Al rescate de las buenas prácticas educativas
"Sugieren trabajar en la búsqueda de la calidad educativa"
La sociedad actual se encuentra sumergida en un proceso complejo y acelerado: globalizador, multicultural y tecnológico comunicativo, situado en una creciente incertidumbre valorativa que la ha conducido a vivir una crisis de axiología, tanto social, como ambiental.
En consecuencia, ha decaído el alto valor social que se le atribuía a la educación en la sociedad industrial; no es de asombrarse el por qué “los profesores han perdido su papel como líderes sociales y la educación experimenta un periodo de crisis” (Zabalza, 2013).
El descrédito a la escuela y sus agentes esenciales, los maestros, resuena en todos los medios de comunicación masiva. Quienes califican la labor docente desde una visión descontextualizada de la realidad. Ellos nos enlistan las características de los entornos sociales y físicos en los cuales se desenvuelve el maestro mexicano; y glorifican las hazañas educativas de los países Europeos.
Nuevamente el maestro mexicano se encuentra en el centro de un huracán, removido por las circunstancias de las crisis sociales, la violencia, las políticas y las reformas laborales educativas; recordemos cómo a finales del sexenio de Salinas de Gortari, se intentó destituir la Escuela Normal del sistema educativo mexicano como una acción desvalorativa a la formación del maestro.
Y otra vez en la historia de la educación mexicana, la encomienda o medicina para subsanar el desempeño docente, es la administración de recetas extranjeras. En esta ocasión, la evaluación docente calificativa.
De acuerdo con los especialistas (Rizo, 2015; Zabalza, 2013; Zabala y Malpica, 2012), esta práctica lejos de reflejar las bondades o éxitos de la educación mexicana, centra la observación en sus deficiencias y nos aleja más y más de la realidad mexicana.
Cambiar la perspectiva de observación a la problemática educativa mexicana; sería a juicio de algunos autores, enfocarse más en los éxitos que en las deficiencias. Zabalza (2013) menciona que: “En México se hacen cosas muy interesantes en el terreno de la educación de las cuales tenemos que aprender en Europa”. El autor reitera que se difunde más de lo que sucede exitosamente en Oxford o en Cambridge, que lo que ocurre en la escuela de nuestra comunidad vecina.
Identificar las buenas prácticas y difundirlas es la clave del cambio, lejos de la opinión de las políticas nacionales, normas y teorías internacionales; ellas no cambian la educación por sí solas, se requiere contextualizar, compartir y difundir las prácticas exitosas de los docentes.
Bajo la perspectiva, Zabala y Malpica (2012) irrumpen en la reflexión colegiada sobre las buenas prácticas como transformadora de la educación desde su centro, el aula, a través de sus agentes de cambio, los profesores. La reflexión docente compartida que se desprende de una autoevaluación de lo que sucede en el salón de clases; implica crear una cultura sistemática hacia la calidad educativa; crear un horizonte común: documentar los planteamientos de mejora, los procesos didácticos y resultados de aprendizaje obtenidos, y sobre todo crear la comunidad docente que permita a sus integrantes examinar, reflexionar y comparar los planteamientos con sus entornos. Hechos compartidos con la finalidad de hacer de cada experiencia, un suceso inspirador o reproducible para otros profesionistas de la educación.
Perfectiva que atiende una de las necesidades de la sociedad del conocimiento; en voz de Tobón “En la sociedad del conocimiento es esencial que las personas trabajen de manera colaborativa” (Tobón, 2013). La socioformación es un enfoque creado en el contexto latinoamericano y se fundamenta en el trabajo colaborativo, el trabajo por proyecto y el aprendizaje por formación de competencias. “Su meta es trasformar la educación retomando la buenas prácticas tradicionales y articulando las nuevas estrategias” (Tobón, 2013).
Actualmente, la socioformación es una línea de trabajo que cada día se usa más en el terreno educativo. La base didáctica es el trabajo por proyectos formativos, los cuales son estrategias generales e integrales para lograr las cuatro claves es que propone la socioformación: formar y consolidar el proyecto ético de vida, fomentar el emprendimiento, desarrollar las competencias para afrontar los retos del contexto y trabajar de manera conjunta.
Los proyectos formativos son por naturaleza transversales involucran al menos dos disciplinas, áreas o campos de conocimiento en la resolución de un problema cercano. A través de estos proyectos los docentes abordan elementos de investigación y emprendimiento, además se sistematiza la información generada del proyecto. Así, los resultados de las prácticas educativas por proyectos socioformativos son prendas fáciles de ser compartidas para la reflexión en comunidad.
El reto educativo de la sociedad actual es construir las plataformas sociales que favorezcan la comunicación docente para compartir y reflexionar en torno a las buenas prácticas educativas que se generen, ya sean socioformativas o no, en los contextos y circunstancias reales.
Hoy más que nunca, se requeriere demostrar que la mejor profesión es la docencia, quien reclama, antes que nuevos enfoques educativos y modelos curriculares, profesionales pedagógicos que desarrollen innovación en el aula para generar transformaciones en los alumnos y a través de ellos, construir una nueva sociedad.
Jesus.vizcarra@sistemavalladolid.com