Ataque inédito
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Las agresiones en contra de Noroeste no nos son desconocidas. Sabemos de eso. A lo largo de 47 años las hemos padecido y enfrentado.
Y decimos padecido y enfrentado porque hemos hecho ambas cosas siempre que han pasado: las sufrimos, nos afectan, nos dejan consecuencias y huella, pero las enfrentamos de la manera que se precise e intentamos sobreponernos a ellas y salir adelante fortalecidos.
¿Lo hemos logrado? Creemos que sí, pero solo en parte, pues cada una de las agresiones nos ha costado algo, casi siempre y todas de alguna forma en lo económico, pero a veces también en la integridad física o la salud de algunos de nosotros, e incluso muchas otras veces en renuncia de personal valioso que deja de trabajar con nosotros por el temor o las consecuencias.
Así, los ataques nos han dejado huella, secuelas y consecuencias. Los que nos agreden pueden saber tal vez que, como ya lo hemos dicho, no vamos a ceder, pero también saben que sí hacen mella en nosotros de una u otra forma, y asumimos que por eso lo hacen y lo van a seguir intentando.
Sin embargo, aquí estamos y estaremos, dándolo todo por seguir informando, por seguir existiendo como empresa y como medio: sembrando lectores pero también enemigos. Sabiendo que es el precio que se paga en un país donde los ataques a periodistas y al periodismo son comunes y campea la impunidad detrás de ellos.
¿Qué fue lo que ocurrió esta semana? Nos atacaron de nuevo y de una forma que, aunque ya lo habían hecho, ahora fue diferente en muchos aspectos, pero sobre todo dos: fue mucho más agresiva que otras veces y no fue solo a nosotros.
Fuimos cinco medios sinaloenses atacados de forma similar y casi simultánea: Noroeste, Ríodoce, Línea Directa, revista Espejo y Reacción Informativa.
Todos recibimos ataques cibernéticos a nuestro sitio digital de noticias, en un lapso de alrededor de cuatro días a una semana.
En nuestro caso lo empezamos a resentir el domingo 20 de septiembre alrededor de las 9 de la mañana. El sitio de noroeste.com empezó a alentarse al intentar ingresar a algún contenido, dejó de funcionar primero de manera intermitente y luego se cayó por completo.
El portal digital, como todo elemento tecnológico, es susceptible de fallas, y lo que hacemos siempre en estos casos es que en cuanto las detectamos las reportamos a nuestro personal de Informática, quienes de inmediato se ponen a trabajar para detectar y corregir lo que se necesite.
Sin embargo, ese domingo lo primero que se detectó es que no era una falla cualquiera, sino que era como si miles de personas estuvieran llamando a la puerta al mismo tiempo con solicitudes de información en nuestro buscador, por lo que era técnicamente imposible que el sitio pudiera responder. Máxime que lo que los supuestos “usuarios” buscaban eran palabras desconocidas que obligaban a nuestro buscador a trabajar tanto que colapsó, llevándose consigo la operatividad del portal y dejándonos fuera de línea.
Claro, el lapso que se tiene que trabajar es de horas para poder detectar lo que está pasando, y mientras tanto tenemos que seguir informando, no podemos parar en nuestra labor, por lo que esos días y esas horas nos apoyamos en las redes sociales para continuar informando.
Finalmente, tras casi una semana de hackeo intermitente (aún ayer lo siguieron intentando) un análisis más detallado concluyó que fue un ataque orquestado desconocido hasta entonces para nosotros, porque nunca se había presentando uno similar, y por la forma en que se dio y la persistencia en hacerlo, sabemos que implicó tiempo y recursos extraordinarios, es decir, podemos inferir que nuestro atacante no es cualquier persona, es alguien con recursos económicos suficientes para sostener por varios días a gente con conocimientos y medios tecnológicos necesarios para un ataque de tal magnitud.
Ya lo dijimos: sabemos que así como hemos sembrado lectores también hemos cosechado enemigos, estamos conscientes de ello. La exigencia de transparencia, exponer lo que se está haciendo mal, denunciar corrupción, opinar y analizar sobre hechos y figuras públicas, nos cuesta y nos acarrea problemas.
Tan solo en la última década, además de amenazas recibidas por varios de nuestros periodistas, nos han baleado el edificio de Mazatlán, donde también nos dejaron mantas con mensajes intimidatorios y hasta una cabeza humana en la banqueta, mientras que en Culiacán hemos sido objeto de asaltos y despojos violentos de las unidades de distribución de ejemplares, e incluso nuestro director general fue baleado en un supuesto intento de asalto.
Y así como nos han amenazado y agredido a periodistas, requisado ejemplares, atacado nuestra red de distribución, o intimidado con auditorías y hasta embargos, sabemos que el objetivo es siempre el mismo: intentar que publiquemos o no publiquemos algo, hacernos patente que somos vulnerables, advertirnos que nos pueden frenar en nuestra labor...
No vamos a ceder, lo dijimos y así lo publicamos en 2010, luego de que dos sujetos atacaron con ráfagas de metralleta nuestra sede en Mazatlán. Lo reiteramos, nuestra función es informar y cuestionar, lo seguiremos haciendo, por nuestros lectores, por nuestra sociedad y por nosotros mismos.