Hoy celebramos el Día Internacional del Libro, fecha fijada por la Unesco en 1995. En otra ocasión hemos comentado que la conmemoración se fijó en este día debido al fallecimiento de tres grandes luminarias de la literatura: Miguel de Cervantes (muerto el 22 de abril y enterrado el 23), así como William Shakespeare y Garcilaso de la Vega.
Leer un libro es iniciar un fascinante viaje en el que encontraremos diversidad de personajes, ambientes, culturas, paisajes, experiencias, aventuras y peripecias que enriquecerán nuestro ser, expresar y acontecer. En su poema El viaje, Charles Baudelaire, señaló: “Para el niño, enamorado de mapas y estampas, el universo es igual a su vasto apetito. ¡Ah! ¡Cuán grande es el mundo a la claridad de las lámparas! ¡Para las miradas del recuerdo, el mundo qué pequeño!”.
Este viaje infinito fue retratado con enciclopédica profusión por Irene Vallejo, en su ya proverbial obra titulada El infinito en un junco: “Este es un libro sobre la historia de los libros. Un recorrido por la vida de ese fascinante artefacto que inventamos para que las palabras pudieran viajar en el espacio y en el tiempo. La historia de su fabricación, de todos los tipos que hemos ensayado a lo largo de casi treinta siglos: libros de humo, de piedra, de arcilla, de juncos, de seda, de piel, de árboles y, los últimos llegados, de plástico y luz”.
La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, indicó: “En tiempos de incertidumbre, muchas personas recurren a los libros como refugio y fuente de sueños. De hecho, los libros tienen la doble capacidad única de entretenernos y educarnos. Por eso debemos garantizar que todo el mundo tenga acceso al conocimiento y a la reflexión a través de los libros y la lectura”.
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