Las personalidades de Claudia y Xóchitl, y la Silla del Águila

    Al margen de que López Obrador es un caudillo, su personalidad es sumamente compleja. Sin duda, su salsa es el conflicto, se mueve en él como pez en el agua y casi siempre sale ganando. Sabe ganar políticamente del conflicto. Nadie como él para salir avante de la rencilla, la tensión y la riña. Por eso mientras más lo acusan de crear polarización y encono, más le ayudan políticamente porque sabe cómo encauzar esas críticas en su favor. Lo hizo como opositor y lo hace como gobernante.

    ¿Hasta dónde una ideología influye en la personalidad de un individuo? Es difícil saberlo. Lo que sí es más evidente es que la personalidad influye en el estilo de hacer política y en los matices ideológicos de los individuos.

    En la historia de los presidentes mexicanos pocos han dejado una huella tan personal en el estilo de gobernar como Andrés Manuel López Obrador. Cada Presidente ha dejado su impronta en la Silla del Águila, pero la del tabasqueño la ha impregnado con tinta indeleble. El suyo ha sido un presidencialismo no exactamente igual al priista clásico, que Enrique Krauze llamó “presidencialismo imperial”, porque ese exigía una obediencia absoluta a una investidura. En el caso del presidencialismo amloísta hay, de parte de quienes lo apoyan incondicionalmente, una obediencia casi ciega a la investidura pero también una especie de adoración a la persona, como suele suceder con los liderazgos caudillistas. En el PRI, de Manuel Ávila Camacho en adelante no hubo un solo Presidente caudillo. Esa historia había terminado con el PRM de Lázaro Cárdenas.

    Al margen de que López Obrador es un caudillo, su personalidad es sumamente compleja. Sin duda, su salsa es el conflicto, se mueve en él como pez en el agua y casi siempre sale ganando. Sabe ganar políticamente del conflicto. Nadie como él para salir avante de la rencilla, la tensión y la riña. Por eso mientras más lo acusan de crear polarización y encono, más le ayudan políticamente porque sabe cómo encauzar esas críticas en su favor. Lo hizo como opositor y lo hace como gobernante.

    El ejemplo más reciente de su estilo lo vimos cuando deliberadamente creó un conflicto con Xóchitl Gálvez en el que la elevó para que después se cayera políticamente. No “se cayó para arriba”, como decía sabiamente Jesús Reyes Heroles, sino, como vemos en cada encuesta, para bien abajo. La sacó de la candidatura a la CDMX, donde Xóchitl tenía muchas posibilidades de ganar y hacerle un gran daño a Morena, para empujarla a la candidatura presidencial, donde AMLO calculaba que la hidalguense se iba a extraviar, tal y como ha sucedido. Es decir, en el conflicto, López Obrador sabe leer muy bien la política, alcanza a ver más lejos que el común de los políticos.

    Dejando a un lado la personalidad y el estilo de hacer política del macuspeño, hablemos brevemente de la personalidad de Xóchitl y de Claudia.

    Uno de los rasgos más visibles de Xóchitl es su agilidad mental. Esta ayuda mucho en el debate simple, en la entrevista cómoda porque no se necesitan ni mucha información ni un razonamiento complejo; pero cuando los debates o las entrevistas demandan un alto nivel de conocimiento la candidata del frente opositor se pierde. Y una de las razones por las que se extravía es que se precipita en sus comentarios y/o respuestas. Es decir, su mente ágil la lleva a responder sin reflexionar lo que va a decir y cae regularmente en el error. Esto ha sucedido varias veces, la más reciente en una entrevista con Ciro Gómez Leyva donde acusó, sin fundamentos, a Roy Campos de tener contratos con Claudia Sheinbaum, con la intención de negar los resultados de la más reciente encuesta de Mitofsky, donde la ingeniera Gálvez sale muy por debajo de la abanderada de la 4T. Es evidente que Xóchitl no ha educado suficientemente su mente ágil para no precipitarse, pero a la vez no tiene la suficiente experiencia ni conocimientos para enfrentar escenarios complejos. Cuando tiene enfrente entrevistadores o contrincantes políticos simplones no pasa nada, cuando se sienta ante chuchas cuereras, como Beatriz Paredes, en el caso de una política, o de Ciro Gómez Leyva, en el caso de un periodista, la ingeniera Gálvez palidece vergonzosamente.

    La doctora Claudia Sheinbaum, por su parte, lo primero que resalta es que es sumamente seria, no tiene, en la primera impresión, una personalidad magnética, vamos, no es carismática. Incluso, sus críticos la tachan de aburrida. Lo cierto, es que estos rasgos, en la mayoría de los ciudadanos, al menos así lo revelan las encuestas, no han pesado nada. Al contrario, su seriedad, en la que se revela una mentalidad más bien fría, calculadora, de científica, le ha ayudado a no cometer errores declarativos ni discursivos. No se precipita, como en el beisbol, sigue al librito. Incluso, cuando la critican como autoritaria, los morenistas la ven con mando, muy necesario en una sociedad machista, donde las mujeres tienen que demostrar seriedad y fuerza, incluso más que los hombres.

    Claudia, aun en situaciones difíciles, como la del “culiacanazo” moreno del 23 de septiembre, donde abuchearon a los ex priistas, no pierde el equilibrio, ni la confianza. Es una mujer muy segura y asimila bien sus derrotas, como la que sufrió ante Claudia Brugada que le desbancó a García Harfusch, su candidato a gobernar la capital del País. También disimula muy bien sus contrariedades como las que ha tenido con Marcelo Ebrard.

    En gran medida, la formación de estas dos mujeres explica sus saberes y personalidades. Xóchitl salió de la precariedad, pero muy pronto accedió a las clases medias y altas, se adentró en el mundo empresarial y luego, a partir de Fox, en el mundo político. No obstante, es muy claro que a la ingeniera Gálvez le hacen falta muchos conocimientos para tener una idea más completa del planeta político y social de México.

    Claudia vivió en un medio familiar y social, intelectual, artístico y científico muy sólido. En la adolescencia se sumó a las luchas estudiantiles y posteriormente a las luchas sociales y políticas. Es decir, a lo largo de 45 años ha participado en esos movimientos sociales y rodeada de muchos intelectuales y líderes partidarios. Esto evidentemente, le da una gran ventaja de conocimientos y temple sobre la frentista.

    En los debates que ellas sostendrán veremos si estas observaciones se cumplen, y observaremos qué personalidad está más acerada para la Silla del Águila.

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    santamar24@hotmail.com

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