Arde el Congreso; Graciela, prendida con alfileres
""
jesusrojasriver@gmail.com
¡Comuníqueme con el Gobernador!. Era imperante que se enterara de lo que sucedía en el Congreso, la Presidenta de la Junta de Coordinación Política estaba bajo ataque de su propia tribu, como cuando militaba en el PRD, a cuchillo y navaja, pleitos internos que buscan el control y el poder de la bancada más grande y la Junta de Coordinación Política, donde se dan las negociaciones de lo verdaderamente importante.
Comenzaron a circular titulares en los principales medios; “tumban morenistas a Domínguez”, “destituyen a Graciela”, “cambian a líder de bancada mayoritaria”. Catorce firmantes iniciales que notificaban a la Presidenta de la Mesa Directiva del Congreso, Gloria Imelda Félix: “Hemos coincidido mayoritariamente, que la Coordinación del Grupo debe recaer en una mujer con honestidad, capacidad, juventud, don de gentes y amor por Sinaloa, como la Dip. Cecilia Covarrubias González”. Se declaraban la guerra, era un motín en el barco, una insubordinación de los marineros que querían tomar el timón.
De inmediato se notificó al Gobernador y al Secretario General de Gobierno, trataron de hacer control de daños pero la información fluía casi al mismo tiempo que las notas. Como siempre, falló el enlace con el Legislativo, no alcanzaron a ver el iceberg, no hubo tiempo de maniobra, se estrellaron de frente y se sacudió el Congreso.
Comenzaron las llamadas, los jaloneos y las coacciones, los estira y afloja obligatorios cuando se rompe el paradigma. ¿Quiénes firmaron? ¿Quién los mueve? ¿Cómo que no los pudieron controlar? Para recibir ayuda, Graciela tenía que pedir el favor completo, hablar claro y hacer lo que se hace en momentos de crisis, llamar a los aliados vengan de donde vengan.
Ríos Rojo, secretario general del Congreso, iba de aquí para allá, pensativo, meditabundo. Alegatos con los jurídicos que tropezaban en las respuestas, ya les habían avisado de la posibilidad del motín pero desestimaron, creían que los sublevados no se animarían y se animaron. ¿Es legal o no es legal? ¿Cómo revertimos las acciones? Nosotros no nos vamos a ir, dijo firme la oriunda de Chametla.
En la cancha de Cecilia, lideresa de bancada por cinco horas, se festejaba el golpe con cautela, sabían que vendría la respuesta y sabían también que había firmantes de lealtad temblorosa. Dieron el madruguete, pegaron primero pero les faltó contundencia, eran 14, pero al paso de las horas comenzaron a ser menos. La historia de este País nos ha demostrado, en muchos pasajes, que los espantadizos con la candela se doblan. Comenzaron las llamadas, comenzaron las “retractaciones”.
En menos de tres horas, cuatro legisladores se desistieron y pidieron bajar su firma del documento original: José Antonio Crespo, Florentino Vizcarra, Alma Rosa Garzón, y la española Francisca Abelló. Si desconoce los nombres no se preocupe, son grises de cuerpo entero. ¿Qué les dieron? ¿Qué les dijeron? ¿Cómo acordaron dar marcha atrás? ¿Por qué les duró tan poquito su palabra?
Durante la tarde de ayer dos diputadas se decían coordinadoras del grupo parlamentario de Morena. Cecilia Covarrubias y Graciela Domínguez, ambas se declaraban legítimas jefas de bancada. La primera con la carta de separación firmada por 14 legisladores y la segunda con cartas de “retractación” de cuatro de esos 14.
Hasta la hora en que se termina de escribir esta columna, Graciela Domínguez es la virtual presidenta de la Junta de Coordinación Política porque así lo reconoce la Dip. Gloria Imelda Félix, quien tiene un solo jefe y esa orden le dio. Pero Graciela tiene muy complicado el panorama, sobre todo el nacional, porque al sostenerse de los alfileres ajenos, rompió los hilos con varios aliados en Morena, perdió el control de la bancada y se confrontó con los que simplemente no se dejarán coordinar; los de la 4T en el Congreso de Sinaloa están en pie de guerra. Luego le seguimos…