Bajarse del tigre
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frheroles@prodigy.net.mx
Lo dijo José Martí. Gran amenaza en la política. El tigre siempre ataca a quien lo montó, lo hiere, lo destruye. Pocos escapan, la mayoría cae en sus fauces.
Lo predecible ya ocurrió. La mayoría de las erráticas políticas públicas están reprobadas: pobreza, crimen organizado, violencia. La percepción de inseguridad ha “aumentado” y si se suma “sigue igual” la condena se eleva a más del 70 por ciento. La única con clara aprobación es la política educativa. Ya son varios los reportes. La situación económica del País y la familia sale igual. Con un decrecimiento del 10 por ciento este año -y no es la versión más radical, Banxico anda por el 12 por ciento- ya es imposible que en lo económico haya cosecha. Será un sexenio perdido con millones de desempleados.
La pandemia lleva una parte importante. Pero hay otra razón profunda, son tres sílabas: confianza. Ésta se esfumó, no miremos sólo a las cúpulas empresariales, sino a casi 3 millones de empresarios medianos, pequeños e informales hoy paralizados. Los errores han sido señalados hasta el cansancio y las propuestas de salida también, sobre todo por Coparmex. Pero no hay ni habrá marcha atrás. Es una cuestión de orgullo: López Obrador no va a corregir. Sabe que su política de odio, rencor, persecución, le rindió buenos frutos como candidato, pésimos como gobernante. Ya no hay marcha atrás, las ofensas son demasiadas. El pendenciero en su laberinto roza lo patético: “El mejor gobierno en el peor momento” o el gozo por el tropiezo de “México Libre”. Cómo bajarse del tigre, cómo garantizarle a su familia y a él mismo una vida fuera de los zarpazos. El tiempo juega en su contra.
El 49 por ciento de la población opina (Gea-ISA, junio 2020) que no debe tener mayoría en el Congreso contra 27 por ciento a favor. En un cara a cara “a favor o en contra de Morena”, ya empatan, crecen los adversarios. Si bien en la gran mayoría de los estados que van a elecciones Morena se perfila como la primera fuerza, se olvida que los indecisos rondan el 40 por ciento. En el 2021 la volatilidad será la gran invitada. Si a ello agregamos que el promedio de descenso en la aprobación del presidente de cuatro casas encuestadoras (Consulta-Mitofsky, Gea-Isa, El Financiero y Reforma) es de 1.33 por ciento mensual, seguramente llegará reprobado con alrededor del 60 por ciento de la población en su contra. Y lo que falta, porque la crisis económica se agravará y la violencia (homicidios dolosos) se han incrementado 2.5 por ciento en un año. Por qué habría de revertirse. A ello deberemos sumar más de 100 mil a 120 mil muertos por la pandemia. Por qué habría de cambiar el estado de ánimo. No hay ningún factor.
A la población hoy le preocupa, en primer lugar, la economía, alrededor, (50 por ciento) después la inseguridad (30 por ciento). La corrupción desapareció de las prioridades. Cómo bajarse del tigre. El presidente niega la crisis, pero sabe que es real. También sabe que no es el hombre para enfrentarla. Se necesita un administrador dispuesto a tomar medidas muy impopulares en el corto plazo, pero que le sea leal y controle al tigre. El declive ya empezó y él aportará cada día menos a Morena. Debe intuir que los casos de corrupción de los suyos están documentados y que van a exhibirse conforme se acerque la elección. Podría perder la mayoría en la Cámara de Diputados (Morena trae 18 por ciento de intención de voto y hay 60 por ciento de indecisos); y en el 2022 podría ser el primer presidente destituido.
Quería ser héroe, estar junto Juárez que murió en Palacio o Madero, el mártir. No lo será, podría terminar como verdugo. Pero tiene una opción: renunciar después del segundo año formal de gobierno, (Artículo 84 CPEUM) es decir a partir del primero de diciembre. Lo ha dicho desde abril (ver “Olor a despedida” de Código Magenta): “yo termino”, “me puedo ir”, mejor que “estar aquí a fuerza”. Los cimientos ya están, dice. Habría una primera presidenta y un encargado de administrar el desastre. Para México sería un respiro. Maniobrando se podría bajar del tigre con cierto control sobre los zarpazos.