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"La revolución de Francisco"

"ARTÍCULO"

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21/02/2017

    Roberto Blancarte

    Alguna vez, hace muchos años, que fui invitado para hablar sobre la Iglesia frente a cientos de religiosas (monjitas, diríamos en el habla popular), de manera preparatoria, un Sacerdote las animaba con una arenga ya practicada: él decía, a propósito del magisterio pontificio: “Y como ustedes saben, la doctrina social de la Iglesia...” y ellas coreaban, “ni es doctrina, ni es social, ni es de la Iglesia”. Y en efecto, para este grupo de sacerdotes y religiosas, favorables a la teología de la liberación o a una Iglesia asentada en comunidades eclesiales de base, la llamada “doctrina social de la Iglesia” no era nada de eso.

    Primero porque, decían, no es en realidad una “doctrina”, sino un conjunto de enseñanzas pontificias o de diversos jerarcas o teólogos, que no constituyen un cuerpo consensuado, aceptado y establecido de ideas.

    Segundo, porque no son estrictamente hablando “sociales”, en la medida que se tocan marginalmente estos aspectos, pero no constituyen una propuesta en todos los aspectos de la sociedad moderna. Si acaso, constituyen algunos elementos de interpretación del acontecer social y particularmente del mundo del trabajo.

    Y finalmente, decían, no es de la Iglesia, porque ésta es en realidad mucho más que el Papa, la jerarquía eclesiástica o el clero y por lo tanto una “doctrina de la Iglesia” tendría que suponer algo mucho más amplio que incluyera la visión del mundo social del conjunto de feligreses.

    Por esa misma razón, prácticamente todos los movimientos contestatarios encabezados o compuestos por católicos en América Latina en las últimas décadas del siglo pasado rechazaban categóricamente a esta “doctrina” y le oponían otras visiones más radicales y comprometidas socialmente.

    Me recordó esta anécdota el recién publicado libro “DOCAT; Doctrina social para jóvenes”, presentado en México a raíz del primer aniversario de la visita del Papa Francisco a nuestro País.

    El papa Francisco quisiera que los jóvenes se comprometieran más con el cambio, que trastocaran los sistemas establecidos, que lucharan para cavar con la corrupción y la pobreza. Pero les dice que “enciendan el fuego”, apoyados en la doctrina social de la Iglesia.

    Lo cual es una contradicción o por lo menos un anacronismo para muchos jóvenes, y no tan jóvenes, socialmente comprometidos. El tema ya fue rebasado hace muchos años y lo único que deja ver es en dónde se quedó ideológicamente este Papa.

    roberto.blancarte@milenio.com

    Twitter: @rblancartecolm1

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