A la guerra sin fusil
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fernando@garciasais.mx
El 31 de marzo pasado se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Acuerdo por el que se establecen acciones extraordinarias para atender la emergencia sanitaria generada por el virus SARS-CoV2, y en su artículo primero el Secretario de Salud estableció que para atender la emergencia, los sectores público, social y privado, deberán implementar acciones extraordinarias.
El 14 de mayo se publicó el Acuerdo que establece la estrategia para la reapertura de las actividades sociales, educativas y económicas, así como un sistema de semáforo por regiones para evaluar semanalmente el riesgo epidemiológico relacionado con la reapertura de actividades en cada entidad federativa, así como establecer acciones extraordinarias.
En el primer acuerdo, ante la mirada de cualquier jurista, sobresale su insuficiencia regulatoria y su alto nivel de generalidad. Sirve de poco para ordenar, para guiar y para resolver. Resumidamente, las medidas dictadas consistieron en la suspensión temporal de todas aquellas actividades no esenciales. Éstas se definen ahí por exclusión. Todo lo que no sea esencial es no esencial.
Lo esencial se determinó en función de su carácter necesario para atender la emergencia sanitaria (rama médica, farmacias), las funciones involucradas con la seguridad pública y las actividades de los sectores fundamentales de la economía. El Acuerdo, consistente con su vaguedad, contiene una cláusula general que permite interpretaciones de la más variada índole: “[…] así como actividades cuya suspensión pueda tener efectos irreversibles para su continuación; […]”. Sí sociológicamente todos somos esenciales, normativamente para la etapa de la pandemia, no.
Hay varios temas que se antojan comentar. Enfatizo, por lo pronto, en la ausencia de medidas de Estado para quienes realizan tales funciones, en su carácter de esenciales. Los Acuerdos referidos, ni ningún otro instrumento que se pudo haber difundido, se han ocupado del tema. ¿Cuántas camas de hospital están reservadas para quienes han estado exponiéndose patrióticamente al riesgo sanitario? ¿A quién o a dónde deben acudir quienes realizan funciones esenciales, y sus colaboradores, en caso de requerir apoyo? ¿Qué medidas se tomaron para proteger a los familiares directos que viven con la persona esencial?
La falta de cuidado y regulación especial respecto las personas esenciales producirá consecuencias qué lamentar. Más de 8 mil 500 casos de enfermos en el sector y 111 fallecimientos entre el personal médico, son cifras que hablan por sí mismas. Además de los contagios, jurídicamente se han buscado soluciones a través de juicios de amparo, como herramienta contra la muerte, demandando insumos para trabajar o aplicar la excepción de no presentarse a laborar por ser ellos de alto riesgo..
Pero, si se va a enviar al campo de batalla, tanto sanitario como económico, ¿las restricciones generales destinadas para la población de manera provisional durante la epidemia, les aplica a las personas esenciales (ley seca, deporte al aire libre, etc.)? Supongo que el nivel de estrés de una enfermera o de un recolector de basura, sumando a la tensión nacional existente, ha de ser alto. Una persona que no se ejercita o que no tiene acceso a llevar a cabo actividades al aire libre, puede comenzar a sufrir trastornos. Si comer, dormir y ejercitarse son recomendaciones útiles, durante la pandemia no deben soslayarse.
Las providencias erráticas de la autoridad federal han propiciado, ciertamente, un desorden nacional bien estructurado: si bien no hay dolo, cada alcalde toma las decisiones que le parecen adecuadas. Nadie se despierta para hacer daño, parafraseando al expresidente Peña. Sin embargo, los ciudadanos merecemos que el Estado tome decisiones racionales que produzcan bienestar y calidad de vida.
El Estadista, tan ausente durante esta crisis, tomaría decisiones positivas. Mantener a la población sin un gobierno que mande señales y rumbos con coordenadas claras, mal informada, mal alimentada, mal ejercitada y enclaustrada no parece ser una decisión que merezca ser aplaudida.
Algunos países han asumido sus funciones con más seriedad. Han sido más enérgicos con obligar a las personas a quedarse en casa. No optaron por el exhorto del resguardo domiciliario corresponsable. En España, por ejemplo, se ordenó taxativamente no salir de casa so pena de ser arrestado. No se permitió tampoco salir a ejercitarse. Se tomaron decisiones fuertes ante un problema serio. No se exhortó. Se usó el mecanismo jurídico más poderoso en un entorno de congruencia y disciplina, tanto nacional como como en las comunidades autónomas. Medidas serias, tomadas con seriedad. Compare Usted el real decreto español que marcó el inicio de la pandemia con nuestros Acuerdos.
Preservar la calidad de vida durante la crisis debe ser una prioridad. Ejercitarse y comer sanamente son recomendaciones que no deben dejarse de tomar en cuenta. Tomar el sol es positivo para la salud. Aquí hay mucho espacio para la creatividad del funcionario público para regular de manera positiva y que las personas puedan acceder a los parques públicos de manera ordenada. Donde entra el sol, no entra el doctor.
Las políticas públicas nacionales son morosas hacia la población. A quienes llevan a cabo tareas esenciales les debemos nuestro reconocimiento y un apoyo mayor. Si se les manda a la guerra, por lo menos darles un fusil. Una política pública mejor lograda puede aún diseñarse. Hay que impulsarla.