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"NEWSWEEK"

"Heridas autoinfligidas"

"Para librar al mundo de los idiotas, hay que avergonzarlos"

Stav Ziv

@stavziv

 

La proliferación de selfies tomadas en el Monumento a los Judíos Asesinados de Europa, situado en Berlín, y publicadas en las redes sociales hizo enojar a Shahak Shapira, un judío israelí que se mudó a Alemania con su madre y su hermano a los 14 años de edad.

“Me pareció un tanto idiota. Idiota e ignorante”, dice. “Evidentemente, a la gente no le importa un carajo el sitio donde está. No le dedican ni un solo pensamiento. ¿Practicar yoga o hacer malabares con pelotas de color rosa en el monumento que señala la muerte de 6 millones de judíos?”.

El monumento a los 6 millones de personas que perecieron bajo el brutal régimen de los nazis y que se ha convertido en el telón de fondo de incontables fotos pretendidamente artísticas no muestra su tema de manera tan explícita como indica su nombre. Se trata de una enorme estructura de losas de concreto rectangulares, de color gris y diferentes alturas, situada en una plaza al este del frondoso parque Tiergarten, entre las calles nombradas en honor de Hannah Arendt y Cora Berliner. Entre los 2 mil 711 bloques, que recuerdan vagamente a ataúdes, los visitantes deambulan entre los rayos del sol y las sombras mientras que el resto de la capital de Alemania parece cerca y lejos al mismo tiempo.

Al igual que en cientos más de sitios y monumentos relacionados con el Holocausto, en ocasiones los visitantes se muestran tímidos sobre cómo actuar o reaccionar o, peor aún, se muestran indiferentes. Y al igual que en otros sitios de todo tipo, las personas sacan instintivamente sus teléfonos celulares para tomarse tontas fotos que podrían publicar en Instagram o Facebook. El resultado: rostros sonrientes en lugares como Auschwitz.

Se ha escrito sobre esta tendencia en publicaciones que van desde The New Yorker hasta Vice, y se han recogido ejemplos en blogs como la ahora extinta página de Facebook “With My Besties in Auschwitz” (“Con mis mejores amigos en Auschwitz”, traducido del hebreo) y la página de Tumblr, de temática más general, titulada “Selfies at Serious Places” (Selfies en lugares serios).

Aunque estas recopilaciones hacen mofa de quienes toman las fotos y de esta extraña variedad de la cultura de las selfies, estos esfuerzos le parecieron inútiles a Shapira.

“Eso no funcionó”, dice. “Era necesario algo, encender algo en las personas que les hiciera pensar. Algo que les hiciera sentir incómodas al respecto”.

Tras varios años de reflexionar, puso en marcha “Yolocaust” a mediados de enero, no sólo para causar incomodidad, sino también para iniciar conversaciones y provocar el debate.

Publicó un sitio web con un conjunto de 12 fotografías tomadas en el Monumento a los Judíos Asesinados de Europa, seleccionadas en las redes sociales y en perfiles en sitios de citas, en las que aparecían personas saltando desde los bloques, parándose de manos, haciendo muecas, posturas de yoga o malabares. No se incluyen nombres, pero las imágenes incluyen las reacciones que generaron (“me gusta”, etcétera), así como los títulos y etiquetas originales, entre los que se incluyen “Gánster alemán” y “Saltando sobre judíos muertos”. Cuando los espectadores colocaban el cursor sobre una imagen, ésta se transformaba en una versión en blanco y negro recortada que se mezclaba con una foto de víctimas del Holocausto. De repente, las personas que aparecían en la selfie parecían posar entre montones de cadáveres o demacrados prisioneros de los campos de concentración.

El nombre del proyecto es una combinación del acrónimo YOLO (“You only live once”, solo se vive una vez) y Holocausto. En un texto breve, el artista prometió que si alguna persona que encontrara su fotografía en el sitio deseaba que ésta fuera retirada, él lo haría de inmediato. Lo único que la persona tenía que hacer era escribir un correo electrónico a una dirección que comenzaba con la frase “undouche.me” (“desidiotíza.me”)

Shapira, de 28 años, ha trabajado como director creativo en publicidad y ha escrito un exitoso libro en el que habla de temas tan diversos como la política, la discriminación, la pornografía y Tinder. Escribió sobre su experiencia al mudarse desde Israel y crecer en una pequeña ciudad que pertenecía antiguamente a Alemania del Este con “un montón de nazis”, es decir, miembros del derechista y ultranacionalista Partido Nacional Democrático, “y principalmente, personas que toleraban a los nazis”.

En el libro también cuenta acerca de sus dos abuelos. Uno de ellos creció en Varsovia y fue el único miembro de su familia que sobrevivió al Holocausto. El otro era Amitzur Shapira, corredor convertido en entrenador que fue uno de los nueve miembros de la delegación olímpica israelí tomada como rehén por palestinos en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972 después de que dos de los deportistas fueron asesinados. Los nueve restantes murieron después durante un tiroteo en el aeropuerto. En enero de 2015, Shapira se topó con un grupo de hombres en una estación de trenes de Berlín cantando canciones antisemitas y gritando “A la mierda Israel” y “A la mierda los judíos”. Les pidió que pararan mientras los grababa con la cámara de su teléfono celular. Supuestamente, cuando se rehusó a borrar el archivo, ellos le escupieron, lo patearon y lo golpearon en la cabeza.

Dos años después, puso en marcha Yolocaust. El sitio atrajo a 2.5 millones de visitantes en una semana y fue comentado en publicaciones de todo el mundo. Un vídeo de AJ+ acerca del proyecto ha logrado más de 57 millones de reproducciones. Algunos comentaristas de las redes sociales han agradecido a Shapira, y muchos compartieron sus experiencias al visitar el monumento en Berlín, otros sitios del Holocausto o lugares donde se conmemoran otros sucesos (como el monumento a las víctimas del 11 de septiembre) y sentirse molestos por la toma de ese tipo de fotografías.

Shapira ha sido considerado un héroe, pero también se le ha llamado bravucón, fascista e idiota. Fue acusado de poner en vergüenza a participantes involuntarios y de trivializar el sufrimiento de las víctimas. Su proyecto fue calificado como una mentira y “tan equivocado como las personas que tomaron las selfies”. También recibió mensajes de odio, algunos de los cuales compartió en el sitio, como el siguiente: “SIGUE LLORANDO TONTO JUDÍO JAJAJA JAJAJA” y “Qué lástima que no estuviste en un campo de concentración alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Espero que lo estés algún día”. También hubo críticas más meditadas y respetuosas que cuestionaban la necesidad y la efectividad de avergonzar públicamente a las personas.

“Imagina que tienes algo atorado entre los dientes y yo lo señaló con el dedo y te lo digo, de manera que no tengas que pasar más vergüenzas”, declaró Shapira a Newsweek en respuesta a la crítica de avergonzar a otras personas. “Haré enojar a algunas personas, eso es seguro. Por otra parte, es posible que pueda iniciar un debate aquí y convertirlo en algo bueno”. Y como una prueba de su éxito, pregunta, “¿Acaso estaríamos hablando ahora?”

Mientras los artículos y comentarios brotaban por todas partes y los textos de opinión evaluaban los méritos y las fallas del proyecto, al buzón de Shapira llegaban solicitudes para retirar las fotografías. En una semana, las 12 personas mostradas en el sitio se habían puesto en contacto, por lo que las imágenes desaparecieron una por una hasta que no quedó nada. Shapira reemplazó la página web original con una carta en la que describe el proyecto que había puesto en marcha pero que ya no podía ser visto.

“Nunca creí que pudiera ocurrir tan rápido y que en realidad pudiera ponerme en contacto con esas personas. Quería hacer un proyecto factible. No deseaba que durara para siempre. No quería recordar a las personas cómo debían comportarse. Quería que lo entendieran”.

El artista ya piensa en su siguiente proyecto. “Tengo que hacer algo acerca de esta mierda de prohibición contra los musulmanes”, dice. “Es una maldita locura”.

 

 

Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek

 

 

 

 

 

 

 

“Me pareció un tanto idiota. Idiota e ignorante… Evidentemente, a la gente no le importa un carajo el sitio donde está. No le dedican ni un solo pensamiento. ¿Practicar yoga o hacer malabares con pelotas de color rosa en el monumento que señala la muerte de 6 millones de judíos?”.

Shahak Shapira

Judío israelí que vive en Alemania

 

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