2021, el tiempo de la democracia en Sinaloa

Daniel Ramírez León
16 noviembre 2020

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ramirezleond@hotmail.com


Estamos en vísperas de conocer oficialmente a las y los candidatos de los partidos políticos y coaliciones que contenderán por la gubernatura de Sinaloa, amén del resto de los encargos en juego. Es cosa de tiempo. Semanas. De ahí la beligerante inquietud y el desasosiego de políticos que en los últimos años perdieron no sólo poder, sino olfato, lo que los lleva pasar por alto su mala reputación pública, y a no contemplar ni por asomo, su retirada.
En cambio, con ansiedad desbocada y cierta violencia, intentan adelantar el tic-tac de los tiempos electorales, camuflándose asombrosamente con nuevos ropajes y colores, que les brinde un aspecto o apariencia distinta de lo que se es, y pagando una costosa guerra sucia a través de redes sociales, encuestas amañadas, volanteo, pintas masivas de bardas, entrevistas locales y nacionales, y hasta al personero que en la conferencia de prensa mañanera del Presidente de la República, introduce una consigna maligna, que no una pregunta periodística, contra el Senador de Morena Rubén Rocha Moya, que encabeza las preferencias electorales para el gobierno de Sinaloa, con el afán de afectarlo, lo que originó que el propio Andrés Manuel López Obrador, tildara de “campañas sucias, campañas negras” los dichos referidos por el reportero.
En este ruidoso ambiente de natural incertidumbre preelectoral, falta aún mucho por ver. Sobre todo por la posibilidad de que en Sinaloa se conforme, como en Sonora, Baja California Sur, San Luis Potosí y Michoacán, la coalición PRI-PAN-PRD, que interesadamente empuja la cúpula empresarial de cúpulas, “Si por México”, pero que de forma abrumadora rechazan los militantes de esos partidos, y los cuadros que de antemano se saben, fuera de la posibilidad de contender mediante una alianza electoral de esa ¿anti naturaleza?
La conformación de las alianzas electorales son factores claves en una democracia altamente competitiva. Por eso, la dirigencia nacional de Morena ha manifestado la intención de ir en coalición con el PT y el PVEM, en correspondencia a su naturaleza plural de partido-movimiento, lo que recientemente ha sido respaldado por cerca de 200 legisladores federales del partido del Presidente, que consideran necesaria la construcción de coaliciones que permitan mantener en la segunda y última mitad del gobierno de López Obrador, la mayoría legislativa en la Cámara de Diputados para consolidar el proyecto de nación de la cuarta transformación.
Pero no sólo las alianzas son un elemento a considerar en este inusitado despertar ciudadano de participación política en el que vivimos, sino también la obligación legal de los partidos políticos y coaliciones, para determinar que las candidaturas a cargos de elección popular, se realicen bajo el principio de paridad de género y con ello garantizar la igualdad entre hombres y mujeres a puestos de representación política.
De ahí que se antojen las más impensables tránsfugas de políticos de todos los orígenes partidistas, que en su afán de aparecer en las boletas a como dé lugar, y no por motivos ideológicos o programáticos, seguramente se la jugarán fallidamente en alguno de los nacientes partidos políticos nacionales como Redes Sociales Progresistas, Partido Encuentro Solidario, y Fuerza Social por México, que por ley están impedidos para ir en alianza electoral.
Por lo demás, continúa estando en el aire el papel que jugará el PAS en el proceso electoral por venir, así como las candidaturas independientes que pudieran presentarse y la confirmación inequívoca de que los partidos tradicionales tienen dueño y no son las y los ciudadanos.
Como sea, el tiempo se agota, o si se prefiere, está por llegar, y con el tiempo, llegan las resoluciones y disoluciones. Qué 2021 sea en Sinaloa, el tiempo de la democracia. De las urnas; no de las armas. De la fiesta cívica; no de la violencia.