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"Opinión"

"Quirino Ordaz y Las Lichis"

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09/12/2016

    Arturo Santamaría Gómez

    La reunión del Gobernador electo con gran parte de las figuras más destacadas de la clase política priista de Sinaloa en el rancho de Las Lichis puede interpretarse al menos de dos maneras:
     
    Una: como un acto de unidad tricolor alrededor del que será el nuevo gobernante estatal y, según dicta la tradición de ese partido, también su máximo jefe político. Dos: como un acto de presión, o por lo menos de seducción, de los ex virreyes y de la familia Salido, un actor político central en el anterior Gobierno, hacia Quirino.
     
    Quirino Ordaz, a regañadientes, pero durante la campaña pudo unificar al conjunto del priismo. Unos más, unos menos, le entregaron su amor. Otros no hicieron nada pero finalmente no lo sabotearon (hasta donde se sabe). Incluso recibió el apoyo de los escisionistas de 2010 que agrupó Malova. Por cierto, de los priistas que rompieron con su partido hace seis años, sólo Mario López Valdez regresó al pesebre, olvidándose de quienes lo llevaron al poder, porque Gabino Cué, en Oaxaca, y Moreno Valle, en Puebla, se mantuvieron en la línea. El poblano, incluso, es precandidato del PAN a la Presidencia de la República.
     
    Quirino, al parecer, resistió las presiones de todos los grupos priistas que le solicitaron candidaturas a alcaldías y diputaciones durante la campaña. Sin embargo, por lo poco que trasciende en la prensa, da a pensar que está cediendo no tan sólo ante los virreyes, Toledo Corro, Labastida, Millán y Aguilar Padilla, sino ante empresarios con los que no tenía una relación cercana, como los Salido.
     
    También se alcanza a ver que, después de la visita de Ochoa Reza, el tecnócrata que dirige al PRI y quiere aprender a hacer política, personajes como Daniel Amador ya piden un lugar para su gremio en el gabinete.
     
    Quirino Ordaz debería ser un Gobernador fuerte si consideramos que ganó con un amplio margen. Fue el tricolor que entregó mejores cuentas en las elecciones pasadas. Sin embargo, da la impresión que está cediendo ante los virreyes y otros actores.
     
    Labastida, Millán y Aguilar quieren aprovechar la crisis de liderazgo nacional de Peña Nieto, que todavía no se refleja de la misma manera en el juego político interno del PRI, al menos hasta 2018, para influir en Quirino. Quizá piensan, Juan S. Millán así lo ha declarado, para lo cual no necesita ser ningún mago, que el tricolor va a salir de Los Pinos en 2018 y, por lo tanto, ese vacío tiene que ser llenado por otros actores. Los políticos regionales van a aprovechar el desmembramiento del PRI nacional para atrincherarse y fortalecerse en su propio patio.
     
    Sin embargo, quedan dos años antes de que Peña Nieto deje Los Pinos y pierda el liderazgo de su partido. Para Quirino sería un grave error ceder antes de tiempo frente a los grupos de presión locales y alejarse del poder central, máxime en una situación de crisis económica y de emergencia nacional ante el ascenso de Trump, y en un sistema político que sigue siendo fuertemente centralista.
     
    Quirino depende más de los Diputados federales y de los Senadores, así como del Ejecutivo Federal,  para obtener recursos económicos y apoyos del Ejército y la Marina, que de las fuerzas políticas locales.
     
    El Gobernador electo, paradójicamente, al ser un tecnócrata y no un político tradicional, está ante la oportunidad de entregar mejores cuentas para Sinaloa que lo que hicieron sus antecesores. Sobre todo si no cede ante la tentación del enriquecimiento ilícito, lo cual es una norma dentro del sistema político vigente.
     
    Al PRI no le va a servir de nada que, sobre todo su líder formal hable contra la corrupción, difícilmente alguien les cree; sin embargo, si no hacen un mínimo esfuerzo para no caer en ella, sobre todo los nuevos gobernadores, van a agudizar la crisis de representación y credibilidad no tan solo de su partido, sino del sistema político y del Estado.
     
    Si Quirino tiene tamaños y entiende el momento histórico por el que transita su partido y el País puede convertirse en un estadista, si no será un gobernante más del que sólo se recuerde cómo salió más rico que lo que ya era. Para eso, tiene que decidir por sí mismo, escuchar pero no dejarse presionar ni chantajear. 
     
    Es mucho soñar, pero Sinaloa y México necesitan más imaginación que las realidades que  padecemos.
     
    Posdata
    Ante el milagro económico sinaloense, el Partido Comunista Chino va a contratar a Malova para que los asesore en la conducción de su País. Bueno, al menos en el aparato de propaganda.
     

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