Amar lo que hacemos
""
rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf
¿Qué es mejor, hacer lo que se ama o amar lo que se hace? ¿Cuál de las dos preguntas tiene mayor peso y valor? Habrá quienes respondan que la primera cuestión; otros, se inclinarán por la segunda; incluso, habrá quienes sostengan que es algo semejante al dilema: ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?
No podemos afirmar a priori quién tenga la razón, pues cada uno tendrá sus propios argumentos; sin embargo, parece más meritorio amar lo que se hace cuando no es posible hacer lo que se ama.
Centrándose en el renglón de la felicidad, Jean Paul Sartre se inclinó por el segundo cuestionamiento: “Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace”. San Agustín resumió todo de manera espléndida: “Ama y haz lo que quieras”.
El recientemente fallecido Ennio Morricone, en el libro “En busca de aquel sonido. Mi música, mi vida. Conversaciones con Alessandro de la Rosa”, publicado en 2017, mencionó que en un principio no sentía vocación hacia la música, que tal vez podría haber sido gran médico o ajedrecista, pero que su padre -que era músico- lo conminó a seguir la tradición familiar.
Morricone confió a De la Rosa: “De niño, como te decía, tenía dos ambiciones: primero quería ser médico y, más tarde, ajedrecista. En ambos casos, me habría gustado destacar en mi terreno. Pero mi padre, Mario, trompista de profesión, no pensaba como yo. Un día me puso la trompeta en las manos y me dijo: “Os he criado a vosotros, que sois mi familia, con este instrumento. Tú harás lo mismo con la tuya”… “Así que más que de vocación, yo hablaría de adaptabilidad a la exigencia… porque me aplico y consigo amar lo que hago”.
¿Amo lo que hago?