Aprender de la elección de Estados Unidos

Alejandro Sicairos
08 noviembre 2020

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El deplorable Trump, reflejo de las tiranías


alexsicairos@hotmail.com

A poco más de un mes de que se publique en Sinaloa la convocatoria para el proceso electoral 2021 les llega puntual a los políticos locales, y le cae como anillo al dedo a la clase gobernante nacional, la elección de Presidente de Estados Unidos con más moralejas de las que podrían esperarse de un País que lo trivializa todo y que es capaz de volcar en un solo día sus aborrecimientos y adoraciones, a la medida exacta de la locura americana.
A escala menor y en niveles de comprensión dispares, nuestra cercana jornada para designar a gobernadores, diputados locales y federales, presidentes municipales, regidores y síndicos procuradores tiene enfrente un referente cronológicamente oportuno que reitera que prosigue la búsqueda de estabilidad, legitimidad, paz y oportunidades. Persisten las sociedades hurgando en las urnas por el paradigma gubernativo aún no encontrado.
Cuando parece que la esperanza está agonizante, el poder del sufragio siempre relumbra en horizontes sombríos. Elegir es la puerta de salida o de entrada, según se vea, a atmósferas donde la fe en cada uno, y en la colectividad a la vez, es el único oxígeno que hace que sobreviva la ilusión de ser mejores, vivir bien y entendernos adecuadamente.
De ninguna manera los actores del poder, o quienes aspiran a serlo, pueden saltarse la página actual de la historia de la democracia mundial. Aquí quedó escrito lo efímero que son los ególatras que consideran el autoritarismo como tendencia universal para liderar los pueblos y perpetuarse en modelos claramente fallidos. La recaída de los tiranos, éstos ahora con el patético rostro de los lloriqueos y pataleos de Donald Trump, contiene lecturas obligadas.
Las democracias siguen siendo el punto ciego de las libertades. Igual el ejercicio libre del voto resulta útil para incurrir en colosales errores políticos como para resarcirlos cuando los sufragantes perciben, a veces más tarde de lo que debieran, la puñalada asestada a ellos mismos con la daga del fanatismo. La razón suele equivocarse cuando al sano juicio lo obnubilan el coraje o la desesperación de salir de los horrores pasados.
Qué lastimosa estampa del hace unos días todopoderoso Trump y el hoy magnate que ni con toda su riqueza pudo comprar el voto popular para quedarse otros cuatro años en la Casa Blanca. Su populismo mal copiado a otros mandatarios que sí han podido deslumbrar a masas y manipularlas con espejismos, lo fue jalando al abismo del descrédito donde su palabra no vale un dólar y los cuatro años en el gobierno lo hipotecan inmoralmente de por vida.
Nuestros Trump mexicanos deben repasar la experiencia estadounidense. Ni a nivel nacional ni en los estados o municipios la gente está dispuesta a querer más tiempo del debido a personajes o proyectos políticos que se plantean como alborada de mejores épocas y acaban siendo largos anocheceres de demagogia, corrupción, traiciones y deshonras. Al ser testigos privilegiados de lo que pasa en el vecino país del norte, pareciera que la buena suerte nos avisa a tiempo, otra vez, de cómo el voto es el más eficaz corrector de lo torcido.
El rencor que durante la campaña electoral y la posvotación partió en dos a Estados Unidos es una especie de imagen que se refleja idéntica en las aguas bravas que no logran serenarse a más de dos años de la elección mexicana de 2018. Tal río revuelto significa ahora la rara encrucijada de dar por frustrada la Cuarta Transformación y reinstalar a sujetos y mafias que se alistan a volvernos a estafar.
El complicado dilema de remar a todo pulmón para llevar al nuevo régimen a la orilla, o a la mitad del afluente tirar los remos y quebrar la barca para que nos arrastre la corriente hacia el pasado político.
Ojalá que además de observadores de la elección presidencial de Estados Unidos, cada sinaloense y mexicano seamos también reflexivos analistas del momento que por fortuna testificamos y tomemos lo mejor para edificar el México nuevo en el enésimo intento por poner en el timón de las instituciones a los que en verdad quieran y puedan acabar con la zozobra en que resiste la nave nacional.
Viene en 2021 otra oportunidad para que busquemos que la libertad, fiel a la sentencia de George Washington, empiece a echar raíces y se convierta en una planta de rápido crecimiento. Si no queremos ver la parodia del Donald Trump doblegado y de Joe Biden victorioso, al menos sí apreciemos los apuros de la democracia por instaurar menos amenazas y muchas más certidumbres.

Reverso
Ahí tienen a Trump y Biden,
En la aleccionadora reseña,
De déspotas que se despiden,
Y un País que todavía sueña.

Espantosa incertidumbre
Aquí todo sigue igual. Estaba esperando Luis Guillermo Benítez Torres a que Andrés Manuel López Obrador viniera ayer al sur de Sinaloa a ver si mandaba alguna señal sobre el futuro del Alcalde de Mazatlán en la política. Pero AMLO no vino y la pérdida mayor por su ausencia es no saber qué le depara 2021 a “El Químico”. ¿Por qué, señor Presidente, nos condena al duro martirio de la duda?