Alan Ladd (2)
“Ladd redefinió para siempre el rol del asesino a sueldo: en lugar de un torpe matón, el arquetipo se convirtió en una figura impasible y sombría, con un porte fríamente apuesto. (Alain Delon debe sin duda esta parte de su carrera a Ladd). Ladd nunca fue un protagonista romántico al estilo de Tyrone Power, pero se convirtió en uno de los más populares de la década.
Después de que Dick Cavett hiciera un comentario despectivo a John Houseman sobre el escaso talento interpretativo de Ladd, Houseman respondió: “Era desalentador. Bajabas al set de la filmación y decías: ‘¿Por qué estamos haciendo esta película?’ Luego ibas a los “rushes” (las secuencias visuales y sonoras sin editar y filmadas cada día) y allí estaban esos hermosos ojos, llenos de pensamientos ocultos. En fin, un maravilloso actor de cine”.
En una entrevista de 1961, le preguntaron a Ladd: “¿Qué cambiarías de ti mismo si pudieras?”. Respondió escuetamente: “Todo”.
Según June Allyson en su biografía, menciona que Ladd sentía pánico volar en avión. Cuando tenía que viajar a Europa lo hacía en barco y se desplazaba en tren o en coche a otras ciudades europeas.
Rechazó el papel de James Dean en “Gigante”, uno de los films clásicos más subestimados de la historia del cine ... ¡guau! ... en mi opinión, qué bueno que rechazó el rol ofrecido, porque James Dean estuvo insuperable en el papel de Jett Rink, aunque en mi opinión la película se la llevó la Liz Taylor, Recuerdo una escena de “Giant” (basada en la novela de tu casi prima Edna Ferber, jejeje), cuando Chill Wills, refiriéndose al personaje de Jett Rink (James Dean) en el film, le dice al Rock Hudson: “Bick, you shoulda shot that fella a long time ago. Now he’s too rich to kill”. Genial.
En 1947 Ladd ocupó el décimo lugar en popularidad en una encuesta de aficionados al cine realizada por el “Motion Picture Herald”. De 1948 a 1950 ocupó el primer puesto en esa encuesta.
Aunque nunca gozó de popularidad entre los críticos de cine, tanto él como sus películas lo fueron entre el público. En sus apariciones como invitado en programas de radio, multitudes acudían a aclamarlo y, en la década de 1940, sus películas recaudaron casi $55 millones de dólares de entonces.
Durante un breve periodo en la década de 1940, Alan Ladd fue el nuevo chico de oro de Hollywood. Dotado de un cabello rubio pajizo y una simpática arruga en los ojos, era un apuesto galán muy fotogénico, a pesar de ser chaparro.
Ladd era un hombre sensible y atormentado con un problema de alcoholismo. No se parecía en nada al hombre duro y astuto que representó en el cine.
Su antigua casa de Palm Springs, California, sigue figurando en los recorridos en autobús por las casas de las estrellas de cine. Un edificio de oficinas también lleva su nombre.
En 1943, la revista “Modern Screen” publicó 16 reportajes sobre él en sus 12 números de ese año.
En 1954, Ladd y Barbara Stanwyck obtuvieron los primeros puestos en el concurso Star of Stars Award de la revista “Modern Screen” como los actores más populares entre los aficionados en los diez años anteriores.
Recuerdo en la película: Rebelde sin Causa (con James Dean), Platón (interpretado por Sal Mineo), tenía una foto de Alan Ladd en la puerta de su casillero en la escuela, pues le echamos ojo cuando abrió su locker, jejeje.
En noviembre de 1962 intentó suicidarse sin éxito y fue encontrado inconsciente tras dispararse un tiro. El estudio encubrió el incidente como un accidente. Su muerte por sobredosis en enero de 1964, aunque se sospechaba que había sido un suicidio, fue declarada oficialmente accidental.
De niño, Alan Ladd jugaba con cerillos y accidentalmente incendió su casa que mató a su padre en Hot Springs, Arkansas. A lo mejor desde ese incidente se derivaron sus broncas emocionales”.