Andamiajes para el diálogo en la UAS
Rector interviene en caso Jorge Ibarra

Alejandro Sicairos
05 septiembre 2024

A reserva de que se confirme la continuidad de la estrategia de mediación de la cual hay indicios importantes, el Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Robespierre Lizárraga Otero, podría haber tomado el control de la crisis interna agudizada después de que asomó en el campus el viejo fantasma de la represión contra académicos que plantean la reforma y transformación de la casa de estudios. Al menos se han tendido algunos puentes de acercamiento y ello es mucho lograr cuando antes las autoridades universitarias en vez de cruzarlos, los dinamitaron.

A la UAS le resulta esencial en este momento instalarle alfombras rojas al diálogo, bajándole al nivel de beligerancia contra el Gobierno de Rubén Rocha Moya, el Congreso del Estado y medios y voces que advierten de la ruta hacia la barranca del descrédito en la que los actuales directivos llevan a la institución de educación superior. En el Eclesiastés rosalino hubo tiempo para descomponerlo todo y parece acercarse el tiempo de repararlo también todo. Tiempo para herir que hoy necesita con urgencia del tiempo para sanar.

Una contraseña de la toma del botón de mando por parte de Lizárraga Otero es la reunión que sostuvo ayer con el académico y periodista Jorge Ibarra Martínez después de que éste no acudió el martes al citatorio que le hizo la Dirección de Asuntos Jurídicos de la UAS, para reprenderlo por haber publicado en Noroeste artículos de su autoría refiriendo el episodio en el cual el ex Rector Héctor Melesio Cuén Ojeda probablemente se reunió en la finca Huertos del Pedregal, el 25 de julio, con Ismael “El Mayo” Zambada, hoy a disposición de la justicia de Estados Unidos que le finca cargos por narcotráfico.

El único acuerdo de Lizárraga es el de revisar el caso Jorge Ibarra y el de otros profesores de la Universidad que estén en similares circunstancias, ya que el catedrático de la Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas abogó en lo general y no en lo particular por situaciones en que sus colegas son citados a investigaciones administrativas y allí se les notifica de la rescisión del contrato laboral, en la mayoría de las veces por hacer uso de la libertad de expresión al criticar aspectos de la UAS que consideran anómalos.

Robespierre Lizárraga dio un paso importante en la posible operación para reencarrilar a la máxima casa de estudios por los rieles de la legalidad. Con el solo compromiso de hacer un análisis imparcial y decidir al respecto también con neutralidad revela códigos de distensión para abrir el arpón del autoritarismo y limpiarlo mediante la conciliación. Tal vez a algunos les parezca exceso de ingenuidad apostarle a un golpe de timón de parte del Rector, pero con candidez está empedrado el camino a la esperanza.

El otro indicio de posibles acuerdos lo dio la Diputada del Partido Sinaloense, Alba Virgen Montes Álvarez, al proponer en el Congreso del Estado que sea la 65 Legislatura, que entrará en funciones el 1 de octubre, la que tome en sus manos el proceso de reforma a la Ley Orgánica de la UAS, porque la actual, que ayer instaló el protocolo de entrega-recepción, está a contrarreloj. Mucho ojo con este planteamiento que trae el aval de los directivos universitarios y también de los que tienen el control del Partido Sinaloense después del deceso de Cuén Ojeda.

Esto sí es posible siempre y cuando existan rutas de confianza entre los grupos parlamentarios en procesos de integración y la UAS. El centro de enseñanza está ante duros desafíos de rápida atención, como lo es el recurso financiero para cerrar el año 2024 cumpliéndole a su comunidad, y la recuperación de la confianza y credibilidad a consecuencia de los recientes hechos donde la delincuencia organizada pudo haber invadido los recintos de educación superior, territorio sagrado para la sociedad sinaloense.

Pero en eso de aplazar la reforma universitaria los acuerdos de palabra son como golondrinas que no hacen verano. En todo caso tendría que ser mediante un pacto público y documentos firmados donde Lizárraga Otero haga el compromiso de transitar con la siguiente Legislatura en la consulta libre que determine si la comunidad universitaria quiere o no la nueva Ley Orgánica para la UAS, punto de quiebre entre un cacicazgo sostenido durante dos décadas y el retorno al modelo de Universidad democrática, crítica y popular cuya conducción esté soportada en las voluntad de estudiantes y trabajadores académicos y administrativos.

Ojalá que en el intento de hostigamiento al maestro Jorge Ibarra exista la inteligencia de dar marcha atrás con la indicación de que acabe la persecución contra quienes no comulgan con el tipo de Universidad que castiga el ejercicio de las libertades, derechos y valores. Y también que tenga éxito la estructuración de un arreglo entre el Congreso y la UAS para que en cuanto entre en funciones la 65 Legislatura se despejen las sendas hacia la consulta y reforma de la Ley Orgánica.

Sin echar campanas a vuelo, algo se otea en el ambiente uaseño que en los días próximos sería como lluvia fresca que cae sobre las ascuas de largos y penosos conflictos.

Quien le atribuya a la ingenuidad,

La posibilidad de la conciliación,

Es que no sabe que la Universidad,

No es el problema sino la solución.

Reaccionó rápido ayer la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno de Sinaloa cuando al resurgir rumores de posibles enfrentamientos entre delincuentes y fuerza pública al norte de Culiacán, en El Limón de los Ramos, la información oficial sofocó rápido la habitual estrategia de dispersar del miedo a través de noticias falsas. Bien hizo el General Gerardo Mérida Sánchez al dar a conocer que no hubo tal y que los tres órdenes de Gobierno mantenían recorrido en la zona para brindar seguridad a la población.

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