Alivio
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frheroles@prodigy.net.mx
Para Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad
Ganamos todos, aunque algunos se piensen perdedores.
Ganamos porque Trump despreciaba la política, depreciaba los principios y pretendía gobernar un mercado de imágenes y tuits. Ganamos porque en un mundo global lo que está en juego es un proceso civilizatorio, de avance en los derechos humanos y respeto a las minorías. Ganamos porque si sólo hubieran votado los varones Trump hubiera avasallado. Perdió el macho style.
Ganamos porque hizo todo lo posible para que la mentira se impusiera como lenguaje común y perdió. Ganamos porque la grosería y la patanería instaladas en la oficina más poderosa del mundo envilecían las relaciones humanas del globo. Ganamos porque el desprecio por la ciencia sólo anunciaba calamidades, la pandemia habla. Ganamos porque el método de sembrar resentimiento, división, odio fue derrotado, en algunos casos por poco margen, pero derrotado al fin por el sentido común.
Ganamos por que la extorsión y el bulling desde el poder tropezaron y ello es una señal para quieres quieren continuar con esa fórmula. Ganamos porque en el equilibrio mundial perdió el mayor populista y en nuestro continente los dos que quedan no tendrán a ese aliado fanfarrón y descarado. Ganamos porque aquellos que tratan de minar a las instituciones desde el poder ya no tienen en Trump a un vencedor. Ganamos porque una de las democracias fundacionales, con todos sus defectos y falta de agiornamento, no debió ser torpedeada desde la propia Casa Blanca. Ganamos porque la necesaria obediencia a las reglas democráticas terminó imponiéndose, así se bloqueó a la más perversa de las subversiones: la que se realiza desde adentro, desde el poder. Ganamos porque los EE.UU., nos guste o no, gravitan en las decisiones de los órganos multilaterales, sea el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas o en la supervivencia de la UNESCO. Ganamos porque hasta los medios inclinados por él, pusieron un dique a las agresiones en contra de la vida institucional de la primera potencia económica del mundo.
Ganamos porque la ignorancia se pavoneó cuatro años como receta de éxito. Ganamos porque el resto del mundo, con todas sus diferencias étnicas, culturales, raciales, de formas de organización política, merece respeto. Ganamos porque el supremacismo blanco y la violencia como forma de negociación toparon con pared. Ganamos porque siendo los primeros socios comerciales de los EE.UU. estábamos siendo chantajeados según los intereses del descocado de la Casa Blanca y porque el “efecto cascada” de un fanfarrón racista fue permeando en la sociedad norteamericana y llegó a expresarse en restaurantes donde las miradas soberbias caían sobre los hispanohablantes y en los agentes de migración que se sentían respaldados en su grosería.
Ganamos porque el tema medioambiental despreciado durante cuatro años, volverá a su cauce racional y científico y las energías limpias -no el carbón y el combustóleo- habrán de expandirse. Ganamos porque la Casa Blanca negaba el calentamiento global siendo los EE.UU. un actor determinante en esa batalla. Ganamos porque llegar al poder político a través del poderío económico no debe ser ejemplo sino excepción. Ganamos porque el servicio público, la carrera política, están detrás de Biden y Harris, la mujer avanza. Ganamos porque sustituir principios, sean liberales o conservadores, por soundbites, desangra a la política. Ganamos porque hay mucho que aprender de la democracia de EE.UU. y eso estaba siendo amenazado. Ganamos porque también hay mucha barbarie en EE.UU. -que fue atizada desde la Casa Blanca- y esa barbarie quedó desnuda frente al mundo. Ganamos porque los EE.UU. han sido pioneros en muchas batallas de las minorías a las que el perdedor quiso imputar los males de ese país. Ganamos porque en un siglo de grandes migraciones la obsesión persecutoria hirió a decenas de miles de familias. Ganamos porque la frivolidad fue derrotada.
Más allá de las ideologías, razones para sentir alivio hay y muchas.