virus implican parar actividades económicas, para restringir las interacciones entre las personas, lo cual afecta la oferta de oferta de bienes y servicios, así como el empleo y el ingreso, mientras que quedarse en casa reduce la demanda de toda clase de satisfactores. Los recientes datos de inflación muestran que el efecto combinado de ambos choques está llevando los precios hacia el objetivo de inflación del Banco Central.
Con un escenario de inflación a la baja no hay razón para mantener una tasa de referencia excesivamente alta, en particular si la tasa real que perciben inversionistas externos para traer dólares a México es ya comparativamente alta respecto a otros países. Además, en un ambiente de evasión del riesgo, donde lo que se busca es proteger la riqueza no optimizar los beneficios de una inversión, no tiene sentido ofrecer un alto rendimiento en moneda extranjera; lo cual sólo atrae a especuladores que juegan a la volatilidad del tipo de cambio.
La fuerte salida de capital que han experimentado economías en desarrollo, incluido México, en el periodo del coronavirus tiene que ver con el “salto a la calidad”, el efecto de conservación de la riqueza, no propiamente con el empeoramiento de la condición económica de otras economías, aunque esté ocurriendo.
Si bien ahora Estados Unidos destaca por el número de contagios y su número de muertes y por incurrir en grandes déficits públicos y en niveles de endeudamiento récord, los dueños del capital buscan refugiarse en el dólar, sin importar que el rendimiento ofrecido sea muy bajo y haya caído. Frente al mundo, el dólar y la economía estadounidense guardan una situación privilegiada. En tanto no cambie el escenario global, y no haya una sensación generalizada de que la pandemia ha cedido, no parará la sangría de dólares hacia ese país, sin importar cuál sea el premio que se ofrezca.
Tanto el descenso de la tasa de interés como la inyección de mayor liquidez tienen el efecto de facilitar el acceso a recursos para que las empresas puedan resistir en el periodo de expansión de la pandemia, pero poco podrán hacer para estimular la recuperación del dinamismo económico. Sin embargo, serán cada vez más importantes en este propósito a medida que la pandemia ceda.