Adaptación climática de ciudades
Cada vez son más evidentes las afectaciones que el cambio climático tiene en las ciudades alrededor del mundo. El tema ya no es conocer sobre la posibilidad de que haya cambio climático, sino la necesidad de aprender a prepararse ante la nueva realidad a la que nos está llevando. El Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), de agosto de 2021, indica que entre 2030 y 2035 se rebasará el límite de temperatura que se propuso en el marco del Acuerdo de París; esto es 1.5°C. De hecho, el panorama no es alentador cuando se reconoce que la tendencia de las políticas actuales llevará a un aumento de 3.6°C para el 2100.
Ante este lúgubre panorama es importante identificar los riesgos que las ciudades enfrentan, cuyos impactos varían dependiendo del tipo de condiciones sociales, económicas, demográficas y geográficas que les caracterizan. Inundaciones costeras y tierra dentro, ondas de calor, sequías, tormentas, incendios y frío inusual inciden en costos económicos, sociales, de infraestructura y de salud de las poblaciones urbanas. Ejemplos sobran, y se pueden listar inundaciones súbitas en Zhengzhou, debido a lluvias incesantes, deslaves e inundaciones en Lima, ondas de calor e incendios en Atenas y Los Ángeles, y escasez de agua en Ciudad del Cabo y Monterrey.
Existen otras afectaciones que resultan de los impactos climáticos, como el incremento del flujo migratorio a ciudades, especialmente de personas provenientes de comunidades agrícolas que verán mermada su capacidad de preservar su sustento y modo de vida; lo que a su vez tiene impacto en las poblaciones receptoras tanto en términos de provisión de servicios públicos, incorporación de migrantes y asimilación cultural. Un impacto más es el aumento en la inseguridad alimentaria, pues la escasez de alimentos ocasiona el aumento de precios e incide en las condiciones de pobreza, teniendo las subsecuentes repercusiones de inestabilidad y conflicto social.
En esta tesitura, es importante que los gobiernos de las ciudades comiencen a plantear y desarrollar estrategias de adaptación en conjunto con actores no gubernamentales de diversa índole. Para ello se requiere inversión de carácter preventivo, y no solo reactivo ante desastres resultantes del impacto del cambio climático. Dicha inversión debe ser no solo en términos de infraestructura, como diques en zonas costeras, sino también en soluciones verdes o basadas en la naturaleza, como el uso de vegetación para reducir el calor, la sequía, el riesgo de inundación o el mejoramiento de la calidad del aire.
La valoración del riesgo climático en las ciudades y las acciones a implementar están en función de las características e idiosincrasias de sus poblaciones, y las ideas en un lugar pueden prosperar en otros lados. Por ejemplo, Sevilla es la primera ciudad en el mundo que empezó a nombrar y clasificar las ondas de calor para tomar medidas cuando estos eventos ocurran, pues su periodicidad e intensidad están incrementándose con el paso del tiempo. Miami es otro caso que reacondiciona su costa ante el contexto climático actual, la Ciudad de México está buscando captar agua de lluvia, y Barcelona y Austin están plantando árboles para reducir efectos de isla de calor.
Aun con esto, es importante considerar que la adaptación no necesariamente es la solución en ciertas situaciones. Tal es el caso de las poblaciones de pequeñas islas en desarrollo, como Kiribati, que ya visualizan migrar hacia otros países, pues se proyecta la desaparición de sus territorios; aunque la adaptación correrá a cargo de las comunidades receptoras de migrantes.
Es así que la adaptación de las ciudades al cambio climático es un tema de suma importancia que debe incluirse en la planeación urbana (económica, social y de infraestructura) de las ciudades; siempre considerando características propias y contextos nacionales y mundiales. La tarea no es fácil, pero no se puede voltear a ver a otro lado cuando ya se sabe que las condiciones de vida de la humanidad se están deteriorando lenta e incrementalmente, y que las ciudades continuarán concentrando a las poblaciones del mundo.