Ordenamiento vial

    Quienes gobiernan están obligados a que las vialidades cuenten con lo mínimo indispensable para que la circulación se haga con orden y no ponga en riesgo a quienes están en lo alto de la pirámide de la movilidad, que son los peatones y los ciclistas.

    Hay diferentes formas de evaluar la calidad de vida que se vive en una comunidad y una de ellas tiene que ver con el ordenamiento vial con la que se conduce.

    Si una ciudad, o una comunidad, no es capaz de que se hagan valer las reglas que se tienen para circular por sus calles, sin duda afectará en la calidad de vida de quienes la habitan.

    Y si una autoridad no es capaz de hacer valer las leyes y los reglamentos viales, está condenando a su comunidad a que sus derechos se vean delimitados.

    Quienes gobiernan están obligados a que las vialidades cuenten con lo mínimo indispensable para que la circulación se haga con orden y no ponga en riesgo a quienes están en lo alto de la pirámide de la movilidad, que son los peatones y los ciclistas.

    Sin embargo, es común que en localidades, como algunas de Sinaloa, haya una omisión de parte de las autoridades para que las vialidades se hagan de manera correcta y en beneficio principalmente de peatones y personas en bicicleta.

    Los señalamientos de orientación generalmente son escasos, las medidas preventivas están ausentes y los semáforos en ocasiones se vuelven complicados, principalmente en avenidas de alto tránsito vehicular.

    Y además, los espacios de circulación para peatones y para ciclistas generalmente están limitados y si es que estos existen.

    Y aunado a ello, está la desconfianza de parte de la ciudadanía hacia las autoridades que son las responsables de poner orden en las calles. Muchos, acusan corrupción cuando se trata de imponer una infracción a los reglamentos viales.

    No se debería tener que esperar a que ocurra una desgracia en las calles para que de nuevo se vuelva a plantear la urgencia del ordenamiento que se necesita en las vialidades de la comunidades, pero hace falta.

    Desde la autoridad encargada de diseñar y aplicar leyes y reglamentos y de colocar la infraestructura necesaria, hasta los ciudadanos y la población en general que deberán reeducarse para que sean respetadas. Porque de no ser así, seguirán contándose historias que terminan en desgracia.

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