Avatares
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lqteran@yahoo.com.mx
Hay temas de la agenda local y nacional que nos obligan a ser reiterativos, muchas veces en contra de nuestra voluntad, pero no podemos transigir en asuntos de trascendencia que involucran el bien de la sociedad; nuestros lectores nos han compensado con su compresión, y tengan certeza que nuestros puntos de vista nacen del análisis de la cambiante realidad social y política. Por ello hemos sido enfáticos al señalar que México ha emprendido una nueva ruta, una revolución pacífica de sus estructuras, a favor de la democracia. Eso está claro respecto a los avatares de la Patria.
Lo anterior lo expresamos convencidos de la importante noticia que recibió el pueblo entrando el año y produjo un enorme gusto, la creación del Insabi, el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar, una institución de suma importancia que viene a incluir al sistema de Salud Pública a 69 millones de personas que no contaban con la protección de las instituciones de Salud Pública del Estado; con esta medida del Presidente Andrés Manuel López Obrador se hace realidad un derecho consagrado en la Constitución y se resuelve una añeja demanda social de los desprotegidos de los sistemas de salud pública, entraña un paso de gran importancia para los mexicanos.
La medida que comentamos es de un enorme significado, una más de muchas acciones inéditas que se van a conocer en corto tiempo, de hondo beneficio en el reforzamiento y mejoramiento de la salud del pueblo, y que confirma las aseveraciones que hemos venido formulando, que el cambio y el bienestar de todos es el nuevo contenido de gobierno.
Cuestión que se ponga atención a lo que viene concretando el Presidente López Obrador, para entender los alcances de la magna obra que se ha echado a cuestas, con lo cual está sentando las bases de un renacimiento en México, para mejorar la situación de las capas sociales olvidadas por los gobiernos del pasado; los planes del actual Gobierno se van a cumplir al pie de la letra, porque hay interés y se ha puesto el mejor esfuerzo en la consecución de ese propósito.
Se viene desarrollando una intensa actividad por el mejoramiento de la gente más necesitada en el ámbito del territorio nacional; en eso hay consenso social y un apoyo enorme por parte de la población, la cual sabe que se marcha por el camino correcto. Los augurios sobre el futuro de la economía y la democracia tienen una base sólida, no se parte de buenas intenciones, hay cimientos para que a fines de este año se vean de manera tangible muchos resultados de lo que ha venido anunciando el Gobierno.
La opinión de un periodista debe basarse en hechos objetivos, esa ha sido nuestra línea, que no sigue otro principio sino el de darle voz al pueblo, ser la caja de resonancia de su sentir más íntimo. Al periodista ahora se le ofrece un panorama promisorio de ejercer su oficio con plena libertad de expresión. Le queda corresponder haciéndolo con objetividad, con ética, con el sagrado ejercicio de un sano criterio. Por eso, así como hemos criticado los males nacionales, que debemos desterrar en la Nación, reconocemos que vivimos ahora un cambio histórico, que llegó para quedarse.
Las condiciones para un despegue del País se han establecido de manera definitiva; no hay nada que impida se consolide el cambio que se viene promoviendo, cuantitativa y cualitativamente, el actual régimen, lo que da una inmensa confianza sobre el porvenir de la Nación.
Se brega en el escenario nacional por mejorar la salud y la educación de los mexicanos, se está construyendo el Banco del Bienestar, para atender a los pobladores de escasos recursos, se impulsa el Tren Maya y la construcción de la refinería Dos bocas, en Tabasco, se mejora la infraestructura marítima y carretera, con la confianza de que esos proyectos se harán realidad en corto plazo, con transparencia, y lejos del esquema corrupto del “moche” y desvíos, otrora práctica perniciosa por parte del poder público.
Decíamos en una entrega reciente, que el año anterior se había sembrado en tierra fértil, lo que garantizaría una buena cosecha en el presente; esa metáfora entraña una dosis de realismo, que da pábulo quienes reiteradamente se aferran nostálgicos al pasado y quisieran que fracasaran los planes del cambio.