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"Foro Davos"

"Ayuda para el aprendizaje"

"Si seguimos estos sencillos pasos podremos acabar con el hambre mundial"

Lauren Bush Lauren

 

Han pasado casi 12 años desde que escuché una conferencia de Peter Singer, que en ese entonces era mi profesor de ética en la Universidad de Princeton, la cual cambió mi forma de pensar sobre la filantropía. El dilema moral que planteó se convirtió en la motivación de mi trabajo de vida. “Imaginen que van caminando cerca de un lago y que no hay nadie a la vista -pidió Singer-. Y que hay un niño que se ahogará si ustedes no actúan. ¿Saltarían para salvarlo, aunque arruinaran su ropa nueva, o seguirían su camino?”.

Todos mis compañeros de clase estuvieron de acuerdo en que el valor de la ropa nueva era exponencialmente menor que el de una vida humana, y que, por ello, el transeúnte tenía la obligación moral de saltar al lago y salvar al niño. Pero entonces nuestro profesor preguntó si habría alguna diferencia en si el niño estuviera muy lejos, pero enfrentara un peligro de muerte similar. Todos estuvimos de acuerdo en que la obligación moral persistía. Luego, Singer equiparó el niño a punto de ahogarse con la difícil situación de las personas que viven en extrema pobreza en todo el mundo, y señaló que todos somos transeúntes que cuentan con los medios para salvar vidas con un costo muy pequeño para nosotros.

Salí de la clase con un nuevo marco de apreciación del mundo: aun cuando era posible que nunca conociera personalmente a ese niño a punto de ahogarse, tenía el poder para salvarlo mediante la entrega de mis recursos y, como resultado, mi imperativo moral es hacer justamente eso. Todos tenemos la obligación de aprovechar al máximo los recursos que tenemos para ayudar a quienes lo necesitan.

Cada día, aproximadamente 800 millones de personas en todo el mundo, es decir, alrededor de una de cada nueve personas, no sabe de dónde provendrá su siguiente comida. Cien millones de niños tienen un peso menor al normal, y muchos de ellos están mal nutridos. La malnutrición sigue provocando más de 3 millones de muertes cada año y es responsable de casi la mitad de las muertes de niños menores de 5 años. Demasiados niños serán incapaces de alcanzar todo su potencial físico o mental debido a que carecen de la alimentación y la nutrición adecuadas para crecer y desarrollarse. Nadie debería estar obligado a vivir con esta lucha cotidiana y mortal.

Para mí, el viaje para crear la Feed Foundation, una empresa social con la misión de producir buenos productos que ayuden a alimentar al mundo, comenzó hace más de 12 años, cuando empecé a viajar con el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas como estudiante embajadora. En visitas oficiales a Guatemala, Honduras, Chad, Lesoto, Kenia y Camboya pude ver cómo estas estadísticas adquirían vida en los rostros de familias y niños reales.

Mi primera parada en mi primer viaje al campo fue un centro de alimentación terapéutica en Guatemala, una austera clínica en la región montañosa rural, en la que se daba tratamiento a niños con malnutrición grave. Me resultó estremecedor encontrarme con niños letárgicos, muchos de ellos con discapacidades mentales y físicamente enfermos, debido a que no tenían acceso a algo tan básico como la alimentación. Cuando salía del centro una madre se acercó a mí; llevaba en brazos a su pequeño hijo, que sufría visiblemente. Cuando lo puso en mis brazos supuse que tendría 4 años, pero al poco tiempo me enteré de que en realidad tenía 7 y estaba gravemente desnutrido. El recuerdo de este niño y de tantos otros que he conocido durante mis viajes alrededor del mundo ha quedado grabado en mi mente para siempre.

La mayoría de las personas no tienen el tipo de experiencia visceral que yo tuve al conocer a estos niños, lo que hace difícil que comprendan su sufrimiento o que sientan pasión por ayudarlos. Tuve que enfrentar esta realidad cuando regresé de mis viajes a casa, sin saber cómo inspirar y motivar a otras personas para que participaran en la abrumadora cuestión del hambre mundial. Gracias a esta frustración se me ocurrió la idea de la primera bolsa de Feed; cada compra proporciona a un niño de un país en desarrollo un año de comidas escolares. Al dar a los consumidores la oportunidad de convertirse en donadores y defensores mediante sus compras o campañas de recaudación de fondos, Feed ha podido pagar casi 100 millones de comidas durante los últimos 10 años.

El hambre mundial, al igual que muchos de los problemas globales, puede parecer insuperable, pero después de una década de realizar labores de concienciación, siento una gran esperanza. El hambre es un problema que puede resolverse, y estamos cada vez más cerca de un mundo en el que cada niño tenga la nutrición que necesita para crecer, aprender y prosperar.

Para acabar con el hambre, los Estados y los líderes de las organizaciones no gubernamentales deben invertir en la agricultura local, implementar prácticas agrícolas que puedan adaptarse al cambio climático y a los climas extremos, y garantizar el acceso durante todo el año a alimentos nutritivos en las comunidades vulnerables, lo cual requerirá una combinación de alimentos producidos localmente e importados.

John McArthur, miembro de alto rango de la Brookings Institution, ha observado recientemente que “países como Brasil y Etiopía han mostrado el notable avance que se puede lograr mediante esfuerzos multidisciplinarios. Algunas de las estrategias exitosas han incluido medidas como inversiones dirigidas para ayudar a los pequeños granjeros a aumentar el rendimiento de las cosechas, lo cual produciría el doble beneficio de incrementar los ingresos de los granjeros, al tiempo que se aumenta la disponibilidad de alimentos para otras personas, así como programas de apoyo social como las comidas escolares, las transferencias de efectivo e iniciativas de empleo estacional que garanticen que hasta las personas más pobres puedan obtener alimentos en los tiempos de austeridad”.

Aunque aún hay mucho trabajo por hacer, se han logrado avances en las últimas décadas. McArthur señala que, desde 2005, ha habido una reducción constante en el número de personas que luchan contra la desnutrición crónica, el cual ha caído de alrededor de 15 por ciento a alrededor de 11 por ciento en 2015, al tiempo que se ha incrementado el acceso a los alimentos. Esta reducción ha ocurrido a pesar del aumento en la población mundial, de acuerdo con Naciones Unidas, debido al aumento en la productividad agrícola y al crecimiento económico. Sin embargo, obstáculos como la degradación ambiental y las sequías amenazan con disminuir la velocidad de los avances hacia la meta de Naciones Unidas de acabar con el hambre mundial en 2030.

El logro de esa meta solo es realista si los gobiernos occidentales siguen sintiéndose moralmente obligados a ayudar no solo a los niños en desventaja que se encuentran en sus países de origen, sino también a los que pasan hambre y a quienes no pueden ver tan fácilmente.

Cuando los líderes mundiales se reúnan en Davos, Suiza, este año, invito a todo el mundo a sentir el imperativo moral a nombre de nosotros mismos, de nuestras familias, de nuestras comunidades y de nuestras naciones a convertirnos en los transeúntes que deciden detenerse a ayudar. Espero que algún día las organizaciones como Feed dejen de ser necesarias.

 

 

La autora es directora ejecutiva y fundadora de Feed Projects

 

 

800

Millones de personas en todo el mundo cada día no saben de dónde provendrá su siguiente comida

 

1 de cada 9 personas
en el mundo padece hambre

 

100

Millones de niños tienen un peso menor al normal, y muchos de ellos están mal nutridos

 

3

Millones de muertes cada año provoca la desnutrición

 

 

Foro Davos

 

Esta semana, del 17 al 20 de enero se desarrolla en la ciudad de Davos, Suiza, el Foro Económico Mundial, que año con año reúne a los líderes mundiales del mundo empresarial, político, periodístico e intelectual para discutir los problemas más apremiantes del planeta, como la salud, el medio ambiente, la pobreza, el hambre, entre otros.

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