|
"Opinión"

"¿Qué nos espera a los mexicanos con el Pejelagarto?"

""
17/02/2017

    Jorge del Rincón Bernal

    ¡Hola mis amables lectores! El tema de hoy no es la primera ocasión que lo tomo, pero voy a evitar una copia del anterior, ya que no será una trascripción. Mi temor es que AMLO nos convierta en otra Venezuela.
     
    En estos momentos, Andrés Manuel López Obrador es el precandidato con mayores posibilidades de ganar la presidencia en el 2018, algo que no se merece México. Toco este tema debido a unas palabras que leí de Gerardo Enrique Garibay, el cual me pareció muy interesante.
     
    No estoy dispuesto a que en México repitamos el mismo error que cometieron los demócratas en Estados Unidos, cuando se pasaron toda la ruta electoral despreciando a Donald Trump y dándolo por perdido, hasta que el día de las elecciones despertaron de su embriaguez de optimismo con una “cruda” que les va a durar por lo menos 4 años.
     
    No, el Peje no me agrada ni tantito, me parece un tipo populista, demagogo, corrupto, peligroso, retardatario, agresivo, y todos los demás epítetos que se le pueden ocurrir a usted, estimado lector. Sin embargo, la antipatía no debe ser equivalente a ceguera, y el hecho es que las circunstancias actuales ponen (y por mucho) a Andrés Manuel como el candidato favorito.
     
    Me explico, es favorito en primer lugar porque así lo marcan las encuestas. Es una ventaja que ha mantenido consistentemente desde el inicio del suspirantado preelectoral rumbo al 2018. AMLO en los treintas, Zavala en los veintes y el PRI en los 10 y tantos; así se han repartido en prácticamente todas las encuestas de los últimos meses. Sin embargo, no solo importa el número que arrojan las encuestas, sino también el entusiasmo de los seguidores.
     
    El único que en estos momentos tiene simpatizantes entusiastas es AMLO, porque lleva 10 años montado en la muy cómoda posición del opositor, aprovechando cada escándalo del PAN y del PRI para posicionar su imagen como alternativa. Además, ha seguido picando piedra y en relativamente poco tiempo ha consolidado una estructura operativa, en buena parte del país a través de MORENA, capaz de meter en serios aprietos a los competidores, como lo demostró el año pasado en Veracruz y como lo está confirmando este año en las elecciones a gobernador del Estado de México.
     
    Además, tiene otra ventaja similar a la que desarrolló Donald Trump: inmunidad a los ataques. El hecho es que en los últimos 17 años a López Obrador lo han acusado de todo lo posible y lo imposible, y aun así, encabeza las preferencias. Esas son simpatías que no le puede quitar nadie. Todo lo que le queda es subir. En cambio, cualquier otro candidato del PAN o del PRI, se pueden ver afectados no sólo por los escándalos propios, sino los de su estructura partidista, que sin lugar a dudas surgirán durante el trayecto electoral.
     
    Andrés Manuel entiende que para ganar necesita de los votantes de clase media y media alta que están muy desencantados del PRI, pero que normalmente no votarían por él (AMLO), pues lo perciben como una opción radical. Por eso, especialmente en las últimas semanas, ha asumido una posición mucho más conciliadora, incluso ante la odiada figura de Enrique Peña Nieto y ha enviado mensajes de diálogo y de confianza hacia el sector de la iniciativa privada, como la integración de Esteban Moctezuma a su equipo cercano de campaña, generando la percepción de que cuenta con el apoyo, o al menos la resignada tolerancia, de los grupos empresariales.
     
    Ese es el escenario trágico, pero ¿es inevitable?
     
    No, no es inevitable. Pero para prevenir el catastrófico resultado de una victoria presidencial de López obrador, es necesario que los otros partidos tomen medidas.
    El PRI tiene perdido el 2018, lance a quien lance de candidato, porque Enrique Peña Nieto cerrará su administración como el Presidente más mediocre de la historia. Lo único que les queda hacer es negociar una salida digna, y aparentemente es lo que están haciendo al dialogar tanto con los Calderón como con Ricardo Anaya para repetir esencialmente el escenario del 2006, donde al ver el desastre en que se había convertido la campaña de Roberto Madrazo, muchos liderazgos priistas optaron, como plan B, por apoyar a Felipe Calderón.
     
    Manuel López Obrador regresaría al país al populismo nacionalista de las épocas de Echeverría y López Portillo. Por el contrario, el PAN puede proponer, y sin vergüenza de por medio, un planteamiento opuesto al de Obrador, es decir: un país integrado económicamente ante el mundo, que apueste por las empresas para la generación de riqueza y un partido que se fortalezca a partir de las vocaciones liberal y demócrata cristiana, que subyacen en su identidad, (cuánta falta nos hace Alonso Lujambio).
    Definamos, lo más pronto posible, quién será nuestro candidato presidencial haciendo un esfuerzo titánico, para lograr que tanto los liderazgos como la militancia del partido se aglutinen en su favor. 
     
    Finalmente, ¿qué nos toca a los ciudadanos? Analizar las propuestas, la historia y las consecuencias de esos dos proyectos de nación y definir, dentro del marco de las opciones realistas, a cuál queremos apoyar, incluso aunque no nos parezca perfecta, ni mucho menos.
     
    Más aun, nos toca construir propuestas nuevas, tanto en la arena de los partidos políticos como en la de las voces independientes, para que tengamos un espacio y una voz donde nos sintamos representados. 
     
    Por lo pronto invito a todos mis lectores y a todo amante de nuestro querido México, a que nos unamos y nos mantengamos unidos para aprovechar esta oportunidad, porque para que México tenga un gobierno verdaderamente demócrata como se merece, y no un gobierno coprodemocrático, puesto que tenemos los recursos naturales y el capital humano para lograrlo. Ya es hora de salir del pantano.
     
    Llegado el momento de estar en la casilla se vale votar por fulano, mengano o perengano, se vale votar en blanco y hasta por Batman. Lo que no se vale es votar sin información ni razonamiento previo.
     
    Pero el voto vendrá después, por lo pronto lo que hay son preguntas, y la primera de ellas es ¿qué nos espera a los mexicanos con el Pejelagarto? Pregúntele a los venezolanos.
     
     

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!