Aplomo
El 1 de este mes iniciaron formalmente las campañas políticas para la elección presidencial e integrantes del Congreso de la Unión y de los congresos locales. Y, en algunos estados, de gobernadores y presidencias municipales. Habrá una intensa actividad política de aquí al 2 de junio por parte de los partidos políticos, buscando posicionar a sus candidatos en la competencia para obtener el voto popular.
En la ciudadanía se observa buen ánimo. Los electores esperan la llegada de la fecha de los comicios para actuar en consecuencia, con mucho aplomo y certeza a la hora de depositar su sufragio en la urna, como lo han hecho con antelación. Se percibe un ambiente tranquilo, imperando entre la ciudadanía buen ambiente, más festivo que de controversia. Esperamos que los momentos de encrespamiento, que se daban en las justas electorales y después de la elección, hayan pasado a la historia. La participación ciudadana y el respeto irrestricto a la voluntad ciudadana es la mejor manera de consolidar nuestra democracia, de convivir, aún en la diferencia de opiniones y colores, en paz y armonía. En la trascendente elección que viene, no se ven condiciones que propicien motivo de enojo ciudadano después del proceso electivo. Lo que se ve con claridad es que la voluntad ciudadana se expresará masivamente, con contundencia, como lo ha venido haciendo desde el 2018.
El estado anímico de las masas populares es de alegría, lo que es digno de celebrarse. Atrás y como penosa memoria histórica, quedan los negros procesos electorales que los ciudadanos vivieron en el pasado reciente (hace apenas hace 12 años), con tensos y fraudulentos resultados, que sellaron pactos políticos innombrables, cuyas secuelas aún son visibles (ahí nació el PRIAN). En esos comicios prevalecieron muchas triquiñuelas, era común ver grotescas maniobras con el fin de alterar el resultado de la decisión ciudadana. Están frescos, en la memoria colectiva, los relativamente cercanos y traumáticos fraudes electorales del 88 y del 2006, que no terminan de hacer sentir sus dantescos efectos hasta el presente. Se espera que esos infames hechos no vuelvan nunca jamás a darse en esta gran Nación. Las elecciones libres, el sufragio efectivo es el fundamento político para que una nación salga del subdesarrollo y emprenda su vuelo hacia su progreso social civilizado. Ese es el camino que, por fortuna, han emprendido, con patriotismo y contundencia, desde el 2018, los habitantes de este gran País.
Considerando una serie de factores que se vienen dando de manera simétrica en nuestra economía, hacia allá se camina, con paso seguro, para arribar al puerto donde prevalecen los países con las economías más sólidas. Como lo hemos dicho, partimos de estudios de factibilidades con bases bien fundadas, en objetividades sólidas, nada de buenos deseos. Hay factores a la vista que robustecen nuestra afirmación.
El que se realicen elecciones tranquilas y libres son un aliciente en el rumbo que señalamos. Hay otros factores, pero las buenas políticas son esenciales para el despegue de nuestra economía. Y, afortunadamente, estas condiciones se vienen dando, como si estuvieran programadas, para lograr el fortalecimiento de nuestro desarrollo. México está en pleno proceso de cambio, desterrando la corrupción, construyendo megaobras de infraestructura, impulsando una economía de bienestar. Pronto vamos a ver más resultados de manera objetiva, que van a corroborar lo que enfatizamos con certeza plena. Vamos por buen sendero para ganarnos el lugar que le corresponde a este País, en el concierto civilizado de las naciones del orbe.
Las condiciones en el mundo se van alineando para que México, de manera natural, nada más dependiendo de la audacia de sus gobernantes, aproveche las oportunidades que la misma realidad va produciendo en el mundo. Es de mucha importancia para este País el despegue de su economía y la consolidación de su democracia, por su impacto en un mundo globalizado.
El escrutinio electoral que se aproxima en nuestra nación entraña infinita importancia para consolidar nuestro futuro. El nuevo rostro de país emergente, consolidado económica y políticamente este Siglo 21, saldrá de estas elecciones, que cuentan, por fortuna, con una ciudadanía cada vez más politizada y clara del rumbo de progreso con bienestar social que ha tomado el País.
Otra fortaleza que apuntala el desarrollo de México es la mística cívica, patriótica, que caracteriza a su pueblo, muy arraigada en su idiosincrasia... lo que le da certidumbre de progreso en muchos aspectos.
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