Azaroso

Lorenzo Q. Terán
11 diciembre 2019

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lqteran@yahoo.com.mx

 

Inicia un año más de gobierno el Presidente Andrés Manuel López Obrador, lo hace con ahínco como en el primer año que acaba de terminar a tambor batiente, para lograr cambios en el país en bien de los trabajadores y demás capas sociales.

El año que terminó fue azaroso, pero se concretaron avances de suma trascendencia. Hubo algunos hitos, como el combate al huachicol y la corrupción. Esto los ciudadanos lo celebran con entusiasmo inusitado, porque después de muchos sexenios por primera vez se tiene un Presidente a la altura de los tiempos que se viven. Viene desbrozando el camino para que el pueblo mayoritario por fin alcance su bienestar económico y social, y eso se palpa, sin simulaciones, con objetividad en el territorio nacional.

Los cambios, cuando son verdaderos, siempre encuentran obstáculos de parte de los retrógrados. Ellos serían felices si no se tocaran sus intereses acumulados a la sombra del Estado, que los protegió por tres largas décadas. Durante la época de privatizaciones, aún reciente, sólo unos cuantos amasaron grandes fortunas en detrimento de la mayoría. Esta sufría su abismal pobreza, con sus familias a cuestas. Cuando se conocen los bolsones de miseria de las grandes urbes y de pueblos de la provincia, una persona con mínimo de raciocinio queda desconcertada ante esa realidad que lacera la conciencia más insensible, no se concibe cómo esa gente lograba sobrevivir en condiciones infrahumanas.

El actual gobierno de la República viene impulsando programas que tienen como fin resolver la situación de pobreza que oprimen a una enorme cantidad de personas y que aún se debaten en condiciones difíciles, pues carecen de lo más elemental para sobrevivir. Conocer esa realidad es conocer otro mundo, que mucha gente ni se lo imagina, es impresionante enterarse a fondo de esa realidad que debería lacerar la conciencia de cualquier ser humano.

Por eso, las personas que han tomado conciencia de lo que significa la rémora de la pobreza, ven con entusiasmo la gestión gubernamental del Presidente Andrés López Obrador, quien viene desplegando un verdadero cambio en el país, con el firme propósito de sacar de la pobreza extrema donde se encuentran a millones de mexicanos; en esos segmentos sociales se ha sembrado la idea de que un nuevo porvenir les espera más temprano que tarde; es la clase más pobre que torna el desaliento tradicional en optimismo, por los programas de bienestar que desde el primer año de gobierno de López Obrador marchan con firmeza en ese rumbo.

Cada vez son más los analistas políticos que reconocen los avances en materia social al actual gobierno. Eso no se puede regatear, porque muchas acciones desarrolladas están a la vista de la gente; eso tiene un impacto significativo en segmentos sociales abandonados por los gobiernos del pasado, indiferentes, lo cual por sí mismo significaba una ofensa para esos núcleos marginados, como si no existieran en el suelo nacional, a ese extremo se llegó.

Hoy la atención a esos grandes núcleos vulnerables ha dado un giro de ciento ochenta grados y la acción del gobierno busca de manera prioritaria atender sus necesidades, encauzarlos a una vida de bienestar, incorporarlos al desarrollo de la sociedad en general y así lograr reducir la brecha de las desigualdades abismales que existen en el país. Hay una buena actitud del gobierno del Presidente López Obrador en corregir esa penosa situación que no se puede negar, porque es una realidad que golpea y hunde al país en los tiempos coloniales.

Los afanes del Presidente buscan detonar el bienestar de todas las capas sociales; su opción preferencial por los marginados, bajo ninguna circunstancia deja de atender a jóvenes y adultos mayores, a discapacitados, a pequeños y medianos campesinos, a comerciantes y a trabajadores. Son muchas las muestras tangibles de los cambios que se viene suscitando en el país.

Se anuncia que vienen más hechos -el nuevo aeropuerto Felipe Ángeles, el tren maya, la refinería Dos Bocas, en Tabasco- que van a configurar un nuevo rostro del país en corto tiempo; por eso, la ciudadanía abriga plena certeza en un futuro próximo, con un desarrollo sostenido para el bien de la sociedad entera.