"Trabajan niños en los campos de Mazatlán"

MAZATLÁN._ A pocos metros de la carretera hacia El Walamo huele a chile y es ahí donde decenas de familias jornaleras trabajan desde las primeras horas del día para conseguir el sustento familiar.

Sin embargo, las condiciones en las que trabajan los exponen ante riesgos contra la salud e incluso exponen a los menores a trabajar en su compañía sin darles el derecho de recibir educación.

Con una mirada inocente, los menores jornaleros trabajan cubiertos del sol, con pañoletas, sombreros y camisas de manga larga, cortan chile y se divierten haciendo concursos para elegir al mejor cortador de chile.

“Aquí las jornadas si son largas, pero no podemos dejar a los niños solos, por eso los traemos con nosotros, pedimos permiso en las escuelas, los traemos y cuando se termina la cosecha regresamos a la casa y regresan a la escuela”, declaró un jornalero.

En su mayoría son originarios de pueblos indígenas de estados como Guerrero, llegan en grupos, con sus esposas y sus hijos en brazos, incluso hay jornaleras que se encuentran embarazadas y aún así la necesidad es la que los mantiene trabajando día y noche.

Llegan a los campos desde las primeras horas del día, bajan de grandes camionetas y se amarran costales a las cintura para iniciar su trabajo, recorren las hectáreas consiguiendo los mejores chiles, los que estén verdes y fuertes.

Los adultos cargan hasta tres arpillas por persona, que tienen un peso aproximado de 20 a 30 kilos cada costal, lo cargan en los camiones.

“Nos pagan como a 18 pesos la arpilla, no nos alcanza y es bien difícil por eso trabajamos todos, la necesidad nos habla y tenemos que llevar de comer”, señaló el jornalero.

Así, durante meses los jornaleros y sus familias viven en situaciones extremas, con bajos salarios y expuestos al sol por la necesidad a la que se enfrentan.

Hacen de sus hijos los pequeños jornaleros del campo y los hacen perder la educación básica que los podría asegurar un mejor futuro.

18 pesos

reciben por una arpilla de chiles