Para muchos de quienes estudiamos preparatoria en Culiacán, el profesor Eugenio Mayorquín fue muy conocido, pues impartía la materia de Matemáticas en varios centros educativos.
Era típico verlo entrar con su legajo de carpetas que apenas le cabía bajo el brazo y proferir la palabra “manito”, de manera que a él se le quedó como apodo. Era buen maestro, pero muy distraído y, cuando no entendías la explicación que dio en su clase, simplemente te decía: “en agosto, manito”, en clara referencia al examen extraordinario.
“En agosto nos vemos” es, también, el título de la obra póstuma de Gabriel García Márquez, que se dio a conocer recientemente con motivo del décimo aniversario de su fallecimiento por voluntad expresa de sus hijos, Rodrigo y Gonzalo García Barcha, aunque el Nobel de Literatura, quien nació un 6 de marzo hace 97 años, y cumplirá 10 de fallecido el 17 de abril, había decidido no publicarla por considerar que era una novela inacabada.
Los hijos de García Márquez contravinieron los deseos de su padre al considerar que es un relato que no demerita en nada la fama alcanzada por Gabo, además de que él optó no publicarla cuando ya mostraba deterioro en su memoria, por lo que autorizaron que se extrajera de los archivos donde se guardan las memorias del Nobel colombiano, en el Harry Ransom Center de la Universidad de Texas, en la ciudad de Austin.
La historia te atrapa desde el principio: se trata de una novela corta cuyo personaje central es una mujer de mediana edad, Ana Magdalena Bach, que lleva 27 años de matrimonio y cada agosto realiza un viaje para visitar la tumba de su madre a una isla, pero conoce a alguien que cambia su rutina.
¿Para mí, qué representa agosto?
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