Además de Inglaterra, ¿quién más perdió en la Eurocopa?
Los eventos deportivos y masivos, tales como los partidos de fútbol, generan muchas emociones: alegría, frustración, tristeza. Son adrenalina pura, pero tienen un ángulo poco visto y reconocido que también genera violencia y maltrato en muchas dimensiones.
Este 14 de julio pasado tuvieron lugar las finales de la Eurocopa, la Copa América (felicitaciones a España y Argentina, respectivamente) y concluyeron las fiestas de San Fermín. Los medios de comunicación y los entusiastas de cada una festejan o lloran la derrota o cuentan las “anécdotas” del encierro de toros y la aventura de correr persiguiendo -y lastimando- a animales indefensos y asustados fuera de su entorno natural. De lo que no hablan es de la violencia no visible (el maltrato a los animales es más que visible, pero he escrito de esto antes y no profundizaré aquí) que ocurre a puerta cerrada en las casas de los hinchas de los equipos y del infierno que viven quienes padecen la frustración o el “entusiasmo desbocado” de los participantes en estas celebraciones.
Empezaré por las fiestas de San Fermín, mundialmente conocidas por sus encierros y corridas de toros, donde los animales son sometidos a un trato brutal y, finalmente, a la muerte en la plaza. Paralelamente, estas celebraciones también han sido escenario de múltiples denuncias de agresiones sexuales contra mujeres. El caso más sonado fue el de La Manada en 2016 en el que 5 hombres violaron a una jovencita de 18 años en la capital de Navarra. En este 2024 han habido 24 denuncias por agresiones sexuales y 23 detenidos. La “fiesta” no lo es tal para todas y todos los participantes: evidentemente los toros no tienen nada que celebrar y las mujeres corren riesgos por el simple hecho de ser mujeres.
Por otro lado, están los partidos de fútbol. Numerosos estudios han demostrado que éstos pueden ser un desencadenante de la violencia doméstica. Por ejemplo, en el Reino Unido, los incidentes de violencia doméstica aumentan un 38 % cuando la selección inglesa pierde y un 26 % cuando juega. Es tal la correlación que en el Centro de Violencia Doméstica del país tienen un slogan: “Si a Inglaterra le dan una paliza, a ella también”. La Eurocopa terminó ayer 14 de julio con la derrota de Inglaterra. Aún no tenemos los datos de la incidencia, pero en los siguientes días seguramente se hará visible. En Colombia la violencia doméstica aumentó 38 % y 25 % durante los Mundiales de 2014 y 2018. Sabemos que América Latina es una de las regiones más violentas para las mujeres, nada indica que los datos no sean similares en los demás países.
El Mundial de Qatar en 2022 abrió una polémica que no puede pasar desapercibida. Un deporte de esta magnitud se llevó a cabo en un país en el que los derechos humanos de las mujeres no son respetados y en donde no existen leyes que las defiendan de la violencia sexual ni doméstica. La FIFA ha señalado su respeto por los derechos humanos. La selección de este país como sede puso en duda dicho co mpromiso.
¿Por qué esta realidad no tiene mayor visibilidad? Existen muchas causas, entre las que se encuentran la normalización de la violencia o su minimización, la justificación “por los efectos del alcohol y la emoción”, por la falta de denuncias y el miedo a las represalias, entre otras. Lo que es un hecho es que lo que no se nombra es como si no existiera y mientras esta violencia no se haga visible, seguirá pasando desapercibida.
Negocios millonarios como los que existen detrás del fútbol, los San Fermines y demás justas deportivas en el mundo dejan ganancias inmensas para muchas personas y empresas, y tienen un costo enorme para las mujeres, pues ellas pierden en cualquier escenario. Se sabe que las víctimas colaterales de la violencia doméstica son las niñas, los niños, las personas mayores y las mascotas. No existen datos sobre esto último aún con relación a los deportes, pero no quiere decir que sea inexistente. El costo emocional, físico y psicológico para las víctimas es grande además del costo económico que tiene, el cual se estima entre 1 % y 2 % del PIB en cada país.
Es mucho lo que puede hacerse desde una óptica de la prevención y que va desde visibilizar esta realidad y educar en ello, hasta preparar a las instancias tanto públicas como privadas en la atención a estos casos en el marco de los juegos, copas mundiales y eventos masivos para atender las denuncias. En este terreno tienen mucho que hacer tanto los medios de comunicación, como las escuelas, las asociaciones civiles, la academia, el sector público y privado. Esta realidad nos afecta a todas y a todos.
La atención a las víctimas y sanción a los responsables es central, pero más importante es dejar de normalizar esta realidad y poner manos a la obra para evitarla. La violencia, NO, NO, NO es normal y absolutamente nada la justifica, mucho menos un deporte o un evento masivo.
Una sociedad que ignora la violencia contra las mujeres y contra los seres sintientes es una sociedad destinada a su autodestrucción. Inglaterra y Colombia no fueron los únicos perdedores.