Más de uno responderá que sí. No hay duda de que a veces salen ampollas después de que alguien tiene fiebre. Pero, ¿en verdad la fiebre las produce o es otra leyenda urbana? La realidad es que sí es cierto, a medias.
Resulta que el virus del herpes es sumamente común. Tanto, que casi todos lo adquiriremos en algún momento de nuestras vidas. Tiene dos grandes tipos: el 1, que por lo general se relaciona a infecciones en la boca, y el 2, que infecta áreas genitales. Ambos pudieran causar otras diversas y más graves infecciones incluyendo oculares, neurológicas, cutáneas o respiratorias pero afortunadamente no son tan frecuentes y ocurren más en personas con algún tipo de inmunodeficiencia. Hoy nos enfocaremos en la infección más común del tipo 1.
En el momento que contraes un virus del herpes tipo 1 se firma un contrato estilo matrimonio, “hasta que la muerte los separe”. Lo más frecuente es que en la primera infección se produzcan síntomas en la boca. En la infancia se pueden inflamar mucho las encías, aparecer ampollas o llagas en las mismas, e incluso, como en todas las infecciones por virus, puede haber fiebre. Esto se conoce como gingivoestomatitis herpética. Aunque existe un antiviral específico, muchas veces ni siquiera es necesario usarlo porque nuestro cuerpo autolimita la infección y ceden los síntomas sin problema. Pero eso no quiere decir que nos hemos curado. El virus se refugia en nuestros ganglios nerviosos y espera la oportunidad para volver a brotar. He ahí donde viene la asociación entre fiebre y ampollas.
Para una persona que ya tiene el virus del herpes en su cuerpo, pueden existir disparadores que lo reactiven. En algunas personas puede ser estrés emocional. En otras puede ser la exposición al Sol. En algunas mujeres puede ser la menstruación. Y en otras personas puede ser algún cuadro febril. Estos factores desencadenantes se conocen desde hace muchos años (1,2).
Así que cuando una persona tiene fiebre el virus del herpes puede despertar y luego producir ampollas. Estrictamente hablando, la fiebre no produjo las ampollas. Pero está claro que sí tiene relación con ellas.
1. Spruance SL, et al. N Engl J Med. 1977 Jul 14;297(2):69-75.
2. Young SK, et al. Oral Surg Oral Med Oral Pathol. 1976 Apr;41(4):498-507.