A un año de la intermedia, AMLO pierde 10 millones de votos
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Martín Moreno
@_martinmoreno
SinEmbargo.MX
Dentro de un año -domingo 6 de junio- llegarán las claves y decisivas elecciones intermedias que, se quiera reconocer o no, son un referéndum para el partido en el poder. Las urnas serán el parámetro para determinar qué tan bien o qué tan mal han gobernado, en este caso, Andrés Manuel López Obrador y Morena. En ese orden, ya que AMLO es la cabeza, el corazón y el cuerpo de su partido. Nada se mueve ni se hace si el tabasqueño no lo aprueba. AMLO es Gobierno y partido.
En las últimas dos intermedias, mal le ha ido al Presidente en turno y al partido gobernante. Felipe Calderón y el PAN perdieron la mayoría relativa en San Lázaro. Peña Nieto y el PRI obtuvieron menos diputaciones y perdieron estados importantes como NL, Michoacán y Querétaro. Y todo apunta a que López Obrador y Morena recibirán un fuerte voto de castigo por el mal Gobierno que han ejercido. Allí están las cifras frías e irrebatibles. Esas son las que cuentan. Lo demás, son opiniones personales o de interés.
Tampoco se trata de ser adivinos o tener una bola de cristal enfrente. No es por ahí.
Es cuestión de revisar cifras, encuestas y tendencias electorales.
¿Y qué nos dicen esas tendencias?
Que desde febrero de 2019 a mayo de 2020 (15 meses de administración), López Obrador ha perdido alrededor de 10 millones de votos. Sí, los mismos que obtuvo de la franja de indecisos en la elección presidencial de 2018.
¿Cómo se obtiene esta cifra?
Roy Campos, número uno de Consulta Mitofsky, explica que un punto porcentual en encuestas equivale a 500 mil votos. Dos puntos, un millón de votos, y así sucesivamente.
La mayoría de las encuestas, en promedio, registraban, en febrero del año pasado, el 80 por ciento de respaldo ciudadano para AMLO. Estaba en las nubes.
Sin embargo, varios factores: el desgaste natural al gobernar, los pésimos resultados económicos, el desempleo brutal, cero crecimiento, la quiebra de empresas, presupuestos miserables al sector salud, el saqueo a los fideicomisos públicos, la violencia fuera de control, el manejo errático ante la Covid-19, el discurso divisionista presidencial, las frases desafortunadas de AMLO, sus múltiples mentiras, su insensibilidad y, en general, un mal desempeño como gobernante, han desplomado a López Obrador de las encuestas, que le otorgan ahora entre 48 y 58 por ciento de apoyo popular.
Así, en promedio, ha registrado una caída de entre 20 y 30 puntos de aprobación ciudadana, lo que equivale al desplome más fuerte durante el primer cuarto de Gobierno en comparación a los últimos 3 presidentes: Fox, Calderón y EPN.
Tomemos como base la caída más conservadora: 20 puntos.
Luego entonces, esos 20 puntos se traducen en alrededor de 10 millones de votos perdidos ya por AMLO en los últimos 15 meses de Gobierno, tomando como parámetro la tabla arriba señalada.
Sí: López Obrador ya perdió todos los votos de indecisos que obtuvo en 2018, derivado del desastre de Gobierno que significó para el País el régimen de Peña Nieto. Fue un castigo durísimo para el PRI.
Y como castigo también para el priato fueron alrededor de 5 millones de votos en contra, emitidos por priistas que estaban furiosos e indignados por la designación del externo José Antonio Meade como candidato presidencial. Esos votos de priistas resentidos fueron a parar a la causa del expriista López Obrador. Pero como cada elección es diferente en emoción y entraña, se antoja muy difícil que esa franja del priismo volviera a votar por AMLO.
Así, de esta ecuación electoral -10 millones de indecisos / voto de castigo ciudadano al PRI, más los 5 millones de priistas resentidos por la imposición de Meade- se desprenden los 15 millones de votos adicionales que ganó AMLO y que se sumaron a los otros 15 millones de sufragios que han sido la base electoral tradicional del tabasqueño durante las presidenciales del 2006 y 2012. Total: 30 millones de votos en 2018.
(En la elección presidencial del 2006, AMLO registró 14 millones 756 mil 350 votos. En la del 2012, fueron 15 millones 848 mil 827 votos. Ese ha sido su piso electoral).
“El voto de castigo no nos hará daño en 2021, porque López Obrador mantiene el apoyo de 30 millones de votos”, dicen los fanáticos y las plumas afines a AMLO.
Les tenemos malas noticias para su causa: la mitad de esos votos ya los perdieron. Se esfumaron. Se les fueron.
Aún más:
De acuerdo a Consulta Mitofsky, la aprobación de López Obrador ha caído 10 puntos más tan sólo en 2020. Es decir: serían 5 millones de votos menos para su causa.
En las elecciones locales del 2019, el lopezobradorismo perdió alrededor de 3 millones de votos.
Y con base en una encuesta de El Financiero del 13 de abril pasado, Morena “ha bajado dramáticamente en las preferencias de los ciudadanos. Actualmente, Morena capta el 18 por ciento de las preferencias de los electores, 15 puntos menos que en enero pasado, cuando registró 33 por ciento; el 59 por ciento es voto indeciso y no apoya a ningún partido”.
Y ya sabemos que el voto indeciso es el que decide las elecciones.
Las cosas no pintan bien para AMLO y Morena en 2021.
Por eso, en Palacio Nacional están más que preocupados, a diferencia de sus fanáticos que creen conservar todavía los 30 millones de votos del 2018. Saben que en la elección intermedia del 6 de junio del 2021 les va a pegar duro el voto de castigo. ¿O por qué en esta primera mitad del sexenio están apurando los cambios que le urgen a AMLO? Porque saben bien que el próximo año están en alto riesgo de perder el control de la Cámara de Diputados.
Por eso, acostumbrados al agandalle político-legislativo, AMLO y Morena quieren apoderarse del INE expulsando, antes de tiempo, al consejero presidente, Lorenzo Córdoba, para poder meterle mano a las próximas elecciones intermedias. (A mayor detalle, ver columna “AMLO y Morena quieren regresar a elecciones de Estado”. Martín Moreno. SinEmbargoMX. 12/II/2020).
Estamos justo a un año de las claves elecciones intermedias.
Es la cuenta regresiva para el voto de castigo. Como al PAN en 2009. Como al PRI en 2015 y en la presidencial del 2018.
Es la hora de cobrar facturas, sí, al mal Gobierno.