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"LA NUEVA NAO"

"70 veces 7 no es igual a infinito"

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LA NUEVA NAO
25/02/2017

    Me perdonará don Mateo 18:21, pero a sus setenta veces siete se le contrapone un dicho que dice que tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe. 

    Los ideales morales siempre terminan siendo templados con el reconocimiento de las verdades prácticas, o bien con el de la insostenibilidad de su aplicación si empezamos a explorar situaciones humanas en un rango más amplio, sobre todo en sus extremos. 

    En 1945, en su famoso ensayo “Las sociedades modernas y sus enemigos”, el filósofo austriaco Karl Popper, uno de los pensadores más influyentes del Siglo 20, definió mejor esta situación, llamándola “la paradoja de la tolerancia”:

    “La tolerancia ilimitada lleva necesariamente a la desaparición de la tolerancia. Si hacemos extensiva esta tolerancia sin límites aún a quienes son intolerantes, esto es, si no estamos preparados para defender a una sociedad en contra de los intolerantes, entonces los tolerantes serán destruidos, y con ellos la tolerancia”. 

    En esta formulación no quiero implicar que debamos de suprimir la expresión de filosofías intolerantes; pueden ser expresadas siempre y cuando podamos oponerle argumentos racionales y limitarla por medio de la opinión pública. Estas dos limitantes harían de la expresión de la intolerancia un acto imprudente. 

    Pero deberíamos de reivindicar el derecho de suprimirla incluso, pues es probable que no estén preparadas para enfrentarnos en el terreno de lo racional, sino que empiecen por rechazar toda argumentación. 

    Los intolerantes pueden muy bien prohibir a sus seguidores el escuchar cualquier opinión en su contra, y enseñarles a contestar a los argumentos con el uso de sus puños. Así, debiéramos reclamar el derecho de no tolerar a los intolerantes; debiéramos decir que un movimiento que predica la intolerancia se pone fuera de la ley, y que el incitar a la intolerancia y la persecución son actos criminales… de la misma manera que consideramos como un crimen la incitación a revivir el comercio de esclavos.”

    En su novela La Colmena (1950) Camilo José Cela dice que “vivimos un poco el tiempo de la osadía, ese espectáculo que algunos hombres de limpio corazón contemplan atónitos desde la barrera sin entender demasiado lo que sucede, que es bien claro”. Está claro el tiempo en que vivimos: de un peligroso coqueteo con actitudes intolerantes que está aflorando en todo el mundo, con nacionalismos, racismos y otras fobias odiosas. “Hombres de limpio corazón” es otra manera de llamar a los cobardes.

     

    El autor es académico ExaTec y asesor de negocios internacionales radicado en China

     

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