La presidencia, los generales y los almirantes; de qué tamaño será la silla presidencial

    México padece lo que he llamado un apagón sistémico de sus mecanismos diseñados para asegurar la rendición de cuentas y las consecuencias; por eso, por ejemplo, podemos transitar por décadas con índices de impunidad casi absolutos. En este apagón las entidades castrenses tienen un lugar especialmente privilegiado porque están por encima de la aplicación de la ley y lo están aún más en la nueva etapa militarista.

    Desde el 2017 participo en actividades permanentes de investigación, construcción y sistematización de evidencias, docencia, promoción de diálogos y monitoreo permanente respecto a la militarización de la seguridad en México. Han sido siete años que primero nos llevaron a reconstruir el fenómeno en los sexenios de Calderón y Peña, y luego a la producción de informes y contenidos diversos en múltiples formatos relacionados con la administración federal actual.

    Cuando en el 2018 la Corte tiraba la Ley de Seguridad Interior por la inconstitucionalidad de la participación militar en seguridad pública el entonces Presidente electo López Obrador anunciaba la Guardia Nacional, a ser integrada principalmente con personal castrense. De ese año a la fecha la militarización se aceleró y hemos documentado que en México ya hay más efectivos militares que policías civiles en tareas policiales.

    Y vinieron las noticias -que no paran- de lo que hemos llamado la fase superior de esta tendencia: el militarismo, ideología que entiende lo militar en condiciones de superioridad con respecto a lo civil.

    Nadie votó por el militarismo y hasta donde sé nadie anticipó este salto presidencial hacia el cogobierno civil/militar. Hay muchos ángulos posibles de análisis, pero uno especialmente elocuente es el discurso presidencial. Les invito a mirar esta selección de videos con varios ejemplos.

    La producción de libros y reportes de investigación con discusiones teóricas y evidencia empírica no deja duda alguna: las fuerzas armadas han desbordado el régimen constitucional de derechos. ¿Cómo tal alteración ha afectado la relación de subordinación militar respecto de la presidencia? No lo sabemos.

    Un agudo análisis propone entender esto como una regresión histórica que va llevando al país a donde estaba hace un siglo, diluyéndose la frontera que quitó la gestión política de manos armadas. Nuestro momento hace propicio recordar que ya América Latina ha aprendido que no es lo mismo la deliberación política con actores civiles que con actores armados.

    En octubre próximo iniciaremos en la Universidad Iberoamericana CDMX el seminario permanente sobre estos temas y ahí profundizaremos tratando de descifrar la militarización y el militarismo desde múltiples marcos epistemológicos, a la vez que ofreceremos herramientas para aportar a los esfuerzos a favor de la contención y reversión del cogobierno civil/militar.

    Pero mientras eso sucede, se nos vino encima una pregunta de proporciones mayores: ¿cuál será el margen de subordinación de las instituciones militares respecto a la presidencia 2024-2030? Imagino pocas cuestiones de tal relevancia de cara al relevo presidencial. El ejecutivo federal saliente empujó la entrega de funciones y recursos a las fuerzas armadas aduciendo frecuentemente que será más difícil quitárselos, una vez que él entregue el cargo. Dicho de otra manera, él ha enseñado su plan militarista transexenal.

    México padece lo que he llamado un apagón sistémico de sus mecanismos diseñados para asegurar la rendición de cuentas y las consecuencias; por eso, por ejemplo, podemos transitar por décadas con índices de impunidad casi absolutos. En este apagón las entidades castrenses tienen un lugar especialmente privilegiado porque están por encima de la aplicación de la ley y lo están aún más en la nueva etapa militarista.

    Se cuentan con una mano las personas en la llamada clase política que levantan la voz buscando frenar y revertir este cogobierno civil/militar de siglo XXI y de hecho este arreglo político, en la medida que abre nuevas vías de influencia militar, así las va cerrando al cuestionamiento político civil.

    No tengo duda, el tamaño de la silla presidencial 2024-2030 equivale al menos en parte al tamaño de la autonomía política que los generales y almirantes han acumulado en los últimos seis años de militarismo. Es un escenario sin precedentes en el México contemporáneo y las tensiones implicadas en el mismo estarán muy probablemente lejos de cualquier posible escrutinio público, sean cuales sean sus consecuencias para la sociedad.

    ¿Qué tanto se achicó la silla civil?

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    @ErnestoLPV
    Animal Politico / @Pajaropolitico

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