160 años de aquella invasión

Juan José Rodríguez
17 noviembre 2024

Hace 160 años, la bandera francesa se izó triunfal en la capital de Sinaloa y permaneció airosa ahí durante veinticuatro meses exactos.

El 13 de noviembre de 1864 llegó a Mazatlán el grueso de la escuadra francesa del Pacífico para bloquear el puerto, al mismo tiempo que el líder indígena Manuel Lozada, aliado con el Imperio, lanzaba sus fuerzas contra el sur del estado.

Entonces, Sinaloa y Jalisco eran vecinos. El octavo cantón, futuro Nayarit, deseaba separarse. Y antes existía una gran comunicación económica y social entre el sur de Sinaloa y Nayarit: familias como los Somellera, Aguirre Rojo y Patrón Careaga mantenían los mismos negocios a ambos lados del río de Las Cañas.

Décadas después de la intervención, esa zona sería el Territorio de Tepic. Una discreta forma de darle autonomía al cacicazgo indígena y quitarse un problema immediato.

El Gobernador Rosales decidió desamparar la plaza por falta de elementos para defenderla, mientras desembarcaban los soldados franceses e izaban su bandera en la ciudad indefensa. Luego se cubriría de gloria en San Pedro de las Colonias.

Los otros jefes republicanos se reunieron en El Quelite y acordaron resistir a los invasores por medio de guerrillas, porque carecían de capacidad de guerra para enfrentar a los franceses y al feroz Lozada a la vez... quien lograría luego ser perdonado y tolerado por Juárez.

Fue ese el gran momento del jalisciense Gral. Ramón Corona, quien se pasó varios años aquí en el monte, hostigando a las tropas de ocupación. Y luego mandaron a un militar cruel para doblegarlo, el mariscal Armand D’Castagny, quien ordenó incendiar todos los pueblos entre el río Presidio y el río Baluarte.

Esta ocupación concluiría exactamente dos años después: ocurrió el 13 de noviembre de 1866. Tenía que ser de esa manera porque así marcaba el contrato de los soldados y, con un día más en la misma plaza después de dos años, se les aumentaba el sueldo.

Ya no era negocio. Los franceses volvieron a sus naves acompañados de los mexicanos que habían colaborado con el Imperio. Así terminó la guerra de intervención en el estado de Sinaloa.

El periodo de gobierno de Maximiliano es llamado generalmente “Intervención Francesa”, pero otro nombre oficial es “El segundo Imperio”, como también llaman por coincidencia en Francia al gobierno de Napoleón III, su cómplice y contemporáneo.

Los franceses minimizan mucho este fracaso llamándole solo “Expedición a México. Y vaya coincidencia: un 13 de noviembre de hace 9 años, París ardería con los atentados de los grupos islámicos rebeldes.

Pero con la desocupación de Mazatlán, entonces capital, no acabó la participación de nuestro estado en esa defensa. La gran década nacional, que así es llamada ese periodo por los historiadores liberales, siguió contando con nosotros.

Un detalle que nos pasa desapercibido es que en los combates finales de la defensa ante los franceses, tuvo un gran papel la Brigada Sinaloa, conformada en efecto por valientes soldados sinaloenses.

Originalmente, esa brigada estuvo a cargo del polémico General Plácido Vega y fue transportada por mar a Acapulco y luego marchó a la Ciudad de México en la primera parte de la Intervención. Ahí fue integrada al Ejército del Centro.

Su segunda etapa es de la mano del General Ramón Corona, quien realizó la persistente guerra de guerrillas en torno a la capital de Sinaloa, que era precisamente Mazatlán.

Precisamente es en su caza cuando Castagny incendia no sólo Concordia, sino que muchos otros pueblos del sur del estado, algunos de los cuales ya no volverían a poblarse.

Al retirarse los franceses, Corona toma Mazatlán y esa brigada se integra al resto del ejército juarista que combate a las cuatro emes: Maximiliano, Miramón, Mejía y Leonardo Márquez, llamado el Tigre de Tacubaya, aunque más bien debería de llamársele “La bestia de Tacubaya”, ya que provocó una matanza de estudiantes en ese suburbio entonces de la Ciudad de México.

Según algunas fuentes, es ante las bravas tropas de Corona quien se rinde Maximiliano y entrega su espada... otras versiones afirman que a Mariano Escobedo.

De regreso a Mazatlán, en junio de 1868, Ramón Corona, siendo Comandante en Jefe de la Cuarta División del Ejército Mexicano, repelió un intento de invasión del buque de guerra inglés HMS Chanticleer. Luego enfrentó en forma diplomática al capitán de éste, William H. Bridge, que amenazaba con bombardear esa ciudad por unos problemas con empresarios ingleses.

Ese otro de los episodios olvidados de nuestra historia, tan olvidado como el propio General Corona, empalidecido en Culiacán por el zacatecano Antonio Rosales.

La historia, no siempre la escriben bien los vencedores. Ramón Corona pudo haber sido Gobernador de Sinaloa pero, por supuesto, prefirió serlo de su más rica tierra de Jalisco.

En 1889, estando en ese cargo, fue asesinado a puñaladas por un misterioso individuo llamado Primitivo Ron a quien se ejecutó de inmediato.

Se rumoró que eso fue obra de un ascendente ex compañero de armas quien le disputaba el poder nacional: Porfirio Díaz.

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