Balas contra la UAS: ¿quién y por qué?
Esta vez no vale simular que nada pasó
Apenas conocieron de los hechos violentos desencadenados en el campus Buelna de la Universidad Autónoma de Sinaloa, donde se supone que hombres armados abrieron fuego contra el vehículo que conducía Arnoldo Valle Leyva, Director de Comunicación Social, algunos voceros universitarios lanzaron la hipótesis a priori de que se trataba de un hecho de violencia encuadrado en lo que consideran persecución política contra la UAS. Deberían de ser más cautelosos en las conjeturas que se adelantan a las investigaciones del Ministerio Público, porque la situación interna universitaria no aguanta más suposiciones disparatadas.
Claro que como todo ciudadano afectado en su expectativa de seguridad pública la víctima tiene el derecho a que la Fiscalía General del Estado haga su trabajo para determinar las correspondientes líneas de investigación hasta conocer el origen y la motivación del suceso. Sin embargo, es a la misma UAS, a la comunidad universitaria en sí, al gobierno de Rubén Rocha Moya y a la sociedad sinaloense a quienes más le urge que la verdad se sepa apegada a la autenticidad.
Sin duda se trató de un ataque no realizado por delincuencia organizada debido al tipo de armas utilizadas, cortas de bajo calibre, y la impericia de los delincuentes al realizar la agresión en una zona muy vigilada por operativos terrestres y cámaras de videovigilancia. El modus operandi tiene bastante similitud con la manera en que dos mozalbetes dispararon contra la fachada del diario digital Adiscusión, el 13 de junio, aparentemente con el propósito de amedrentar la línea editorial del medio o en reacción por alguna publicación que incomodó a alguien.
Los disparos contra Valle fueron un ataque directo a su persona, sí, y lo que debe investigarse es quiénes lo perpetraron, con qué fines y de dónde vino la orden. La naturaleza del hecho donde la víctima salió ilesa, igual que los disparos contra el edificio de Adiscusión no hirieron a nadie, permite que la Fiscalía utilice la mucha evidencia disponible para conocer la verdad, sea cual sea. Los sistemas de vigilancia presencial y virtual en torno a la Unidad de Servicio Especiales, Hospital de la Mujer y del mismo complejo que alberga el edificio de Rectoría, facilitan la labor ministerial.
Otro elemento que ayuda a la indagatoria es el hecho de que Arnoldo Valle acostumbraba a traer consigo un arma de fuego, la cual evidenció al enfrentar a Gene Bojórquez, ex Diputado y hombre clave del Partido Sinaloense, durante el altercado del 19 de mayo a la vista de centenas de personas que acudieron ese día a la llamada marcha rosa de defensa a la democracia. Este episodio de violencia realizado a la vista del Rector sustituto de la UAS, Robespierre Lizárraga, fue apagado de inmediato por el mando rosalino.
¿Quién es Arnoldo Valle? Más allá de que la narrativa universitaria lo señala de operar la mano dura del grupo que tiene el control de la Universidad, es el responsable de manejar los recursos públicos en materia de publicidad institucional, repartiéndolos o quitándolos según los medios y periodistas sean aduladores o críticos contra la clase dominante del binomio UAS-PAS. Pese a su estilo de lanzar piedras y esconder la mano como operador de la intriga uaseña, o quizá sea por eso, se ha entronizado durante varios rectorados en el cargo que hoy desempeña y mantenido como operador siniestro de Cuén Ojeda desde que éste fue Rector.
Valle es desde hace meses blanco del fuego amigo que viene desde la UAS y el PAS. Contra él han deslizado a la prensa información de supuesta propiedad de negocios, yates, casas, camionetas y carros de lujo que, en caso de ser cierta, bien amerita otra línea de investigación agregada a las que resulten en la urgencia de saber todo lo que hay detrás y lo que deriva del presunto atentado del que providencialmente salió ileso. Mientras tanto, la UAS deberá tomar medidas para que no siga expuesto a este tipo de riesgos.
No vayan a salir la Fiscalía y la UAS con igual desenlace como el que le dieron a la privación de la libertad que el 13 de abril sufrió Luis Alonso García Corrales, candidato de PAS a Regidor, cuando Cuén acusó al gobernador Rocha de tal hecho y luego, al aparecer la víctima en condiciones aún desconocidas por el secreto que se guarda, el dirigente pasista salió a proponer el borrón y cuenta nueva sobre dicho caso. Después, el mismo partido que lo postulaba lo acusó de traidor, no obstante que era uno de los suyos, y de haberse robado información confidencial sobre el padrón de militantes.
La Fiscal Sara Bruna Quiñónez se prestó a tal hermetismo para que quedarán volando en la opinión pública mil y una hipótesis descabelladas. El pretexto fue que García Corrales se negó a declarar y nunca se supo más al prevalecer ese pernicioso silencio que precede a eventos delictivos y acaban siendo complicidad por omisión que beneficia a los criminales. En el transcurso de esta semana se sabrá si al caso Arnoldo Valle se le aplica el mismo patrón de impunidad.
La UAS y los sinaloenses requieren de la verdad sustentada en la ciencia criminalística con tal de saber si son ciertas o falsas las conjeturas a botepronto alentadas por los directivos de la casa de estudios vinculados a procesos judiciales por presuntos delitos contra la Universidad, que inscriben el posible ataque a Valle como parte de la autovictimización que los imputados esgrimen.
Si entre todos ponemos el lomo,
A ti nuestra águila rosalina,
No te tocará la secta del plomo,
Ni la asignatura asesina.
Con evidente desmesura el Instituto para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas reaccionó sobre la agresión a balazos que recibió Arnoldo Valle sin que a éste se le pueda encuadrar dentro de los gremios de prensa, activista o luchador social. Debió mediar el criterio que llevara a la pregunta de si el funcionario de la UAS además de ser el agredido por delincuentes es también agresor de periodistas y medios. Hay que cuidar al IPPPDDHyP.
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