AMLO y Trump se apoyan mutuamente
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Arturo Santamaría Gómez
santamar24@hotmail.com
A la memoria de los apreciados Cuauhtémoc Celaya Corella y Gustavo Gama
El Presidente mexicano halagó desmesuradamente a Donald Trump, y el Presidente de Estados Unidos habló bien, como nunca lo había hecho, de los mexicoamericanos, y de un Presidente mexicano. Ambos renunciaban a lo que anteriormente han dicho en pos de objetivos políticos muy concretos: el inicio de la seducción al electorado de origen mexicano en Estados Unidos por parte de Trump, y la intención de López Obrador de dorar el ego del magnate para que lo apoye políticamente en esta etapa sumamente crítica y, por otro lado, atraer a los inversionistas estadounidenses en una coyuntura de depresión económica. López Obrador se vio como estadista y Donald Trump, quien se dejó guiar por la Secretaría de Estado, como un inteligente y flexible político en campaña.
A López Obrador no le importó la agresiva política migratoria de Trump ni los insultos que ha proferido contra los mexicanos porque, sin que dejen de agraviarnos, resultan hechos menores -suena difícil decirlo pero es un hecho- ante un contexto extremadamente grave tanto para la sociedad como para el Estado mexicanos. La dependencia de México a la economía de Estados Unidos ha crecido tanto que es imposible definir una estrategia firme a corto y mediano plazo sin una estable relación con la superpotencia. Esto, con todo y nacionalismo, ya lo entendió AMLO. Y Trump ya se dio cuenta que los mexicanos en Estados Unidos, ya sea nacidos ahí o inmigrantes, cuentan en términos económicos, electorales y laborales, cada vez más. Igualmente, el magnate que ahora habita la Casa Blanca por más que odie a México ya se dio cuenta que Estados Unidos no puede funcionar correctamente, y menos competir globalmente, sin la ya importante participación mexicana en la cadena de producción de América del Norte.
Los neoliberales, y también los que están a la izquierda de López Obrador, querían que este se comportara como un macho alfa frente al prepotente político norteamericano y le devolviera en plena Casa Blanca los improperios que ha utilizado contra los mexicanos para defender patrióticamente su dignidad y honor. Pero, como lo anterior hubiese sido un revanchismo inútil de macho bragado, optó inteligentemente por decirle que “hemos tenido desencuentros y agravios que todavía no se olvidan, pero que también hemos podido establecer acuerdos tácitos o explícitos de cooperación y convivencia”.
E igualmente hubiese sido una torpeza absurda que Donald Trump repitiera en el encuentro las tonterías que ha dicho contra los mexicanos, cuando lo que busca de aquí a las elecciones presidenciales de noviembre es ganar la mayor cantidad de votos posibles entre los mexicoamericanos. En este universo demográfico, podemos establecer dos grandes franjas: los nacidos en Estados Unidos, ya sea de primera o de varias generaciones, y por otro lado, los inmigrantes que han obtenido la ciudadanía estadounidense. Estos últimos son más susceptibles de verse influenciados por las acciones y opinión de los presidentes mexicanos, y en este caso particular, de Andrés Manuel López Obrador. En 2015 había 3.2 millones de mexicanos que habían adoptado la ciudadanía de la Patria de George Washington. Esta población suele votar menos que inmigrantes de otros orígenes nacionales, pero al menos el 50 por ciento lo hace. En las elecciones intensamente competidas de Estados Unidos esa cantidad de votos es muy importante, y Trump la quiere. Por eso invitó a AMLO. Y el Presidente mexicano lo sabe perfectamente. Así que, por lo menos de aquí a noviembre, Donald Trump seguirá hablando bien de López Obrador y de los mexicanos. El hombre de cabellera teñida zalameramente, y cambiando su discurso, le dijo a AMLO que éstos en Estados Unidos “son sumamente exitosos, son como usted: grandes negociantes, grandes personas y seres honorables”.
Como la política en lo fundamental se piensa a corto plazo, a López Obrador lo que más le importa en lo inmediato es salir lo más airoso posible de la brutal crisis que imperará en lo que resta del año, y para eso la buena relación con el Gobierno y los inversionistas estadounidenses es vital. Ya dio un paso muy importante, y si logra con ese apoyo que la depresión sea menor que lo esperado, entonces podrá presumir que su visita fue todo un éxito, el cual sería clave para obtener buenos resultados electorales en julio de 2021.
Por otro lado, si el viaje a Washington empieza a recuperar la confianza alejada de muchos empresarios mexicanos y extranjeros para volver a invertir en nuestro País, el logro del tabasqueño, y sin duda de Marcelo Ebrard y la Embajadora Bárcenas, sería doble. Pero, esto depende de que se empiece a anunciar en firme el arribo de inversiones de Estados Unidos, y también de que AMLO mantenga el perfil de estadista que mostró frente a doble Trump, lo cual no ha mantenido en nuestro propio territorio.
De regreso lo espera la terrible realidad de la contingencia sanitaria, el aumento de la violencia y la crisis económica. Pero si mantiene el temple y el talento político que exhibió en Washington, y lo traslada a las decisiones de política económica, y a una mejor relación con sus críticos, él ganará y México también.
Posdata
Una visión muy parcial de la sociedad norteamericana ha llevado a decir a muchos periodistas y políticos en México que los medios de información de EU le dieron muy poca importancia a la visita de AMLO. Si supiesen la audiencia, influencia y lectores que tienen los medios hispanos no dirían eso. Telemundo, Imevisión, las estaciones de radio y los periódicos en español como La Opinión, de Los Ángeles, o el Chicago Tribune en Español, le concedieron una amplia cobertura. Este público, por cierto, es el que más le interesaba a Trump en la visita del Presidente mexicano.