A dos fuegos
En un país en que este año han asesinado a 11 periodistas mientras ejercían su labor, una nación que es uno de los países con más ataques a periodistas sin estar en medio de un conflicto bélico, es de resaltar que en Sinaloa 23 periodistas y activistas han solicitado medidas de protección.
Un sistema político inacabado, anclado en costumbres arcaicas de abuso, intimidación, espionaje, o en el mejor de los casos el chantaje o el soborno, han propiciado que los comunicadores sean presa de los intereses del poder.
Desde oficinas de Gobierno, dirigencias de partidos, direcciones o secretarías, los intentos por callar a los mensajeros son pan de cada día.
En Sinaloa se lloran periodistas año tras año, y año tras año la lista se va incrementando sin que pare esa impunidad.
En Sinaloa, el Instituto para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas reporta que de los comunicadores acogido a la protección, en cuatro meses, tres han tenido que salir del estado.
No hay nada peor que el miedo a lo que no se puede combatir, el miedo a una hidra de mil cabezas que acecha por todos lados, sin posibilidad de huir de ella.
Por otro lado, en Sinaloa existe un poder omnímodo alterno al legalmente establecido, el crimen organizado pulula sin ninguna restricción por calles y colonias.
Ese poder de facto es también una amenaza a los periodistas, como lo señala la directora del instituto, Jhenny Judith Bernal Arellano.
La funcionaria informó que los ataques a periodistas y defensores de derechos humanos registrados en Sinaloa provienen de funcionarios de Gobierno o grupos del crimen organizado.
“Los riesgos que hemos detectado hasta ahora con estas personas que hemos podido atender vienen de dos fuentes, una el Gobierno y dos de cuestiones vinculadas a delincuencia organizada”, señaló.
Informar siempre ha sido peligroso en los países con herencias dictatoriales, lo cual en México o en Sinaloa sería impensable, sin embargo, el problema es semejante a los que viven naciones en guerra, señala la Federación Internacional de Periodistas.
Un gobierno empeñado en reprimir por un lado y criminales dispuestos quitar del camino a quien sea, por el otro, son dos fuegos que los periodistas padecen día a día.