Algarabía
yosoy@gnozin.com
Cuando se trata de nuestra salud mental, muchas veces nos enfocamos en nuestras acciones y pensamientos conscientes y dejamos de lado nuestra parte irracional. Sin embargo, esta parte de nosotros puede ser muy poderosa e influir en nuestras decisiones y comportamientos de maneras que no siempre comprendemos. Es importante explorar esta parte de nosotros mismos y aprender a vivir con ella de manera más consciente y saludable. Dentro de un proceso de acompañamiento profesional como la terapia psicológica, o bien el coaching, se aborda cómo manejar las obsesiones, las discusiones innecesarias, el resentimiento y otros aspectos de nuestra vida interna que pueden afectar nuestra calidad de vida.
Ahora bien, para entender cómo convivir con nuestra parte irracional, es necesario profundizar en cada uno de los personajes que habitan en nuestro interior. El más común de ellos es, quizás, el perfeccionista, quien puede hacer que nuestra vida se vuelva un caos si no aprendemos a controlar su afán obsesivo por la perfección. Es importante identificar los rasgos perfeccionistas que nos afectan, y trabajar en una estrategia para hacerles frente. El perfeccionista puede ser inflexible y rígido en sus pensamientos y acciones, lo que lleva a la rigidez mental.
Por otro lado, el pendenciero también puede hacernos la vida difícil, generando conflictos innecesarios y enfrentamientos con las personas que nos rodean. El pendenciero es impulsivo y puede ser muy violento en sus reacciones, incluso ante situaciones que no representan una amenaza real. Es importante reconocer los rasgos pendencieros en nosotros y trabajar en una estrategia para controlarlos. El pendenciero también puede ser desafiante y confrontativo, lo que puede generar un ambiente hostil y poco amigable.
Otro personaje que puede afectar nuestra vida es el rencoroso, quien se alimenta de rencores y sentimientos negativos que nos envenenan por dentro. Aunque sabemos que el resentimiento prolongado nos perjudica y compromete nuestra calidad de vida, a veces resulta difícil lidiar con esa voz interior que dispara nuestro rencor. El rencoroso también puede ser desconfiado y suspicaz, lo que puede llevar a una falta de confianza en los demás y en nosotros mismos.
Finalmente, el ansioso puede entrar en pánico ante situaciones que no representan una amenaza real, pero que nuestra parte irracional interpreta como tal. Los ataques de pánico requieren un análisis particular para descubrir los errores que nos paralizan ante la posibilidad de experimentarlos y así encontramos formas más adecuadas de responder a ellos. El ansioso también puede ser aprensivo y preocuparse excesivamente por situaciones que están fuera de su control, lo que puede generar una gran ansiedad y estrés.
Teniendo en cuenta estos cuatro personajes de nuestra sombra, podemos proponer algunas soluciones prácticas y concretas para aplicar en la vida diaria y mejorar nuestra relación con nuestro lado irracional.
Perfeccionista:
Aprender a aceptar que la perfección absoluta no es alcanzable y que se pueden cometer errores sin que esto signifique fracaso o falta de valía personal.
Practicar la tolerancia a la frustración y el aprendizaje a través del error, para aprender de los errores y no permitir que los mismos generen inseguridad o miedo al fracaso.
Pendenciero:
Practicar el autocontrol y la gestión emocional en situaciones de conflicto, para evitar respuestas agresivas o violentas.
Aprender a escuchar y respetar las opiniones de los demás, incluso si difieren de las propias, para evitar confrontaciones innecesarias y buscar soluciones pacíficas a los conflictos.
Rencoroso:
Practicar el perdón y la liberación de los rencores, para evitar el envenenamiento interno y la afectación en las relaciones personales.
Aprender a comunicar de manera asertiva los sentimientos de molestia o enojo, para evitar acumular rencores y resentimientos que puedan afectar la salud emocional y mental.
Ansioso:
Aprender técnicas de relajación y respiración para manejar la ansiedad en situaciones de estrés o peligro.
Practicar la comunicación asertiva y la expresión de las propias necesidades y sentimientos, para evitar situaciones de tensión y estrés.
En definitiva, el proceso de exploración de nuestra parte irracional y la aplicación de soluciones prácticas para convivir con nuestros personajes que se asoman desde nuestra sombra es fundamental para mejorar nuestra calidad de vida y relaciones interpersonales. A través de la terapia psicológica o el coaching, podemos aprender a manejar las obsesiones, las discusiones innecesarias, el resentimiento y otros aspectos de nuestra vida interna que pueden afectar nuestra salud mental y emocional.
Quedo con Dios y contigo:
yosoy@gnozin.com