Activismo ocupacional
Es muy importante promover la terapia ocupacional para permitir que las personas se desarrollen de manera integral alternando cuidado, juego y trabajo, para impulsar su independencia y mejor calidad de vida.
Sin embargo, no es lo mismo terapia ocupacional que activismo ocupacional. Este último concepto nos remite a las antípodas del primero, pues se concibe solamente como cubrir los espacios para estar siempre activo y ocupado; es decir que no existan intersticios en los que la persona sienta que no está haciendo nada y se aburra.
Este peligro fue finamente retratado por Erich Fromm, en su libro “La revolución de la esperanza. Hacia una tecnología humanizada”, publicado en marzo de 1970.
Fromm señaló: “Toda nuestra cultura está impregnada de actividad en el sentido de estar ocupado, de tener ocupaciones. En efecto, la mayoría de la gente se halla tan “activa” que no soporta estar sin hacer nada, llegando incluso a convertir el llamado tiempo libre en otra forma de actividad. Cuando no estamos activos “haciendo” dinero, lo estamos paseándonos, jugando golf o charlando precisamente acerca de nada”.
Precisó: “A lo que tememos es al momento en que realmente no tenemos nada que “hacer”. El que a esta clase de conducta se la llame actividad es mera cuestión de términos. Pero sí es inquietante que gran parte de la gente que cree que es muy activa no se dé cuenta de que es, en realidad, extremadamente pasiva a pesar de sus “ocupaciones”.
“Estos individuos, añadió, necesitan ser incitados, “encendidos”, tentados, seducidos. Corren siempre sin parar jamás. Andan siempre “sucumbiendo” y nunca se levantan. Pero se imaginan que son enormemente activos, siendo que los empuja la obsesión de hacer algo para, así, huir de la angustia que provoca el enfrentarse a sí mismos”.
¿Me devora el activismo ocupacional?