14 de febrero: desde las cenizas del amor
Este año, el 14 de febrero acontece la virtuosa conjunción de dos celebraciones, canónicamente opuestas, pero de profunda cercanía. Por un lado, tenemos la celebración del Día del Amor y de la Amistad y, al mismo tiempo, el calendario litúrgico marca la conmemoración del Miércoles de Ceniza. Fecha que guardan tanto la Iglesia católica como la Iglesia anglicana y algunas comuniones protestantes de corte ecuménico.
El Miércoles de Ceniza es el primer día de Cuaresma, su objetivo es servir de momento penitencial en el que se recuerda la insoportable levedad del pecado. Por lo tanto, se exige un reverente ayuno. Pese a la idea popular, el ayuno cuaresmal no prohíbe las relaciones sexuales. Claro, siempre y cuando sea dentro del orden matrimonial. Esta conjunción de Día de San Valentín con Miércoles de Ceniza ya había ocurrido en 2018, y habrá una próxima en 2029, es por eso que, desde hace unos años, diversos medios católicos han buscado orientar a los fieles sobre si se puede o no tener relaciones sexuales ese día.
En síntesis, dichos medios señalan que en el cristianismo no existe una fecha de abstinencia sexual obligatoria. Al contrario, cuando se trata de la intimidad en pareja, hasta la misma biblia la incentiva (1 Corintios 5:3-4). Sin embargo, una investigación realizada por la Universitat de Valencia (UV) y la de Alcalá (UAH) en 2020, demostró como, en España, durante el franquismo, sí existía abstinencia sexual durante Cuaresma. Esto se descubrió analizado los datos del Instituto Nacional de Estadística de España, comparando las concepciones en el período de 1940 a 1979 tomando en cuenta la fecha de Cuaresma de cada ciclo. La conclusión fue que “el número de concepciones de hijas e hijos durante el período de la Cuaresma era menor que antes y después de este período del calendario católico”. Hablamos de los nacimientos que ocurren entre noviembre y diciembre.
En México, sin embargo, según el INEGI, en 2022, los meses con menos nacimientos fueron febrero (9.3 por ciento), abril (7.6 por ciento) y junio (7.8 por ciento). Por su parte, noviembre (8.5 por ciento) y diciembre (9.7 por ciento) aparecen en los primeros cinco lugares de mayor natalidad. Esto habla de que en México no hay un tabú sexual generalizado en tiempo de Cuaresma, al menos recientemente. Por lo tanto, lo más probable es que este 14 de febrero la mayoría de los mexicanos celebre con alegría tanto el carnal Día del Amor como el espiritual Miércoles de Ceniza. Dicha convergencia de festividades religiosas y hedonistas es sintomática de las sociedades tendientes a la secularización.
Como señala Charles Tylor, la “era secular” no significa la desaparición de la religión, sino una reconfiguración social de las instancias de poder en la cual los preceptos religiosos pueden convivir con las asignaciones culturales civiles. De hecho, el 14 de febrero lleva mucho tiempo bajo esta secularización, pues lo de “San Valentín” solo es el recuerdo litúrgico, la expresividad concreta es como Día del Amor, de los enamorados, etc.
En el entendido de que la actividad sexual en México pierde cada vez más la normativización religiosa, incluso en fechas de mayor sacralidad, ¿puede hablarse de una secularización sexual en el país? No aún, ¡pero sí está en proceso!
En diversos estudios que hemos realizado en LEXIA sobre hábitos y prácticas sexuales que van desde los encuentros sexuales, la masturbación, el uso de juguetes sexuales, la interrupción legal del embarazo (ILE) y la diversidad sexual, hemos visto que el peso simbólico de los prejuicios religiosos sí se sigue manifestando, al menos entre jóvenes (18-35 años), y, especialmente en las mujeres. Pero también es cierto que, poco a poco, los jóvenes mexicanos están logrando una búsqueda de autoconocimiento, experimentación y toma de decisión sexual allende los dogmas y prejuicios eclesiásticos.
Al mismo tiempo, esta emergente capacidad de agencia sexual no implica una disminución de sus valores religiosos ni tradicionales. Las y los jóvenes en México con una vida sexual activa fuera de los cánones de las iglesias, no necesitan apostatar o negar su fe o identidad religiosa para experimentar plenamente el goce físico, emocional e intelectual de la sexualidad. Simplemente logran hacer converger lo uno con lo otro: lo sacro con lo profano, sus valores con su actividad sexual.
Día del Amor y Miércoles de Ceniza cayendo el mismo día representa la permeabilidad de valores en México, en donde los opuestos pueden mezclarse. La cultura mexicana no sigue una cerrada lógica aristotélica, sino que entrelaza tramas paradójicas en la sociedad, en política, incluso en economía. México transporta culturas diversas, contradictorias, en constante cambio. No somos un país donde las grandes doctrinas, sean estas políticas o religiosas, puedan implementarse generalizadamente por mucho tiempo.
Como también hemos señalado desde nuestro estudio de “El liberal Salvaje”, hay muchos Méxicos porque no solo somos diversos, sino también inconformes. Y eso es un signo de esperanza contra los anunciadores del pensamiento único: nuestro país no tiene una sola ideología, recuérdese que incluso el catolicismo, pese a ser mayoritario ya no es tan hegemónico como hace unos años. Por eso, este 14 de febrero, la sexualidad podrá vivirse libremente pese a los prejuicios religiosos, y por eso también hasta los discursos oficialistas terminan tarde o temprano entrando en crisis.
Porque en México no somos un país de ortodoxias, sino una sociedad viva, de contrastes, donde el cielo se toca con la tierra, donde, las quesadillas no siempre llevan queso y, como cantaba Timbiriche, los besos pueden ser de ceniza.
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El autor es Raúl Méndez, estratega senior en LEXIA, coordina investigaciones de antropología aplicada en estudios de mercado y opinión pública.