Alerta navideña: la violencia de la que no se habla

Claudia Calvin
19 diciembre 2024

Este es un artículo que desearía no tener que haber escrito, nunca. La realidad nos obliga a enfrentar una verdad dolorosa: durante las festividades navideñas, los casos de abuso infantil aumentan hasta un 40 por ciento. Los hogares, que deberían ser espacios de seguridad y amor, se convierten en escenarios de violencia y sufrimiento para muchos niños y niñas.

La pandemia evidenció la magnitud de la violencia doméstica, no sólo contra mujeres, sino también contra menores y animales. Estudios han demostrado que en hogares donde se maltrata a los animales es común que también se ejerza violencia contra los miembros más vulnerables de la familia. El maltrato animal no es sólo un acto de crueldad hacia seres indefensos; también es un indicador de otras formas de violencia interpersonal. De hecho, en muchos casos, las personas agresoras utilizan el maltrato animal como un mecanismo de control y amenaza contra niñas, niños y mujeres en el hogar.

Aquí es donde ambos temas se entrelazan de manera preocupante. Quien es capaz de violentar a un animal, muchas veces traspasa ese límite hacia otros integrantes vulnerables de la familia. Regalar animales en Navidad, aunque bien intencionado, puede derivar en situaciones de negligencia o incluso maltrato. Los animales no son objetos ni juguetes; son seres vivos que requieren compromiso y cuidado. Sin embargo, cuando un regalo inesperado se convierte en una carga, la frustración o el descuido pueden escalar en formas de violencia que afectan no solo a los animales, sino al ambiente familiar en su totalidad.

La violencia hacia los menores es una realidad alarmante que no debemos ignorar. El Informe de Alumbra, Panorama estadístico de la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes en México, en el Censo Nacional de Procuración y Justicia Estatal 2021 publicada por el INEGI, 4 de cada 10 delitos de violencia sexual cometidos fueron contra niñas, niños y adolescentes. De acuerdo con la base de datos de Lesiones 2020 publicada por la Dirección General de Información en Salud de la Secretaría de Salud en 2020, uno de cada dos casos de violencia sexual registrados en unidades médicas correspondieron a niñas, niños y adolescentes. De acuerdo con Save the Children, en 8 de cada 10 casos el agresor sexual es una persona conocida del entorno familiar. Esta cercanía dificulta la denuncia y perpetúa el silencio, especialmente en un entorno donde la violencia se normaliza o se silencia.

La Fundación Ilas sugiere cinco acciones que pueden ayudar a la prevención:

1. No permitir que niños duerman con adultos: Procurar que niñas y niños tengan un espacio separado para dormir, utilizar habitaciones distintas o áreas comunes con colchonetas.

2. Supervisar dispositivos electrónicos: Uso de herramientas de control parental en dispositivos móviles y electrónicos para limitar el acceso a contenidos inapropiados y contactos no deseados.

3. Supervisar a los adolescentes: Mantener a los adolescentes bajo vigilancia, especialmente cuando interactúan con niños más pequeños y que el área de juegos esté a la vista de personas adultas responsables.

4. Comunicación abierta: Fomentar el diálogo con los niños sobre seguridad, tener una escucha activa y validar sus expresiones, preguntas y emociones.

5. Alcohol y vigilancia: Asignar a adultos responsables para abstenerse del consumo de alcohol y encargarles la vigilancia de los menores.

Siempre hay que estar atentas y atentos a señales de violencia (recordar que no hay violencia menor ni justificable, la violencia es violencia), promover entornos de confianza que posibiliten que niñas y niños se sientan seguros de expresarse y hablar. El diálogo abierto y franco les empodera para hablar si sienten que algo no está bien.

Es importante también reforzar el cuidado responsable de animales y evitar regalar mascotas por impulso y educar sobre la importancia del bienestar animal como parte de familias sanas y respetuosas. Educar sobre el hecho de que se trata de seres sintientes, no de muñecos de peluche u objetos, y que implican cuidado, amor y responsabilidad. No pasar por alto ningún tipo de violencia hacia ellos, igual que en el párrafo anterior, violencia es violencia, jamás minimizarla y menos porque se ejerza contra animales, que también son seres vulnerables e indefensos que dependen del cuidado humano.

Es importante identificar recursos locales, como líneas de ayuda, albergues o instituciones que trabajen en la protección de menores y animales. Involucrarse puede marcar una diferencia para quienes necesitan ayuda. Promover la cultura de la denuncia y no del silencio. Si se detectan situaciones de violencia, es fundamental actuar. Las denuncias pueden salvar vidas y romper ciclos de abuso que muchas veces permanecen ocultos por silencios cómplices.

Las fiestas de estas fechas deberían ser momentos de alegría y unión, pero para muchos menores e integrantes no humanos de las familias representan una época de mayor vulnerabilidad. Como sociedad, familias y comunidades debemos reflexionar sobre el verdadero significado de la celebración y comprometernos a crear entornos seguros y amorosos para todos los miembros de la familia, incluyendo a nuestros compañeros animales.

La protección de las y los más vulnerables es una tarea de todas las personas.

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Internacionalista y politóloga, fundadora de Mujeres Construyendo

@LaClau

www.mujeresconstruyendo.com

Animal Político / @Pajaropolitico