8 y 9 de marzo: mujeres tenían que ser

Alejandro Sicairos
09 marzo 2020

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alexsicairos@hotmail.com

Será feminista la quinta transformación

Ni una más, es el estatuto de la revolución rosa que recorre México y que como nunca en la historia estremece el pavimento, sacude la conciencia nacional y agita a instituciones y gobernantes, dándole a la Nación el estandarte perfecto de la rebeldía pacífica para que logre verdaderos cambios estructurales. No es mentira; es la voz fuerte, la razón incuestionada, los arrestos sin reserva y el derecho a la vida, todo exigido por mujeres.

Fue el sonido que patentizó la caída estrepitosa del modelo machista propio de las sociedades rupestres, el eco de ayeres de violencia y misoginia, la reverberación perfecta de los días que no han de volver. Fue un torrente, un titán y un relámpago que le arrojó luz al fondo de la última caverna de la incivilidad.

En apenas un año y tres meses de iniciada, la llamada Cuarta Transformación de México está en entredicho y asomó el domingo y lunes la quinta evolución que asoma con zapatillas y faldas. A la par del sentimiento de decepción que con lentitud pero incesante baña al actual gobierno de izquierda, la sublevación femenina avisa a tiempo de la enésima intervención cívica tendiente a restaurar la confianza.

Ellas gritaron la cuenta regresiva para aquella insurrección nacional en paz que inició en las urnas electorales el primero de julio de 2018. Señalaron la poca arena que le queda al reloj de la fe ciudadana que se activó aquel día histórico cuando el voto quiso cortar de tajo las abominables prácticas del poder. No hay tiempo para desperdiciar; lo que sí sobra es carácter en las mujeres para espolear nuevas encrucijadas del mañana posible.

Y así, tanta intensidad expuesta en las marchas y en el paro no era de esperarse. El espacio común fue ocupado por la nube feminista y el domingo las calles resultaron espoleadas por los tacones hasta hacer explotar el “¡ya basta!” contenido en las gargantas, mientras el lunes la vía pública se vio desierta porque ellas quisieron hacer sentir el peso de sus ausencias en el quehacer político, económico y social.

Para asombro y tranquilidad de todos, somos testigos del nacimiento de una gran fuerza, la de las mujeres, que al organizarse e integrarse es capaz de empujar reformas profundas y con el cimiento sólido de la dignidad. Como ramo de rosas salido del sombrero del mago que convierte las desgracias en victorias, ellas han dicho la última palabra del no todo está perdido. Han decretado la quinta transformación.

Cuando la ilusión colectiva por un País de esperanzas infinitas tiende a agotarse porque la autenticidad derrumba los anhelos de mejor destino, brota desde la desesperación la franja morada que pone el ejemplo de la no rendición, a pesar de que los experimentos políticos que anunciaban el fin de todos los males son engullidos por el mismo monstruo que mató las expectativas anteriores.

Son ellas, son muchas, son dignas y son pertinaces. Las multitudes que ganaron las calles de la capital del País y de otras ciudades mexicanas. Las que en Sinaloa salieron a transformar el descontento en esperanzas. Tantas que en las ciudades sinaloenses sentaron el dominio femenino no sobre los hombres sino sobre las circunstancias. La acción inédita que se cuantifica por la entereza indudable.

Después del 8 y 9 de marzo, hay otro México en lo general y un Sinaloa distinto en lo específico. Son la patria y la tierra de once ríos con las guerreras, heroínas del tiempo nuevo, que nunca volverán a arrodillarse frente a cualquier tipo de agravios. Es la misma Nación que se ha levantado de todos los tropiezos, pero que de hoy en adelante no estará dispuesta a las caídas sin importar del tipo que sean estas.

Qué manera de entender a Frida Kahlo al convertir el dolor en motor de lucha. De tomar el valor de La Malinche para hacerse escuchar y resaltar en escenarios fieros donde las armas apuntan a los débiles. Proseguir con la osadía de Sor Juana que sembró la semilla feminista en un México brutalmente machista. Valiente forma de hacernos ver que quedan muchísimas mujeres de la estatura de las sinaloenses Agustina Ramírez, Norma Corona, Emilia Obeso e Inés Arredondo.

Quédese pues, como baluarte mexicano, la movilización por ni una más. Ni una mujer más atacada en sus derechos sagrados. Ni una tierra que quede sin estremecerse por los pasos que nombran a la libertad. Ni una oportunidad derrochada por los que dicen que salvarán a la patria y una vez en el poder le colocan nuevos grilletes. Ni una voz callada, sea cual sea el género, mientras la traición, el robo y las mentiras quieran volver a reducirnos a la nada del silencio.

Reverso
Ábranles el mundo a ellas,
Denles las llaves de todo,
Y nos guiarán, a su modo,
A mil y una epopeyas.

Laureles para ellas
Mujeres guerreras, jamás vencidas, seguirá presumiendo Sinaloa hoy en la sesión solemne en la cual la 63 Legislatura del Congreso del Estado le impondrá a Mercedes Murillo Monge el Premio Medalla de Honor “Doctora Norma Corona Sapién”. Honra Meché a quien le da nombre al galardón y se cubre de gloria también Norma Corona al avalar la trayectoria de quien puso una vida al servicio de los más necesitados de justicia, a los que buscaban una mano tendida y encontraron todo un corazón dispuesto.