Antes, durante y después

María Amparo Casar
01 noviembre 2023

Inenarrable la magnitud de la destrucción que provocó el huracán Otis en Acapulco. Supimos de la dimensión de lo ocurrido gracias a los medios que sí, en efecto, mandaron a reporteros estrella a cubrir la tragedia. Gracias a ellos, a los testimonios de las víctimas y a personas que fueron en busca de familiares o simplemente a ayudar, comprendimos la magnitud del desastre y el caos que reina en Acapulco. Aunque los llame buitres, deshonestos, corruptos, inmorales, maiceados, traficantes de la pobreza y del dolor humano. Al Presidente ya no le parecieron tan benditas las redes sociales.

El viernes por la mañana comenzó por dar gracias al creador (¿?). Terminó su mañanera -como cualquier otra- advirtiendo que se iba de gira al Estado de México porque ya estaba agendada previamente. ¿Agendada previamente? No lo dudo. Le faltó decir que el huracán no estuvo previamente agendado y que las víctimas tendrían que esperar su turno. Que buscaran un hueco en su agenda.

Para Kafka. Ese mismo viernes, a menos de 72 horas del devastador “Otis”, se exhibía en el Estado de México un cartel: “Ven y saluda al Presidente de la República Mexicana Andrés Manuel López Obrador y a la Gobernadora del Estado de México”.

En una ceremonia de casi una hora en Atizapán donde inauguró una planta potabilizadora de agua, se dejó apapachar y escuchó aplausos a raudales. En su discurso no hubo mención alguna a la tragedia. Ni una palabra de consuelo a las víctimas. Ni una oferta de rescate. Ni un señalamiento de cómo enfrentar la reconstrucción. Nada. Eso sí, anunció a los mexiquenses que tendrían más programas de apoyo y que la pensión de adultos mayores subiría a seis mil pesos. ¡Obrador, Obrador! coreaban los asistentes, pero él dijo que era maderista y no creía en la reelección. Hasta se dio tiempo de echarle un elogio a Trump: “un hombre apasionado pero visionario”.

Después de su accidentada y brevísima presencia en Acapulco, el primer discurso informativo “serio” del Presidente fue el sábado. Ni la catástrofe pudo contener su egocentrismo. Toda la información que no sale de su boca tiene un solo propósito: dañarlo a él. Dedicó cinco minutos a criticarlos. Hablando de León Krauze y de su padre, dijo: “Tienen una enfermedad ojalá y se les quite con el tiempo. Están enfermos, les fascina los vuelve locos el dinero ese es su Dios”. Y, “así otros, de las televisoras, de la radio”, remató. Yo más bien le doy las gracias.

La información fue escasa. Hay presupuesto suficiente porque ya no se roba; hay 39 fallecidos y 10 desaparecidos (hoy 46 y 58) ¡qué suerte! dice; se restableció el 55 por ciento del suministro eléctrico; repartimos 8,170 despensas y 16 mil 80 litros de agua; llegaron los servidores de la nación para hacer el censo casa por casa y vendrán más; ya hay dos centros de acopio; tenemos 14,700 efectivos de las FFAA y se incorporarán otros 1,300; los aeropuertos normalizados; Slim va ayudar con las comunicaciones; hablamos con bancos y aseguradoras. Cierra: hay que contrarrestar a los conservadores, reaccionarios que solo piensan en ellos. Que sólo les interesa el poder y el dinero.

Y ¿el número de damnificados, y las condiciones en las que viven, y la insalubridad; y el número de viviendas destruidas, y la violencia entre los vecinos, y los comercios, y el llevamos 16 mil litros de agua, pero hacen falta 250 mil, y el repartimos 8 mil despensas, pero hay más de 500 mil que las necesitan, y que deben comer al menos dos veces al día, ¿y los enfermos y los hospitales y los niños y sus escuelas ...? NADA.

Y ¿la evidencia https://goo.su/YoLhqzG de que se tuvo conocimiento diez horas antes del peligro de que el huracán llegaría a categoría 5? Propaganda de los conservadores, aunque esos conservadores se hayan tomado la molestia de investigar que hubo varias alertas y que se perdieron diez invaluables horas. Diez horas para sacar a la gente de sus humildes casas, para evacuar los hoteles, para pertrecharse. Diez horas para salvar vidas. Diez horas más para que el Presidente llegara por tierra a Acapulco ¿a qué? A NADA.

Y, ¿la ayuda de la sociedad civil que rechazó el miércoles? Por fortuna corrigió. Luego se desdijo y reiteró que “todo se va a entregar de manera directa, sin intermediarios”.

Es posible que algunas de las historias que corren en las redes sean falsas. La mayoría no lo son. Por lo pronto el video de Krauze y de muchos otros valientes periodistas no están truqueados. Esas imágenes y entrevistas retratan TODO. Retratan a las cientos de miles de personas que perdieron TODO.

A nadie puede culparse de un fenómeno natural. Al gobierno puede responsabilizarse de las acciones antes, durante y después de la catástrofe. Ya reprobó las dos primeras etapas. Queda la reivindicación a través del apoyo a la población y la reconstrucción.

A las FFAA hay que agradecerles su esfuerzo, pero ¿cómo pedirle más eficiencia si lo tienen ocupado en tantas y tantas tareas con las que se le ha recargado?