Aramu Muru (2)
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“De las crónicas de varios escritores, hoy sabemos que el disco solar de oro era un objeto real y que se encontraba en el Coricancha o templo del Sol, en el Cusco, antes de la llegada de los conquistadores.
Bartolomé de las Casas relata, en su Historia de la destrucción de las Indias, lo siguiente: “El Sol que escondieron los indios y que nunca apareció. Dicen los indios, que el Inca que está alzado lo tiene consigo”.
El escritor español Miguel Cabello Balboa sostiene que, cuando los españoles saquearon el Coricancha, el Disco Solar de oro ya no estaba más en Cusco, se lo entregaron a Túpac Amaru I y nunca fue hallado.
En 1961 Brother Philip publicó en Inglaterra la hoy célebre obra “El Secreto de los Andes” (disponible en castellano en Editorial Kier), un extraño libro que se adentraba en los enigmas del lago Titicaca y la existencia de un sacerdote antiguo llamado Aramu Muru, como líder de la oculta Hermandad de los Siete Rayos.
Aunque en el texto Philip no menciona la Puerta de Hayumarca, sí se detiene en explicar el supuesto origen de Aramu o el “Señor Meru”, afirmando que el legendario personaje fue un antiguo guardián del conocimiento en Lemuria.
Supuestamente, luego de la destrucción de su civilización, aquel ser habría emigrado a Sudamérica, concretamente al lago más alto del planeta, trayendo consigo además de los sagrados textos de su cultura, un poderoso disco de oro, un objeto sobrenatural que recuerda el famoso “Disco Solar” de los incas, que se podía contemplar en las paredes del coricancha antes de la conquista española.
El libro de Philip introdujo en los años 60 la existencia de “Aramu Muru”, la “Hermandad de los Siete Rayos”, “El Disco Solar” como elemento importante, además de mencionar lugares de poder como Marcahuasi o Paititi dentro de una red de “templos” que posee aquella esquiva estirpe de Maestros.
Pero el verdadero nombre de quien esto escribió era George Hunt Williamson, 1926-1986, conocido como uno de los primeros contactados en la ufología.
Su búsqueda sudamericana se había cruzado con otra mística, Sister Thedra (Marion Dorothy Martin), de la cual tomó, al parecer, mucha de su producción intelectual, lo cual generó una gran polémica en torno a su credibilidad.
No obstante sus escritos tienen el mérito de ser uno de los primeros en aludir a la enigmática meseta de Marcahuasi, así como al famoso muro de Pusharo y otros sitios arqueológicos más”.