Ayuntamientos y aprendizaje

Vladimir Ramírez
24 octubre 2019

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Los eternos problemas que ha padecido el municipio en México como gobierno son tan antiguos como los primeros 500 años de haberse fundado el primer municipio en México 1519, sin embargo y con toda su antigüedad esta figura jurídica que nuestra Constitución identifica como la base de la división política, administrativa y territorial de las entidades, no ha podido en todos estos años lograr autonomía financiera ni capacidad real para adaptarse con eficiencia y eficacia a los dinámicos cambios que vive nuestra sociedad, especialmente en aquellos municipios en los que por diversas razones crecen de manera exponencial sus ciudades, como es el caso de la ciudad de Culiacán.

Se han impulsado reformas al artículo 115 constitucional que se refiere a la figura del municipio y al impulso de programas para fortalecer estos gobiernos locales, los ayuntamientos no han podido consolidarse como verdaderas organizaciones políticas, sociales, territoriales y gubernamentales, no obstante de mantener su condición de órgano representativo más inmediato a la sociedad.

La evolución del municipio en México se ha visto afectada constantemente por diversas circunstancias históricas, políticas y económicas, pero también por un manejo administrativo que ha carecido de racionalidad financiera, transparencia y honradez por parte de los alcaldes y colaboradores más cercanos. Razón por la cual los índices de corrupción se dispararon en los últimos años y los propósitos de cada institución se distorsionaron y como consecuencia se perdió el rumbo de los objetivos para las que fueron creadas.

Así han evolucionado los municipios, con problemas financieros, estructurales, organizativos y administrativos que con tropiezos y desaciertos, avanzan con pasos adelante y pasos hacia atrás. A pesar que desde la década de los 90 del siglo pasado, la alternancia de gobiernos de distintos partidos ya habría iniciado, esto no garantizó de ninguna manera que se resolvieran los problemas más significativos de la administración municipal, no se logró que cada nuevo ayuntamiento pudiera asegurar una mejora continua en los servicios básicos o se fortaleciera el desarrollo jurídico, político y democrático de las instituciones municipales.

Esta experiencia de la alternancia política en los municipios de Sinaloa, ha demostrado que la democracia electoral no resuelve asuntos de la administración de un gobierno municipal. No es lo mismo atender un asunto con criterios político-electoral a uno que atiende asuntos de política-gubernamental.

En los gobiernos en los que han gobernado los partidos distintos al PRI como el PRD y el PAN, se han tenido experiencias que popularmente se han calificado como “más de lo mismo”, al no ver cambios notables en el ejercicio de gobierno, la diferencia entre unos y otros ciertamente no existía en la realidad.

Ahora bien, en la actualidad la diferencia que se marca con los gobiernos de Morena es considerable. Si tomamos como ejemplo los casos de Culiacán, Mazatlán, Ahome y Guasave, es visible que no sólo no se aprecian por la población resultados como “más de lo mismo”, sino que en algunas situaciones se percibe como “peor de lo mismo”.

Las evidencias sobre este tema se distinguen con facilidad, a casi un año de haber iniciado los gobiernos de Morena quedó claro que los munícipes iniciaron su gestión careciendo de experiencia en el servicio público municipal, por lo que todavía es muy notable esa tendencia de querer “reinventar” las formas de trabajar y gobernar.

La ruta de aprendizaje ha sido y continúa siendo todavía más costosa que las anteriores administraciones. Esta experiencia nos enseña que es importante tener en claro la diferencia entre practicar la política desde la oposición electoral y el discurso que juzga y reclama a un gobierno, al de tomar conciencia de la dimensión de saber y asumir la responsabilidad de gobernar un ayuntamiento desde una estructura administrativa municipal. El caso más patético es todavía el del Alcalde de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro, pues en su arrogante y necia personalidad, se localiza su peor adversario y contradicción como servidor público, ya que no ha podido establecer empatía con periodistas y medios de comunicación, por consecuencia tampoco ha podido hacerlo con una gran mayoría ciudadana.

Toni Puig, reconocido estudioso y asesor en comunicación de ayuntamientos en España señala que para “crear un estilo en un gobernante, no es suficiente saber aplicar minuciosamente el método -el librito de la leyes y reglamentos-. El Método es, siempre, razón. Cada día más en comunicación es importante la manera: la diferencia. El tono, el sello personal, propio e inimitable que hace que la comunicación del municipio emerja, con luz propia, contundente”. El principio básico de la comunicación no ha sido entendido por el “estilo de ser” del Alcalde Estrada Ferreiro, no estaba preparado para ello, no lo está.

A prácticamente un año, también la ciudadanía transita por su propia ruta de aprendizaje, pues esta nueva realidad nos confirma que para aspirar a una buena gestión municipal no sólo se requiere de la determinación de quitar a los que se considera malos gobernantes, sino que es fundamental la inteligencia para elegir a buenos gobernantes.

Hasta aquí mi opinión, los espero en este mismo espacio el próximo martes.